Para cuando me desperté sentía que todo me daba vueltas, posiblemente por el alcohol que había bebido anoche. Luego de que llegará de la casa de mamá, los recuerdos y los tormentos se abalanzaron sobre mí.
Lo único que logré hacer fue coger una botella de Ginebra de mi estantería y beberla mientras escuchaba a Stevie Wonder y lloraba desconsoladamente.
Me senté en el borde de mi cama lentamente tratando de no hacer algún movimiento brusco que lograra marearme. Cuando conseguí ponerme de pie, camine hacia el baño de mi habitación, no me molesté en encender la luz, solo avancé hacia la ducha y abrí el agua fría. Me metí dentro sin sacarme la ropa que traía puesta. Solo deje que el agua me llenará y logrará sacarse lo malo de la noche anterior.
Cuando salí de la ducha sintiéndome un poco mejor. Me tomé un par de ibuprofenos y fui de vuelta a mi habitación, busque algo cómodo que ponerme, era sábado y no debía ir a la oficina. Una vez cambiado abrí las ventanas y deje que el aire frío entrara al lugar.
Camine hacía la cocina, necesitaba un café urgentemente. Puse agua a hervir en la cafetera, me preparé una tasa con café y azúcar, cuando el agua estuvo hervida la serví en la tasa y comencé a beber el café. El líquido caliente recorrió mi garganta pero la sensación no me molesto.
Abrí la nevera, tenía hambre así que me prepararía algo de desayunar. Pero para mí buena suerte no tenía nada más que un par de frutas en mal estado y un cartón de leche cuya fecha de caducacion era un misterio. Cerré la nevera y solo tosté el único pan que había en mi panera.
Cuando acabé de comer mi mísero desayuno, lave lo que había ocupado y lo deje secar sobre la rajilla. Fui hasta mi habitación de donde saque una chaqueta, me la coloque acomodándola en mi cuerpo. Me coloque también un gorro en mi cabeza y acomode mi cabello. Cerré la ventana que había abierto hace un rato, y tomé mi cartera y mi teléfono.
De vuelta en la sala tome las llaves del auto y tras cerrar la puerta y guardar la llave en mi bolsillo. Camine hacia el elevador, presione “Bajada” y esperé a que esté llegará. Una pequeña niña de cálculo unos siete años salió de uno de los departamentos continuos al mío. Ella era mi vecina, si mal no recordaba se llamaba Helen.
—Buenos días Luke —Me saludo ella, amablemente. —
—Buenos días Helen.
—Noa, el es el Luke nuestro vecino.
—Hola Noa —Salude a la pequeña, ella esbozó una tímida sonrisa y pude notar cómo le faltaban dos de
sus dientes delanteros —
—Hola señor Luke.
Sonreí, era extraño ver una niña aquí, no sabía que Helen tuviera una hija. Quite los pensamientos de mi cuando las puertas del elevador se abrieron, deje que ellas entraran primero y luego lo hice yo.
—¿Primer piso? —Pregunté
—Si por favor
Presione el número uno y el menos uno. El elevador comenzó a moverse, sentía la mirada de Noa en mi. Le sonreí y ella se escondió tras su madre, cuando el elevador se detuvo en el piso uno, ambas se despidieron de mi y salieron de este. Las puertas volvieron a cerrarse y en menos de dos minutos yo ya había llegado a mi destino.
Abrí la puerta del auto luego de haber quitado la alarma, me acomodé en el asiento del conductor y ajuste el cinturón de seguridad, encendí el motor y programe la calefacción y la radio, hoy no quería escuchar nada romántico, nada que me la recordara.
Tras pasar los cambios aceleré el vehículo y salí del estacionamiento. Iría al supermercado y también al centro comercial, tenía algunas cosas que comprar para mi casa. Pero antes que nada pasaría por un lugar. Al cual iba cada vez que me sentía solo.
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Baje del auto con las flores en mis manos, cerré la puerta y coloque la alarma, camine por la acera y crucé la calle. Las puertas del cementerio de Holmes Chapel estaban abiertas, entre por ellas y seguí un camino ya conocido para mí.
Minutos después estaba frente a la sepultura de Michael. Me puse de cunclillas y le coloque las flores en el jarrón de agua que estaba a un costado de su lapida.
