Ángel negro.

Capitulo 6

                 

*Narra Abraham*

La vi corriendo, golpeé con mi puño en la pared. La cague y en grande

¿Dónde quedó ese Abraham orgulloso? Ese Abraham que con solo un hola caían rendidas a mis pies, ¿dónde?

Se fue, desde que conocí a Elizabeth se fue, acostarme con todas esas mujeres no me ha servido de nada, solo hace que piense más en ella, en lo que se sentiría estar entre sus piernas, volver a sentir esos suaves y carnosos labios junto a los míos, jamás he sentido eso con ninguna mujer, su beso hizo que sintiera algo... algo que nunca en sentido, eso es... ¿amor?

.......

— Mamá — dijo un pequeño niño de ocho años.

— ¿Si mi amor? — dijo la mujer de cabello negro con ojos miel.

— ¿Qué es el amor?

— ¿Por qué quieres saber eso Abraham?

— Hoy una niña me dijo que me ama — la mujer empezó a reír. — ¿Qué es tan gracioso? — dijo el niño con un puchero.

— Mmm veamos — contestó la madre mientras ponía su mano en barbilla — el amor es lo que yo siento cuando veo a tu padre y en especial a ti y a tu hermano,esa felicidad de verlos, esa necesidad de querer estar con ustedes, saber que yo haría cualquier cosa por ustedes, eso mi pequeño Abraham, es el amor — soltó un suspiro.

— No te entiendo.

— Descuida lo entenderás a tu tiempo, cuando veas a esa persona con la que quieras estar el resto de tu vida — le dio un beso en la frente— ahora háblale a tu padre, que la cena está lista.

— Sí mami — el niño con sus pequeñas piernas corrió hacia a la oficina de su padre.

.......

¿Eso es a lo que se refería mi mamá? ¿Yo quiero estar con Elizabeth? 

—  Abraham, ¿estás bien? — escuché mientras tocaban mi hombro.

— ¿Qué quieres Sara? — pregunté fastidiado.

— Solo quería ver si estás bien.

—Si estoy bien, ahora vete.

— ¿Es por Elizabeth? — Me cuestionó en voz baja, volteé a verla — ¡es ella! ¿Verdad? Es ella la que impide que estés conmigo — dijo con la voz agitada.

— Eso no te incumbe — contesté.

— ¡Sí es ella!, ¿qué tiene ella que no tenga yo? — empecé a caminar sin ponerle atención. — ¡No me dejes hablando sola! — Dijo mientras corría a alcanzarme y agarrarme el brazo— dime que tiene esa zorra que... — no sé cómo pasó, fue algo tan rápido... mi mano estaba en su mejilla.

— No le vuelvas a decir de esa forma — dije amenazante, mientras ella giraba su rostro, mi mano estaba marcada en su mejilla roja, estaba llorando, jamás había golpeado a una mujer, pero no me siento mal, ella lo merece. — Espero que con esto entiendas — dije más calmando — o tendré que usar otras medidas contigo — dije acercándome a ella, mientras yo daba un paso hacia a delante y ella dos pasos hacia atrás.

— ¡Oigan! — Escuché a Liam gritando mientras corría hacia nosotros — Sara ¿qué te pasó? ¿Estás bien? — dijo preocupado al acercarse a Sara.

— Sí, estoy bien, ya... ya me tengo que ir— dijo con voz baja, empezó a correr, sería una idiota si volviera a molestarme.

—Abraham ¿qué le dijiste a Sara? — me volteo a ver.

— Solo le deje en claro que no hay nada entre nosotros.

—  ¿Tú fuiste?— lo miré confuso, no entendía su pregunta — ¿tú la golpeaste? — No contesté — ¿esa es tu forma de hacerla entender?

— ¿Y ahora te preocupas por ella? — pregunté con burla.
— Que no me lleve bien con ella no significa que me guste que la golpees, ella te ama, ella ha aguantado mucho por ti, y tú no aprecias eso.

— ¿A qué quieres llegar con tu platica? ¿A que vaya y le pida matrimonio? — le dije mientras miraba la salida.

— solo quiero que pienses en lo que has hecho, dime ¿qué crees que pensaría tu madre al saber que llegaste a levantarle la mano a una mujer?

— ¡Cállate! — grité.

— Ere mi mejor amigo, como un hermano para mí, y por eso te digo, no me gusta ver los pasos que tomas, cárcel, golpear a una mujer, ¿qué sigue? Dime Abraham ¿qué sigue? ¿Matar? — no dije nada. — Piensa en lo que te digo.

— ¿Piensas hacer el papel de mi mamá? — me reí.

— No, solo trato de que te des cuenta que me preocupo por ti — empezó a caminar — y otra cosa, Sara no tiene la culpa de tus desgracias, no quiero que la vuelvas a tocar de esa forma — se fue, me quede ahí parado.

Liam, mi querido y mejor amigo Liam, ten cuidado con lo que dices, ya que esas últimas palabras que dijiste son tu perdición.