Un día cualquiera

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(Valerie Wiliams)

!Vóy tarde¡ Me quede dormida por estar leyendo "Una Serie de Catastróficas Desdichas" hasta la madrugada, y a los profesores de la Universidad Estatal de Long Beach, no les gusta la impuntualidad de sus estudiantes. Me levanté tarde, no pude arreglarme mucho y apenas si toqué bocado de mi comida ¿Que acaso podría ser peor? Como si de un conjuro para traer males se tratara esa pregunta, un auto pasa y me moja de pies a cabeza.

— ¡¿Que acaso soy un imán para la mala suerte?! —Grito alzando los brazos como si le pidiera paciencia al cielo y al dios de turno.

—Pues yo creo que sí rubita. —Dice burlesco un chico de oscuro cabello negro, ojos azules y atractivo físico sacando la cabeza por la ventana de su Toyota Corolla del 2016 color azul —. Sube bonita, yo te llevo. —Dice sonriente.

—No es gracioso Blake Harrison y puedo caminar, muchas gracias. —Digo molesta, cruzándome de brazos y comenzando a caminar.

—Ya Valerie, tampoco es para que te pongas así, ya vas tarde de todos modos —dice él siguiéndome de cerca con el coche —. Vamos, te quedaste dormida, no te arreglaste y vas mojada de pies a cabeza, acepta mi ayuda Val.

—No, porque me acabas de decir "rubita" y sabes que lo odio. —Digo sin pararme ni a verlo.

—Tengo ropa seca Val —dice haciéndome frenar de golpe —Te cambias en el puesto de atrás, y aunque lleguemos tarde, puedo convencer a los profesores de que no te amonesten.

Lo considero un minuto, porque tristemente, tiene esa facilidad de conseguir todo lo que quiere. Blake es mi amigo de la infancia. Me conoce mejor que nadie y siempre sabe subirme el ánimo. Es un chico increíblemente agradable, pero está teniendo ciertas dificultades. Solo a él se le ocurre no hacer ahorros propios, y como su padre ha cancelado sus tarjetas, ahora tiene un nuevo sustento.

—Ven aquí Val —abre la puerta de atrás —yo sé que tú quieres. —Sube las cejas de forma sugestiva como sugiriendo una segunda intención.

—Si sabes que eso no funciona conmigo ¿verdad? —Digo entrando al auto con una sonrisa.

—Lo sé, pero nunca está de más coquetear con tu amiga de la infancia.

—Eres asqueroso. —Digo y el suelta una carcajada divertido por la situación.

Tomo la ropa que está "casualmente" aquí; son unos jeans ajustados color gris y una franela manga corta blanca. No tengo que ser adivina para saber que está ropa es nueva y está pensada para que yo la use. Blake sabe mi talla pero, lo único que sabe sobre ropa femenina es como quietarla. Sé mejor que nadie que esto no lo ha elegido él, y esta "casualidad", me huele mal.

— ¿Cómo está tu padre? —Hablo comenzando a cambiarme.

Mi plan es debilitarlo con un tema que no le gusta tocar. El padre de Blake, el señor Hank Harrison, es dueño de una empresa marítima que construyó su abuelo, más bien conocida como Constructora de Navíos Harrison. Casi nunca está aquí en Long Beach porque tiene muchos tratos extranjeros, pero suele comunicarse con Blake. Mi padre es ingeniero y trabaja para el señor Hank, de ahí, a que conozca a Blake.

—Bien, creo yo, no ha llamado más. —Dice con voz cortante.

Su tono de voz y la frialdad de las palabras solo me confirman que voy por buen camino. Blake y su padre nunca han sido muy unidos, mucho menos desde que Sara, la madre de Blake, se fue con otro hombre. Siempre se han estado enfrentando con diversos temas, en especial cuando se trata del dinero.

— ¿Cómo están los tuyos? —Pregunta distraído.

—Bien, papá viajó con el tuyo y mi mamá en su clínica de locos. —Quito la ropa mojada. —Y deja de hacerte el loco para poder tener una excusa para visitar a mi madre, porque tu padre sí te ha llamado y no le has querido contestar. —Digo tratando de ponerme el jean ajustado.

Mi amigo es un GigoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora