2

3 1 2
                                    

El Campus era un lugar grande, amplio y cuidado, en mi opinión tal vez demasiado cuidado, cada hoja de los arboles estaba alineada, tal como las flores, que crecían con un patrón determinado, al igual que el césped, 34 milímetros, no lo se, tal vez la estraña era yo pero me gustaba la idea de una naturaleza agreste e inexacta, que el orden natural fuera en si mismo un desorden por definición.
Al llegar a la valla universitaria vire la vista al edificio gris que quedaba medio oculto por los arboles que crecían en la orilla del lago. Y como cada mañana me dirigí allí con paso decidido para adentrarme en la facultad de ciencia.
Después de cruzar la verja azul marino de la entrada salude tímidamente a un par de profesores que ni siquiera me habían reconocido, y de nuevo seguí caminando hasta la moderna puerta de entrada a la facultad. Mi cartera color arena no paraba de resbalarme del hombro hasta que cedió por completo y acabo en el charco de lodo mas cercano. Suspire enrabiada mientras observaba como los libros resbalaban del bolsillo interior de la bolsa, me puse en cuclillas y extendí la mano hasta poder agarrar el asa completamente ensuciada por el asqueroso mejunje marrón. Mierda -susurre desganada- intente aproximar mis dedos sin tocar el charco, pero acabe mojando las puntas de las bailarinas granates. En medio de esta operación el timbre sonó estrepitosamente e intentando ser ágil sumergí mi mano asta la muñeca en el profundo hueco y saque los libros, totalmente mojado y sucios. Estaba justo a la orilla del camino de tierra que llevaba a la puerta de entrada, y todos los alumnos que pasaban cerca me miraban extrañados y los que se habían fijado en mi podían esquivarme, mientras que otros chocaban contra mi cadera continuamente. Mi ropa estaba completamente mojada por aquella densa mezcla de tierra y agua, estaba siendo todo asqueroso, y por si mi humillación fuera poca el conserje salió de la facultad y se me quedo mirando sin tan siquiera hacer ademán de ayudarme por lo que no tuve mas remedio que coger todo lo que se había caído (obviamente empapado) y apretarlo contra mi pecho como podía, corrí hacia el edificio y aparte las puertas acristaladas con la mano mas sucia, un poco por poder hacer que el conserje tuviera que limpiar de aquella inmaculada lamina transparente, no solo lodo, sino también arena hierba y pequeñas piedrecitas que se me habían colado entre los dedos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 26, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre las nubes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora