Aquella calurosa tarde de primavera todo a mí alrededor parecía derretirse. El color naranja luminoso mezclado con un rosa pálido parecía cubrir todo el almacén. Yo me encontraba sentada, casi tirada, sobre una silla en la ventana por la que atendíamos el negocio. Desde allí podía ver la calle, el cielo y todos los árboles florecidos por la estación. Había uno en especial, un árbol, que desprendía algo como pelusas, parecían algodones y volaban hasta el cielo. Me encantaba mirar hacia donde fuese porque allí podía verlos, flotando tan tranquilamente como si disfrutaran del calor.
Yo las envidiaba, me estaba muriendo allí por más de que era el lugar más fresco de la casa. Veía como unos jóvenes de mi edad corrían con pistolas de agua y jugaban a la guerrilla. Yo los conocía y a veces me saludaban pero prefería quedarme detrás de esa ventana, espiándolos como una vieja malhumorada que no sale de su casa.
No solo los veía, a veces tenía que atender a la gente que se acercaba a comprar un refresco o, mayormente, cigarrillos. Eso no me gustaba, no me sabía los precios de nada ni dónde estaba ubicada cada cosa. A veces me pedían marcas de productos que ni siquiera sabía que existían y allí es cuando mi madre me echaba la bronca.
Esa tarde en especial, ella no se encontraba en casa y por eso yo tenía que quedarme a cargo del almacén. Mis hermanos estaban en el colegio y yo había faltado porque fingí que no me sentía bien. Un muchacho de los que jugaban con el agua se acercó hasta la ventana y yo tuve que dejar mi "cómodo asiento" (No era para nada cómodo porque la traspiración hacía que mi piel se pegase a la madera) para venderle algo.
El chico, que por lo que sabía le decían Kook, tenía toda la camiseta mojada y se acercaba al almacén estrujando la tela en sus dedos. Yo observaba como caía el agua de sus manos mientras me sobaba la parte de atrás de mis piernas que se me habían pegado a la silla.
Él levantó la mirada sin dejar de apretujar su camiseta y sonrió mostrando sus dientes. Le devolví una media sonrisa y lo vi voltearse al llamado de sus amigos.
- ¡Jungkook! –
Miré detrás de él, un niño pedía ayuda mientras lo agarraban de las piernas y los brazos y comenzaban a dispararle con las pistolas de agua. El chico frente a mí comenzó a reír y nuevamente dirigió su mirada a mí que volví a sonreírle antipáticamente, como con todos.
- Hola – dijo y su voz salió mucho más suave que cuando lo escuchaba gritarle a sus amigos.
- Hola –
Me quedé esperando a que dijera lo que quería comprar pero no lo hizo, solo se apoyó en el marco de la ventana con sus codos y puso su cabeza entre sus manos.
- ¿Qué vas a comprar? – pregunté ya que él no se dignaba a pedir.
- No tengo dinero y si tuviera estaría todo mojado – soltó una leve risa – Y créeme que eso no le gustaría a mi madre –
Se quedó sonriendo, ahora con la boca cerrada y mirándome fijamente. Yo no sabía a dónde quería llegar y me estaba poniendo muy nerviosa por ello.
- ¿Entonces qué? –
-Los chicos querían saber si querías jugar con nosotros- dijo así sin más y me sorprendió porque la mayoría, si querían hablar conmigo, comenzaban de forma nerviosa. – Tenemos una pistola de agua de más, en realidad es de Yoongi pero él ya no quiere jugar con nosotros –
No sabía quién era Yoongi, seguro uno más de ellos. Nunca me había puesto a identificarlos porque siempre gritaban sus nombres pero así sin más y nadie se hacía cargo. A parte, tenían muchos apodos que no tenía ganas de ponerme a pensar quién sería la "princesa" del grupo.
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Bad Change (Jungkook BTS)
FanfictionOcho amigos de la infancia que toman caminos diferentes en la vida y vuelven a encontrarse para enfrentarse a los nuevos cambios. - Prometo estar contigo en las buenas y en las malas, pero no porque seamos mejores amigos y se supone que hagamos eso...