Mensajera

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Priyanka despertó en una habitación de unos pocos metros cuadrados, su ropa estaba arrugada, el cuerpo le dolía tanto que la muerte parecía ser la mejor liberación.
Un pequeño espejo reflejaba un destello de la ventana en la pared contigua, era tan diminuta que apenas se le podría llamar ventana, tenía rejas gruesas y no sabía por qué, ya que no podría pasar por ahí por más que lo deseara.

Se acercó al pequeño espejo y miró su rostro cansado, tenía varios cortes y un moretón en la mandíbula.
Sintió que todo daba vueltas, estaba confundida y muy mareada, a duras penas logró sentarse en el suelo.
En ese preciso momento dos hombres abrieron la puerta de hierro con brusquedad y se acercaron a ella, la tomaron de los brazos, y arrastrándola la llevaron por un pasillo en penumbras hasta una oficina pintada de blanco, con dos sillas y una mesa negra de acero.

—Tengo a la mismísima Priyanka Krishnamurti frente a mis ojos. —Un hombre con el rostro cubierto por una tela negra habló. La mujer respondió con silencio. —Ya veo cómo será entonces.

Silencio.

—Bürki no debió matar a mi hombre esa noche Priyanka. Solo debía ganar. No lo hizo gracias a vos, y ahora yo estoy pagando las consecuencias de eso. Lo curioso es que vos lo forzaste a matarlo, le diste el mismo rosario que ahora tenés colgado en el cuello. ¿No te provoca rechazo portar un objeto que ha matado tanta gente?

—¿No te provoca rechazo tener a una mujer secuestrada y maltratada?

Él rió —no si esa mujer es una asesina. Siempre sabré las cosas que trae tu familia, Priyanka. Y a vos te toca pagar por los pecados de tus padres, a todos les toca, pero a vos tus padres te dejaron una herencia con la que no podés cargar sola y arrastraste a Bürki hasta esto. Todos y vos en especial, sabe cómo va a terminar esto.

Más silencio.

—Entonces lo haremos así, nos dirás dónde está Roman Bürki y te dejaremos libre, pero antes le entregarás un mensaje muy simple. Morirán.

—¿Qué te hace pensar que lo voy a traicionar para que después me mates?

—Priyanka, vos y yo sabemos que te abandonó y no puso impedimento para que te llevaran. No te buscó, están en lo clandestino y si hubiera querido, con los contactos que ambos tienen, ya estarías camino a cualquier lugar del mundo que desees y yo estaría muerto. Lo sabemos. Te traicionó y esta es tu oportunidad de vengarte.

—De todas formas voy a morir.

—Te estoy dando el beneficio de despedirte de forma propicia.

La mujer rió, no lo podía creer.

—Hagamos esto, —con todo el descaro posible, se atrevió a proponerle un trato— te daré su exacta ubicación, y me perdonarás la vida. Después de todo, yo solo entregué el rosario, él tomó la decisión de usarlo para asesinarlo.

Ahora fue él quien rió.

—Me parece justo, todos obtendremos lo que queremos, ahora, ¿dónde está?

—En Dortmund, Alemania. Seguramente visitando a Marco Reus, su viejo y exitoso amigo.

—Gracias y perdón Priyanka, pero el mensaje debe quedar claro.

El hombre hizo un gesto con la cabeza hacia los que la trajeron y estos la volvieron a tomar de los brazos y la llevaron arrastrando hacia donde estaba con anterioridad.
La encerraron por días, la obligaron a repetir el mensaje cada media hora, la privaron de comida y agua, y cuando parecía que nada fue peor, comenzaron a golpearla. Cuando estuvo suficientemente débil y las heridas en su cuerpo fueron notorias, la subieron a una camioneta.

Supo de alguna forma que no estaba en Pakistán, más bien parecía Afganistán o Siria, no logró diferenciar, solo sabía que su tierra no permitiría que eso le pasara.
El dolor en su cuerpo era tal que se transformó en un estado continuo de miseria, se sentía famélica.
La sedaron, y cuando despertó ya se encontraba en una camioneta diferente, rodeada de hombres en traje, la dejaron frente a una hermosa casa.

"Alemania", se dijo.

La tiraron de la camioneta como si fuera todo menos un humano, el dolor aumentó, le hicieron una seña de que tocara a la puerta y a duras penas lo hizo. Los hombres cerraron la puerta de la camioneta y se fueron muy rápidamente.

Priyanka disfrutó su último momento de paz, porque cuando Bürki abriera la puerta, se desataría una discusión eternizada, y la muerte iba a perseguirlos hasta que finalmente los encontrara.

Retornar de lo irretornable |Roman BürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora