No puedo dormir. El reloj marca las 4:35 a.m. y yo no puedo dormir. El cielo está oscuro y la luna brilla como nunca. Las estrellas le hacen la mejor compañía y mis ojos se irritan más y más con cada minuto que pasa. Veo la pantalla de mi celular y la idea de abrir y leer mis mensajes me aterra. Ya no estaba ahí. No habían más mensajes de él y el nudo en la garganta volvía a aparecer.
Los recuerdos se ponían un poco más borrosos día tras día, y el día en que nos conocimos parecía incluso un sueño lúcido de aquellos que controlaba cada que podía. Todo tan perfecto, tan quieto, tan brillante, y ahora, tan oscuro, tan agitado, tan cruel.
¿Qué se supone que tengo que hacer en esta situación? Una persona normal sencillamente crearía un escándalo luego de una coincidencia como esta, pero yo no puedo... No puedo. Algo en mí aún lo necesita, como nunca, y alborotar todo sería borrar para siempre el rastro que hubo. Y ahora no puedo, ni se me ocurre eliminar lo único a lo que puedo aferrarme.
Escuchar su voz una última vez, y que me diga que todo lo que fuimos no fue producto de mi imaginación. Que sus besos fueron reales, sus manos sí estuvieron en mis hombros y también acariciaron mi espalda. El calor de su cuerpo sí se mezcló con el mío y... todo fue real, maldita sea, todo fue real.
-
6:30 a.m. He llorado sin pensar por dos horas. No estoy segura de cuánto tiempo podría seguir haciendo lo mismo antes de ahogarme en la comida, pero sé que tengo que parar de alguna forma y seguir adelante. No por él, ni por nadie, por mí.
Si no me levanto de la cama ahora no lo haré en 2 horas y no puedo dejar de trabajar, las rentas no se pagan solas.
El cielo de Londres está, como siempre, neutral. Nada nuevo bajo el sol... imaginario sol. Decidí usar un chaleco cómodo, mis jeans sucios y las Vans de siempre. Mi ánimo es inexistente hoy. Aparente. Recogí mi pelo en un tomate y decidí no maquillarme, aun estando mis ojos hinchados, mi nariz roja y mis ojeras increíblemente notorias. Salí de mi piso para cargar nuevamente los pies en la calle, y así dirigirme por inercia y sin pensar hacia la biblioteca. Es Viernes, lo que significa que luego de trabajar podré seguir con mis desgracias y estar sola en mi casa, y seguir pensando en todo, sin poder contarle a nadie.
Apenas llegué a la maldita biblioteca llena de recuerdos, puse un poco de música ambiental y me preparé un café con leche, para sobrevivir el día. Café con leche y tres de azúcar... Tal y como le gusta a él.
Dejando de lado el despecho, me dispuse a sentarme frente al computador y comenzar el conteo de libros nuevos que habían llegado esta semana. Tres de terror, ocho de ciencia ficción, tres de cocina, tres de música, guitarra, violín y piano. Piano. Estúpido piano. Y finalmente YouTubers. Anoté los libros en la plantilla y los coloqué en su estantería respectiva, mirando cada una de las portadas para no equivocarme en el orden alfabético, excepto los libros escritos por YouTubers.
Caminé hacia el mesón con mi cara mirando hacia el piso intentando eliminar todos los pensamientos, todos los recuerdos que se formaron en mi mente luego de ver los libros y sus referencias. Llegué a sentarme con el computador a mis espaldas y mientras giraba la silla para ponerme frente a frente al computador algo me noqueó.
-
Desperté gracias a una señora que entró sin permiso a la recepción. Estaba parada al frente mío con un libro oxigenándome mientras sostenía mi cabeza desde el mentón. Mi jefe estaba hincado al lado de la silla y sostenía mi mano mientras me tomaba la presión. Apenas recuperé la noción de lo que estaba pasando, me acomodé en la silla y pregunté lo obvio.
"Despertó..."
"¿Tienes calor?, estás transpirando como atleta... Espérame y traeré el ventilador"
"¿Cómo te sientes?"
"Mal"
"¿Aparte de mal?, ¿Qué sientes?"
"Quiero vomitar y siento como si mi cabeza estuviese a punto de explotar".
"Si quieres vomitar puedes hacerlo con toda confianza, ¿está bien?"
"Ahá... ¿Cuánto tiempo pasó?"
"Unos dos o tres minutos, no fue mucho"
Mi jefe puso el ventilador a una cierta distancia que era ideal para no congelarme pero a la vez perfecta para detener mi transpiración. Volvió a sentarse a mi lado y mientras me miraba con su típico aire paternal, me limpiaba la frente con un paño húmedo.
"¿Qué pasó? Desde que llegaste en la mañana no saludaste a nadie, comenzaste tu trabajo ignorando tu entorno y tu cara se ve..."
"Robert..."
"Lo lamento, pero estás destrozada. ¿Estás enferma o algo? ¿Embarazada?"
"No Rob, es que no dormí anoche y no he desayunado"
"¿Y eso por qué?"
"No me dio tiempo de arreglarme y desayunar, salí de casa muy rápi..."
"No dormiste en toda la noche, no desayunaste y ahora te desmayas. No creo que esa sea tu respuesta y/o excusa."
Me dejó sin palabras, y mi mente estaba aún en estado letárgico como para pensar en una respuesta inteligente que me permitiera escapar de la incomodidad de la situación y seguir con mi trabajo. Pero llevo trabajando 3 años aquí, Rob sabe bien cuando me pasa algo. Más que una relación jefe-empleada, nos considerábamos amigos, a pesar de la edad.
Rob me miró primero y luego a la señora, que no era más que una clienta, se paró al frente de ella y le agradeció por todo. Yo sólo pude sonreír, mi estado no me permitía más. Luego volvió a sentarse a mi lado, tomando mi mano con una de las suyas y secando mi frente con la otra, Rob volvió a encontrarse conmigo y entregó su más sincera mirada.
"¿Tiene que ver con tu novio? Conozco tu sensibilidad, y si él es tan importante para ti como para provocar que te desmayes, entonces como jefe merezco saber qué pasó. Te llevaré a tu casa y te tomas hoy y mañana libre. Mañana irás al médico y me contarás que provocó tu desmayo aparte de la falta de sueño y apetito. Ahora, comienza a levantarte de a poco mientras me explicas todo, ¿ok?"
Y así fue. Mientras Rob me llevaba en su auto hacia mi casa, yo le conté lo que había pasado los últimos cuatro días. Dan decidió terminar 2 años de relación. Todo por una fan.
