XXVIII

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Mi corazón no latía, pero mis pulmones seguían aportando oxígeno a mi cuerpo. Un privilegio del que sería privado pronto.

Me subí a la silla y coloqué con cuidado la cuerda al rededor de mi cuello.

Ya no tendría que sufrir, ni hacer sufrir a YoonGi. Todo acabaría de una vez por todas. Y así fue cuando me baje de la silla y mi cuello fue fuertemente rodeado por la cuerda.

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