“Recuerdo que me dijiste que amabas el color de mis ojos, mis ojos no eran tanto como los tuyos, los tuyos eran marrones obscuro, eran gigantes, eran tan grande como la luna y guardaba mis mismas miradas pérdidas preguntando porque no me amabas.
Tu empezaste a salir con ese chico May y volví a mirar tus ojos, ya no tenían el brillo de antes, seguían siendo gigantes pero estaban rojos de tanto llorar.
Tu le dijiste que que amabas la luna y su densa inmensidad infinita, el te dijo que no lo entendía que solo era algo del clima.
Tu lo dejaste May, juro que nunca estuve tan feliz.”Oh querida May, esas pequeñas acciones erróneas tuyas me ponían feliz.