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JANE

Sujeto ambas toallas y las arrimo a mi pecho.

Desde que me subí al coche de Donovan no he dejado de asombrarme cada vez mas y mas de cada una de las cosas que contemplaba en el trayecto. Si ya lo decía mi madre: «Hay gente que nace con estrella y otros directamente nacen estrellados».

Cada rincón de esta casa grita dinero y creo que por ese motivo estoy siendo un poco cortante con él pese a que no ha hecho otra cosa más que ofrecerme su ayuda para que me sienta cómoda en todo momento.

Donovan vuelve a sonreír antes de salir al dormitorio dejándome sola en el baño. Mi vista va directa al jacuzzi y lo primero que pienso es que posiblemente no tenga otra oportunidad de disfrutar de tanta amplitud en una bañera de esas dimensiones en la vida.

Mientras me desvisto no dejo de cotillear por el cuarto. El mármol cubre desde el suelo a las paredes. Me agacho para sentarme en el borde del jacuzzi y abro el grifo rezando para no meter la pata dándole a alguno de los botones. Es la primera vez que uso uno y estoy segura de que lo joderia.

Los ricos son un poco raros, ¿para qué tendrán un televisor de plasma en un baño? Normalmente cuando yo entro en el baño de mi apartamento lo único que hago es contar los segundos que me quedan de agua caliente e implorar no encontrarme con ninguna visitas indeseada que suba por el agujero del desagüe.

Niego con la cabeza mientras pruebo la temperatura del agua con el dorso de la mano. ¡Perfecta!

Estoy deseando meterme y perder esta sensación que tengo en el cuerpo de asco. Si cierro los ojos puedo sentir de nuevo las manos de ese cerdo sobre mi piel y me da verdadero coraje no haberle plantado más resistencia de lo que lo hice.

La pequeña tela que cubre mi cuerpo se desliza hasta llegar a mis pies quedándome en ropa interior.

—Jane —escucho su voz a través de la puerta—. ¿Necesitas ayuda?

—¡¿Qué?! —doy un salto del susto.

—No quiero que te caigas mareada y te abras la cabeza —dice con voz calmada.

—Estoy bien, gracias —le indico aun sintiendo el corazon en la garaganta.

Expulso el aire de los pulmones al no volver a escuchar de nuevo su voz. Me pone demasiado nerviosa y se me da por actuar de manera rara. Necesito despejar la cabeza lo mas seguro sea por culpa de la bebida.

—Vale, voy a preparar algo para picar, si necesitas algo me avisas.

—De acuerdo —le respondo mientras me retiro el sujetador.

Una vez desnuda completamente, meto un pie con cuidado apoyando la mano en una de las paredes. El vaho a comenzado a cubrir el ambiente del baño y tanto el suelo como donde tengo la mano apoyada están resbaladizas.

Me siento y disfruto de la sensación de paz y tranquilidad durante unos minutos. Extiendo el brazo y sujeto el bote más cercano de gel. Me esparzo el mismo por brazos, piernas, pecho y cuello. Buscando sin resultado la sensación de pureza. Mis lágrimas se acumulan en mis ojos, los cierro con fuerza negándome a ser débil.

Mi trasero se desliza poco a poco. Inhalo con fuerza y hundo mi cabeza por completo. Los mechones de pelo se mueven por el movimiento que hago con las manos. Me gusta esta sensación.

DONOVAN

Después de ese grito asustado cuando le he preguntado si necesitaba ayuda, he preferido darle su espacio y preparar algo para comer. Con la cantidad de alcohol que ha ingerido esta noche, en la bendita fiesta, necesitará comer algo para ayudar a limpiar el organismo.

DesterradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora