Twinkle Twinkle Little Star... Oneshot

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Como todas las noches, Heechul iba a sentarse en medio de la oscuridad de aquel enorme jardín, a mirar las estrellas. Especialmente siempre miraba a una, aquella que resplandecía con luz propia, no la envidiaba, pero si la admiraba y algún día...

- Si pudiera tan solo pudiera... - se decía.

Era tanto su afán de verla, que cada noche no podía faltar a su cita con ella, su lugar favorito para observarla, una bella banca de aquel enorme jardín.

Heechul tenía 16 años, sus padres desde tiempos remotos, servían a la familia Choi. Y él desde niño se crió en la mansión. Podía ir a la escuela, hacer sus deberes y de vez en cuando ayudar con las labores que requería una casa tan grande como aquella.

Sus padres eran felices con su destino, estaban juntos, se amaban, tenían un techo donde vivir y sus patrones los trataban muy bien. Incluso Heechul, le fue otorgado el permiso para jugar con el joven heredero, quien era dos años mayor que él. Convirtiéndose en su amigo de juegos, con el compartió toda su infancia y ahora, en su adolescencia, no lo veía tanto como antes.

El joven Choi Siwon, tenía una agenda completa, entre sus estudios, cumplir con sus tareas y deberes de heredero. Debía presentarse en fiestas, reuniones o acompañar a sus padres en los eventos que como familia, requería su asistencia.

Por eso Heechul, se veía privado de su mejor amigo.

Sus padres no entendían del todo esa fijación de Heechul por salir cada noche al oscuro jardín a admirar las estrellas, al menos eso es lo que los señores Kim creían. Lo dejaban hacerlo, porque pensaban que su hijo tan solo era un joven soñador, pues estaba en edad de serlo. No le hacía daño a nadie y a menudo se le veía feliz a Heechul, al regresar de su paseo nocturno por el jardín. Aunque esto sucedía muy poco.

Esa noche como todas, camino a oscuras hasta su lugar predilecto, en el cual podía ver las estrellas. Solo los sonidos nocturnos lo acompañaban esa noche, los grillos y algunos animales que se disponían por fin a dormir. El frío calaba un poco sus huesos, pero estaba acostumbrado a ello.

La noche era preciosa, hasta creía ver el cielo azul por la claridad que daban la luna llena y las estrellas. Sentándose en aquella banca, metió sus manos a los bolsillos de su sudadera tratando de darse calor y levantó su cabeza.

- ¿Cómo me pregunto lo que eres?... tan alto, estando en la cima de mi mundo... - se preguntaba Heechul con un dejo de tristeza en su voz.

En seguida bajó su cabeza soltando un suspiro. El aire tibio que soltó sus pulmones, pronto hicieron una pequeña nube frente a él, era una noche muy fría.

- Como un diamante en el cielo, eso eres. Tan brillante, como las mismas estrellas... pero hoy no brillas para mí.

Se levantó de la banca y volvió a suspirar, entonces trató de subir a esta, con sus pies encima, levantó su cabeza al cielo. Sacando una mano de sus bolsos, la estiro intentando alcanzar aquello que admiraba, sintiendo el frío acalambrar cada uno de sus dedos. Era imposible, sabía que no lo podría alcanzar, tan lejana e inalcanzable como aquella estrella.

Por más que intentara jamás podría compararse al brillo de esta. Sus dedos abiertos, moviéndose al aire, Heechul los observaba triste.

- Sin tan solo pudiera... una vez más...

El ruido de unos pasos lo hicieron girar sobre la banca, detrás de él la oscuridad se cernía, no podía ver gran cosa, pero escuchaba claramente.

- ¿Quién anda ahí? – pregunto seguro de que le iban a responder.

- Te he dicho que en noches frías no debes salir, Heenim.

- Yo... es solo que...

- Si, lo sé. – dijo la voz, dejando ver a la persona que ya se encontraba cerca de él -. Y no sabes lo feliz que me hace saber que puedo venir y encontrarte aquí observando las estrellas.

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