Capítulo 2 | Nena de Mamá

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Al llegar vimos una limusina con el logo del Hotel Grand Prime que nos esperaba -No se si sabían, pero mi mamá es la empresaria mas conocida de todo San Francisco-. Al subir, me puse el cinturón y bebí un refresco de piña.

Cuando llegamos al hotel, me dieron una tarjeta de mi habitación, la número 304. Tenía que ir hasta el tercer piso, y luego hasta la habitación cuatro. Obviamente subí por ascensor. Conmigo subió una señora de la misma edad que mi mamá y que tenía la misma carpeta que en donde trabaja ella. Me pareció confuso, tal vez estaba equivocada.
Al llegar al tercer piso, fui hasta la puerta con el número 304 que aparecía en la puerta tallado en un metal dorado, con relieves y adornos florales. Esa era mi habitación. Al entrar, me enamoré. Era amplia, y entraba mucha luz del exterior. Sus paredes eran lilas, y el techo era un violeta mas oscuro. Tenía una ventana muy amplia con vista al mar, y unas cortinas blancas que tenían bordadas en el zocalo un trazo de plumas violetas. La cama era de dos plazas con un acolchado blanco con el mismo diseño que las cortinas. Sobre ella, se encontraban tres tipos de almohadas: unas grandes y blancas con plumas violetas, otras medianas y blancas, y por último, unas pequeñas con plumas blancas y fondo violeta. Eran perfectas. Al frente de la cama habia un televisor plasma del tamaño de las almohadas mas grandes y debajo de este, habia un minibar lleno de cerveza, fernet, gaseosas y agua. Al lado de la puerta, habia un ropero blanco con detalles violetas, ahí podría guardar mi futura ropa, y al lado de este, se encontraba el baño. Al entrar, vi un jacussi, el lavamanos y un inodoro, todos blancos. En las paredes habian mosaicos violetas, al igual que en el piso. Los jabones eran pequeñas plumas violetas, blancas y combinación de ambos colores -como si fueran battik-. Decidí quedarmelos, eran perfectos y originales para mi colección de jabones que tenía en casa.
Luego de recorrer toda la habitación, me tiré sobre la cama y mire el techo. Estaba a punto de dormirme, cuando mi mamá entro y me dijo con un tono alegre:
-¡Emma! ¡A la playa, mi amor!-
Me paré sobresaltada, y recordé que no tenía traje de baño.
-¡Mamá!- la llamé -¡No tengo traje de baño!-.
-¡Uy Emma!- me respondió- Toma, te daré los quince mil dólares, espero que sepas usarlos porque no te daré mas.
Luego de esas palabras, mi mamá me dio el dinero y bajé a recepción para pedir un taxi hasta el centro comercial.
Al llegar al centro comercial -muy lindo de hecho-, pasé por una librería.
-Maldito sea el que me robó la maleta- dije y la pase como pude.
Compré toda la ropa que necesitaría para el viaje, literalmente eran cincuenta bolsas y solo me quedaron cinco mil dólares.
Al volver eran como las cinco de la tarde, así que dejé todas las bolsas en mi habitación y agarré mi traje de baño nuevo. Era una bikini turquesa con el corpiño con flecos. También me puse mi pareo de gasa blanca y unos lentes de sol. Por último me puse mis ojotas -tambien turquesas-.
Agarré mi celular y llamé a mi mamá para ver en que balneario estaba -ya que habían tres: Pew Suite, especial para surf, Lettit Suite, especial para buceo y fiestas en la playa y Grand Suite, un sector privilegiado para los que deciden comprar la estadía VIP- y fui a encontrarme con ella.
Al llegar a la arena, me saqué las ojotas pero en cuanto mis pies tocaron el suelo, me quemé como una perra, así que me las puse rápidamente. Luego, divisé a mi mamá entre la multitud, deje el pareo en la reposera a su lado, y me dirigí corriendo al mar. Su agua era tranquila, tibia y transparente -podía ver mis pies debajo del mar-.
Me iba a meter cuando alguien me empujó y caí de cara en el agua. Me costó abrir los ojos, ya que se habían llenado de agua salada, pero cuando logré abrirlos -eso ya lo disjiste tonta- perdón por los estúpido que sonó eso, es que al frente mío estaba un chico, musculoso, trabado, con su piel tostada y un traje de baño color azul electrico que no le llegaba a las rodillas. Era muy alto   -unos centímetros más que yo- y sus ojos eran de un color extraño: miel con un toque de verde en el borde. Su cabello era de color castaño, un poco más claro que el mío.
Volví a la realidad y me di cuenta que me estaba tendiendo la mano. Me puse roja como un tomate, y le acepte la mano. Cuando ya estuve parada, me empecé a sacar la arena que tenía en el pelo.
Entonces fue cuando se escuchó una voz varonil y sexy. Levanté la vista de mi pelo y él me estaba hablando:
-Mil disculpas, no te vi.
- Si, ya se- le respondí- Por algo me caí- Terminé, y le dediqué una mirada asesina, pero el estaba distraído mirando mi muñeca con horror. Seguí la línea de sus ojos, y vi que mi muñeca tenía un raspón que estaba sangrando.
El se acerco rápidamente, yo cada vez estaba mas acalorada. Y de un momento a otro el se cayó y cuando lo vi, estaba tumbado en el agua, lleno de arena -se veía perfecto con arena en su cuerpo-.
Se paró rapidamente, volvió a mirar mi muñeca y dijo:
-Vamos ya a la enfermería.
-No seas exagerado-le respondí- Me voy con mi madre-.
-¿Eres una nena de mamá?-dijo con tono de burla

No Consigues Enamorarme | ⌛️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora