Me desperté y lo primero que vi fue su espalda cubierta con las suaves sábanas blancas que usaba en mi cama cada vez que pasábamos la noche juntos en mi apartamento. Conté los lunares de su espalda por unos minutos antes de taparlo completamente evitándole el frío mañanero y finalmente me levanté de la cama.
El reloj marcaba las 8:15 a.m y yo estaba preparando el desayuno antes de que Dan despertara y yo fuera a trabajar. Exprimí unas cuantas naranjas, tosté pan y piqué diferentes frutas, el menú de desayuno de lunes variaría un poco más gracias al invitado especial. Lo sentí bajando las escaleras, el hervidor tenía el agua lista justo a tiempo, para que cuando él cruzara la puerta de la cocina, su café con leche y tres de azúcar ya estuviera esperándole en la mesa, junto a todas las demás cosas.
Me senté en la mesa y él se sentó frente a mí, pero hoy como ninguna otra mañana, olvidó besar mi mejilla y desordenar aún más mi cabello, como lo hacía siempre. Casi dos años repitiendo la misma rutina, sintiendo los mismos labios en mi cara y por primera vez me sentí ignorada. Dan solo se sentó, tomó su celular y comió el desayuno en silencio. Estático mirando el celular, solo sus dedos se movían frenéticamente y de vez en cuando cambiaban de posición para poder comer, sin pronunciar una palabra.
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"Generalmente evito tener mi celular en la mesa cuando estoy con alguien más, y si es Dan, desconecto mi mente para aprovechar los minutos que tengo con él, pero lo único que pude hacer en ese desayuno fue mirarle. "
"¿No te habló en toda la mañana?"
"Nope"
"¿Y tú no le hablaste a él?" Insistió Rob, añadiendo un poco más de asombro a cada pregunta.
"Sí, Rob, sí le hablé..." Contesté desanimada y cortante.
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Luego de haber acabado mi vaso de jugo, me acomodé en la silla de tal forma que Dan notara lo que yo estaba implicando. Alguien tenía que romper el silencio, y esa iba a ser yo.
"Buenos días, Dan" Dije cálidamente, mientras le mostraba una pequeña sonrisa.
"Buenos días" Respondió, y siguió masticando su tostada mientras miraba el celular. Me sentí incómoda. Revolví un poco la fruta y pensé en algunas otras frases para continuar el diálogo.
"¿Cómo dormiste?" Me acomodé en la silla pensando en alguna frase que pudiera alargar la conversación.
"Muy bien" Dijo, acomodándose también, interrumpiendo cualquier idea que pudiera haber salido de mi mente. "Descansé lo suficiente para tener un buen día" Terminó su idea rápidamente y me miró, después de toda una mañana me miró. Sonrió y se levantó de la mesa, dejó la mitad de su tostada y la taza de café con leche llena en el lavaplatos, luego de eso subió rápidamente a mi pieza.
No pude evitar sentir un vacío y mucha preocupación. Me quedé sentada un momento, contando los minutos que tenía antes de tener que salir de mi casa para trabajar. Pensaba y pensaba en que estaba pasando por su mente, sin embargo, sabía específicamente que podría arreglar su ánimo aunque fuera un poco, o quizá podría estabilizar las cosas.
Subí las escaleras dando pequeños trotes. Llegando a mi pieza encontré a Dan acostado y sin taparse, mirando la pantalla de su celular. Sin polera y sólo con bóxers, tal y como había dormido la noche que acababa de pasar. Habíamos eliminado los centímetros de distancia y la ropa innecesaria para que la noche fuese buena, romántica, y ahora estaba ignorándome y yo... también.
Tomé el celular que había dejado en mi velador y me dirigí directamente hacia el armario, que estaba posicionado mirando de frente a mi cama y puse el plan en marcha. Comencé a cambiarme de ropa al frente de el de forma intencional, pero dándole la espalda. Mis intenciones eran que el notara que yo estaba ahí, y que su celular podría esperar un poco antes de que los minutos libres que nos quedaban se agotaran, aunque por fuera pareciera que simplemente me estuviera alistando.
Elegí unos jeans rotos, unas converse blancas y una polera verde militar que quedaba perfecta con mi figura, ni muy apretada, ni muy suelta. Dejé todo encima de la cama, justo al lado de sus pies.
Comencé sacándome los shorts de seda de pijama que él me había regalado, quedando solo en ropa interior. Cada vez que dormíamos juntos transpirábamos aunque hiciera frío. Dan irradia mucho calor corporal.
Bajé mis shorts de forma lenta y suave, y los dejé en la punta de la cama, encima de la otra ropa, sin siquiera mirar, cuando sentí que Dan dejó su celular en el velador. Touché.
Aún así, no giré, ni lo miré, seguí cambiándome de ropa. Quería llevar mi pelo en un moño alto, para que las ondas que se formaban lucieran más, y así mi cara se despejaba de cualquier cabello incómodo que pudiera soltarse. Tomé un elástico y comencé a peinarme, estiré mis brazos y antes de alcanzar el espejo para ver con precisión lo que estaba haciendo sentí sus cálidos y largos brazos abrazar mi torso semi-desnudo. No pude evitar que una pequeña sonrisa se formara en mi cara. Solté mi pelo y Dan me giró suavemente para que quedáramos frente a frente, pero no pude sentir su piel. El ya se había vestido.
"Phil acaba de enviar un mensaje, debo caminar a mi casa lo antes posible"
"Pero..." Me apresuré en contestar, aunque fuese de manera inconsciente.
"Esta tarde podemos terminar lo que acabas de empezar, ¿está bien?" Dijo con una pequeña y coqueta sonrisa mientras me miraba fijamente.
Sentí como que había fallado de manera humillante por primera vez en dos años. Miré hacia el piso y asentí rápidamente. Me di la vuelta y me vestí lo más rápido posible mientras él solo esperaba apoyado en el marco de la puerta de mi habitación. Y como toda la mañana, mirando su celular.
Tomé mi bolso, mi celular y un poco de maquillaje y salí de mi habitación pasando por su lado, sin decir nada, ni escuchar nada. Bajamos las escaleras y tomé las llaves del piso. Abrí la puerta y esperé a que Dan saliera, me puse delante de él para poder cerrar la puerta, me di media vuelta y caminé.
"¿No vas a despedirte?" Dijo confundido y estático al frente de mi puerta mientras guardaba su celular en el bolsillo trasero del pantalón obscuro que llevaba puesto. Toda una mañana con él, menos de diez minutos intentando llevar a cabo un plan que falló de forma humillante y yo ni siquiera me fijé en qué llevaba puesto.
Sentí dolor. Lo estaba ignorando y el lo sabía, y yo bien sabía que eso le dañaba más que otra cosa. La impotencia de la situación me hizo olvidar completamente que Dan caminaría hacia la dirección contraria. Él, como nunca, no me dejaría en la puerta de la biblioteca hoy. Di media vuelta, por segunda vez y me acerqué para darle un beso en la mejilla y el me detuvo rápidamente para luego agarrar mi cara suavemente con sus manos y darme un beso largo, largo y suave.
"Te quiero... escríbeme cuando llegues a casa, ¿ok?"
"Te quiero muchísimo, Dan" Dije, con pequeños rastros de tristeza en mi voz mientras miraba hacia el piso. Lo sentí suspirar y luego sentí sus labios en mi frente. Vi sus pies desaparecer, seguido por lágrimas silenciosas que caían al piso. Di media vuelta y caminé.
Al continuar el día las cosas no dejaron de ponerse peor.
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