Comienza la aventura.

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-10 de diciembre, año 4997
Un rayo de luz atravesaba por la ventana, se escuchaban niños jugando en las afueras del vecindario, y en el ambiente se sentía la entrada de la primavera. Se podía percibir un olor algo peculiar a... ¿chocolate? Si, era chocolate con bayas moradas, mis favoritas, y ademas algo se quemaba y de cerca se escuchaban unos susurros pero no importaba, al fin era domingo, domingo 10 de diciembre, un día de descanso absoluto... si, mi añorado descanso luego de tantos domingos practicando en la arena.
-Pia, a la cuenta de tres, ¿entendido?
-Si Marcus. 1...
-2...
-3!! Sorpresa Max!!!
Al escuchar ese estruendo me levante de inmediato y vi un flash cubrir mi cuarto entero, no puede ser que lo haya olvidado, era 10 de diciembre, el día de mi cumpleaños numero 15.
-Ugh, mamá, ¡¿que haces?!- dije completamente irritado por el hecho de que me hayan levantado en mi aparente "domingo perfecto" y me hayan apuntado con el flash de una cámara justo en la cara.
-Vamos Max, tranquilo, ¡es tu cumpleaños 15!Es una fecha importante, la fecha en la que oficialmente tienes permitido aprender manejo de energía de alto nivel.-
Ya me veía venir ese pretexto de mi papá, y mas cuando tu papa es el que enseña manejo de energía en tu academia.
-Tienes razón papá, gracias por el queque y la sorpresa, a ambos.-
-El queque es para la noche, ve a alistarte, tu regalo te espera afuera.- dijo mi mama con su típico tono juguetón de cuando hay una sorpresa esperándome.
Ambos mis padres se retiraron de mi cuarto. En realidad, el enojo se me paso a los 2 segundos, estoy muy agradecido de tenerlos a ambos, y pues, ¿que mas podría pedir? Todo era perfecto, el hecho de ser el hijo de los dos mejores gobernantes y de paso que sean los mejores amigos que he tenido ayudaba mucho. Ambos son bastante jóvenes y enérgicos, me entienden bastante bien. Mi padre Marcus era el típico tipo semi musculoso y alto, con una barba mañanera varonil y su pelo lacio castaño, lo llevaba un poco largo y ademas de eso una sonrisa que denotaba confianza, normalmente iba vestido bastante casual con una camisa a cuadros abierta y por dentro alguna camisa regular, no parecía gobernante, pero en su traje de oficina, daba miedo. Honestamente se veía juvenil, pero siempre que se lo propone es una gran figura de liderazgo. Mi madre por otro lado era ese tipo de mamas que siempre andan arregladas. Su sola figura era elegante, pelo largo castaño hasta la espalda y una tez blanca, verla en su trabajo de verdad te hacia pensar en ella como una mujer fuerte y poderosa, lo cual no es mentira, ya que es comandante en primera fila y tras de eso tiene el título de suprema gobernante. Lo se, da mas miedo que mi padre.
Me aliste rápidamente y baje las escaleras, en una fracción de segundo, mi padre me tomo por detrás y me tapo los ojos, me tenia completamente inmovilizado en una llave.
-Si te mueves, vuelo tu regalo en pedazos- dijo a manera de broma.
-Créeme papá, no tenía planeado moverme, y menos si eres tu quien me inmoviliza.-
Sentía como me llevaba hasta afuera, justo a la entrada de la casa. Podía oír a los niños menores riéndose y comentando. Luego mi papa poco a poco fue soltándome hasta que logre ver mi regalo, el cual pues, no acababa de entender que rayos era.
-¡Sorpresa Max!- dijo mi mama entusiasmada mientras tomaba una foto y corría hacia mi a abrazarme. Los niños del vecindario también decían "sorpresa" al unísono.
-Emmm, ¿mama?-
-¿Si cariño?-
-¿Por qué hay un palo blanco con luz azul en el suelo?-
Mi mamá se comenzó a reír al igual que mi papá, no entendía por qué se reían.
-Max, eso es porque aun no has abierto tu regalo.- me guiñó el ojo mientras me abría paso hacia el palo y preparaba la cámara. Los niños también se apartaban poco a poco.
-Veras Max- dijo mi padre mientras se acercaba al palo y me lo entregaba en las manos. -Para desenvolver este regalo tienes que tomarlo de ambos extremos y separar el centro.-
-B-Bueno, lo intentare.-
Tome con fuerza el palo y algo tembloroso jale hacia ambos lados, su centro se abrió y de la nada una especie de luces holográficas empezaron a trazar líneas en el aire que pronto se volvieron solidas, dandole forma a un armatoste de metal. Los palos tomaron forma de manubrio de motocicleta, y del armatoste salieron llantas y un motor, todo eso formándose gracias a la tecnología de hologramas sólidos de mis papás.
-¡No, puede, ser!- grite de emoción al ver que era el ultimo modelo de motocicleta en el mercado.
-¡Si si puede ser!- grito mi papa a mi lado mientras observaba lo bien que se veía la materialización en persona. -Puede ir a mas de 650 km/h, y viene con un asistente inteligente de rutas.-
-Mamá, papá, ¡gracias! Son los mejores.-
Corrí a abrazarlos y luego volví a la moto, subiéndome a ella contemplándola.
-Hey, Max.- dijo mi papá. -¿Que te parece si damos una vuelta? Tu en la tuya y yo en la mía, tengo una ruta de practica preparada para no tener problemas con la ley, después de todo, ya has practicado antes con las motos de prueba del modelo anterior.
-¡Si! Vamos.- encendí el motor y me puse mi visor, la ruta preparada por papá apareció en mi visor y me indico a donde ir. Papá me seguía por atrás mientras yo empece a acelerar.
-¡Tengan cuidado!- dijo mi mamá desde lejos.
Aceleramos hacia los prados por donde sale el sol, y así, empecé mi gran travesía.

Max BastiaanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora