PRÓLOGO

47 5 2
                                    

LILIANA JONES

–Mamá no quiero ir a comprar arroz– le dije así gritando.

–Liliana ya tienes 4 años y medio ya puedes ir a comprar tu hermano tiene 5 y me compra más cosas, no reclames y compra– hablo mi mamá con voz dulce.

–Está bien...– le dije casi renegando.

Agarre el dinero y salí a comprar el arroz, no me gustaba ir a comprar por que tenía miedo a que algo malo me pasara en la calle, tengo 4 años y medio ya estoy muy grande como para tener miedo. Si pude matar a una hormiga ¿por qué tenerle miedo a las personas?.

–Buenas tardes, me da una bolsa de arroz...– El que me atendió era un niño más alto que yo. Me quedo mirando hasta que me acorde que mi mami me decía que tenía que decir siempre por favor así que lo hice– Por favor me puede dar una bolsita de arroz,¿si?.

–¿Qué tenemos por acá?, una niña rubia, blancona y pecosa pidiéndome arroz. ¿Para qué lo quieres?.

–Dame arroz por favor– sin mentir me dio miedo su voz, era la primera vez que me preguntaban algo así, donde está el señor o la señora que le atienden a mi hermano. Yo puedo con el niño grande.

– Es que tu mamá no te ha enseñado modales pequeña malcriada– me está ofendiendo no sé qué hacer tengo ganas de llorar.

– ¿Arroz?, no hay arroz– le dije temblando.

Se fue a quien sabe dónde y me trajo el arroz en bolsa.

–Son 3.50 niña pecosa– le di el dinero, no sabía contarlo pero me hice la que si sabía. Lo miré de reojo y vi cómo se reía ,de mi supongo. Me recibió el dinero y yo me fui a mi casa.

–¿Porqué demoraste tanto, mi pequeña?– me preguntó mi mama preocupada.

–No se, se demoraron en traerme el arroz mami, me iré a jugar– le dije al ver a mi hermano con sus soldaditos en mano.

–Está bien, después te bañas.

No escuché lo último que dijo por que fui corriendo hacia mi hermano a jugar con sus soldaditos. Después de jugar hasta cansarme y reírme hasta que me doliera la pansita, me puse a pensar en el chico que me atendió. Me dio mucho miedo que me dijera eso, pero yo podía con él. Era muy alto o quizás yo soy muy pequeña, no se. Tenía cabello castaño, ojos claros, marrones específicamente, su color de piel era algo así blanco por algunas partes y por otras medía bronceado. Supongo que habrá ido muchas veces a la playa ya que estaba rojo cuando lo vi. Es muy guapo pero no tanto como mi ken obvio.

Liliana ven a comer– dijo mi madre, tan dulce como siempre.

–Voy mamá– mis pies eran muy chiquitos que tenía que hacer una maniobra para bajarme de la cama.

–Liliana, la comida se enfría.

–Ya voy– le dije gritando por qué no encontraba mis pantuflas.

Cuando al fin las encontré me dirigía a la cocina cuando mi mamá entro al cuarto molesta.

–¿Qué tanto haces que no vienes?, te estoy llame y llame y tú nada. Tu hermano ya está en la mesa vamos.

–Buscaba mis pantuflas mami, y por es...– me interrumpió mi mamá antes de que yo continuara.

–No quiero oírte con tus excusas ya vamos– me cargo y me llevó a la cocina.

Yo quería tanto a mi mamá, se me olvida que mi mamá no podía hacer mucho esfuerzo por qué estaba embarazada. Aún no sabía que iba a ser pero mi hermano y yo estábamos muy contentos por eso. Me fui a almorzar como de costumbre y pues tenía ganas de chocolate así que le pedí a mi mamá y me mando a mi hermano y a mí a comprar, yo normal ya que era latechoco mi mamá me decía decir eso en vez de chocolate por qué decía que así iba a tener más fluidez para pronunciar las palabras.
Y ahí estamos mi hermano Eduardo y yo en camino de los latechocos para comerlos.

–Buenas, ¿tiene chocolates?– dijo mi hermano entusiasmo, claro no tanto como yo.

–Si, pero que tenemos por acá la niña pecosa ¿de nuevo?– dijo el chico más grande que yo, hasta ahora no se su nombre pero cuando lo descubra ya no será un desconocido, bueno si también lo llego a conocer.

–Si, Piero. Ella es mi hermana Liliana– dijo mi hermano como si lo conociera de años.

–No se parece tanto a ti, quizás más a su papá–dijo Piero.

–Quizás, pero igual así la quiero– yo también quiero a mi hermanito.

–Bueno sería un sol– dijo Piero con una sonrisa de oreja a oreja.

Mi hermano le dio el dinero y nos fuimos a la casa, no le pregunte nada de Piero ni de cómo se conocían yo solo quería chocolate y nada más.

SOLO ME QUEDA DECIRTE ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora