Capitulo II

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LEO

El Argo ya estaba fuera de peligro. Todos estábamos en la proa, pero aun así nadie decía nada. A mi me descentraban dos cosas. Primero, mi pelo chamuscado, y segundo, Maggie.

Aún estando toda despeinada, y con su vestido algo cortado en la parte baja, en sus pies, se veía adorablemente bien. Sus ojos verdes estaban perdidos por algún lugar del paisaje nocturno, haciendo que brillaran con cierta intensidad a la luz de la luna.

-Eh, bueno, ya estamos a salvo... ¿cierto? Quiero explicaciones, hum... saber el porqué de muchas cosas. Como por ejemplo, a dónde vamos.

-Susan, ¿no prefieren ir a sentarse a la mesa a cenar, cosa que no hicieron, y discuten mejor el tema?- le preguntó Grover.

-Quiero cambiarme, no soporto esto- Chilló Diana. -¿No tienen algo que pueda usar, sin ser esto?

-Por supuesto, creo que aún queda ropa de Piper y Hazel en sus camarotes. Alguno de ustedes que le envíe un mensaje Iris a Quirón avisando que la misión tuvo éxito- habló Annabeth haciendo énfasis en la última palabra. -Vengan chicas- Sonaba un poco molesta, y no le entendía el porqué. Ella bajó las escalerillas seguida por las otras tres chicas.

-Mhm, ¿Leo?- me habló Gale, mientras que los otros se dispersaban.

-Habla- le sonreí amablemente.

-¿Crees que podrías arreglar mi reloj? Se me calló al retrete esta mañana- bajó su cabeza avergonzado.

-Encantado, pero primero creo que también voy a quitarme estas ridículas mallas, aprietan un poco por allí debajo, y, no es lo mejor del mundo- Le dije en voz baja.

-Uh- Hizo una mohín.

-Ya vengo rulos- Dije, y le agité su cabellera rizada -. Anda, llama a ese centauro y dale el mensaje de Annabeth antes de que las cosas se pongan feas.

Una vez entré en mi camarote las cosas me parecieron tan familiares que me llené con un sentimiento de paz. Pero a la vez de nostalgia, por el arduo viaje que habíamos llevado a cabo en el barco. Si bien yo no pasaba mucho rato en el camarote, lo había construido, y eso me bastaba para que me pareciera familiar.

Las cosas que había vivido con mis amigos en ese viaje nunca se quitarían de mi memoria; son de ese tipo de recuerdos de los que no te puedes deshacer por mucho que lo intentes, y si bien en su mayoría eran recuerdos de las veces, muchas, que estuvimos en peligro de muerte, también habían algunos que eran recuerdos felices. Como la vez que vi el flashback con Hazel, o cuando nos sumergimos en lo más hondo del Océano Atlántico a ese campamento submarino de caballos pez, o el momento en el que al fin vimos salir a Percy y Annabeth en el ascensor. Claro que esos recuerdos vienen seguidos por grandes complicaciones, como que casi son come una Skolopendra gigante, o que los chicos venían del inframundo y salían de allí solo para enfrentarse a Gea y sus Gigantes. Pero si solo miras los hechos concretos y no su entorno, las memorias son reconfortantes y agradables. De cualquier forma, salimos de allí con vida y eso es lo que importa.

Tomé unos jeans viejos y raídos que había en el armario y la camiseta del campamento que usaba normalmente para trabajar, que estaba llena de manchas de grasa y salpicaduras de pintura, y mientras me cambiaba recordé el momento en el que Maggie y yo bailábamos. La chica fue un poco tímida al principio, pero después de un par de intentos por mi parte de hacerla sentir cómoda, se desenvolvió de manera graciosa bailando conmigo. Y en el momento que me quejé por la ropa y la música, y la arrastré entre Nico y Susan entre saltos y giros ella rió, en lugar de salir huyendo de mí. Supongo que eso es un buen comienzo.

Luego de unos 10 minutos, el entrenador Hedge y Grover pasaron por los camarotes, indicando que sería mejor charlar en el comedor, así que me dirigí con ellos hacia allí. Los chicos ya se encontraban allí cambiados y una vez que las chicas llegaron guiadas por Annabeth, todos nos sentamos.

Una historia diferente-Percy Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora