Un ángel

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Eran las 9pm. Llegaste a casa a buscarme. Bajé "vámonos" dijiste. Te sonreí y te dije "ya vuelvo". Fui por una chaqueta y bajé. Subí al auto. Empezaste a conducir. Después de unos segundos me preguntas a dónde íbamos. Te miré y me reí "no lo sé, dime tú" te dije. Le subiste volumen a la música. Yo me relajé y recosté mi cabeza al asiento. Miré por la ventana. Saqué un poco mi mano para sentir la brisa. Mientras dejaba que golpeara suavemente mi rostro. Luego de unos segundos decidí mirarte. Cantabas la música. Estabas concentrado en el camino, en la letra de la canción y yo en ti. "¿Quién lo diría, eh? Yo aquí contigo" me dije para mí misma. Te veías tan feliz y tranquilo. Te paraste en un lugar. Donde estábamos solamente tú y yo. Donde se veía toda la ciudad. Estuvimos varios minutos allí. Conversando, haciéndonos bromas, nos reíamos y hasta hubo silencio, de esos silencios en los que te sientes cómodo. De repente siento tus labios junto a los míos "¡Oh Dios!" dijo mi mente "¡Me está besando!". Te recibí el beso, tierno y cálido. Me miraste. Te miré. Pensé que te quitaría la mirada, pero no. Nunca lo hice. Fue impresionante. Ambos sonreímos. "Es hora" dijiste. Encendiste el carro. Volviste a subirle la música. Ambos cantábamos. Luego te quedaste en silencio y así te quedaste durante todo el camino. Te quedaste concentrado en mí. En mi voz. Como si mi voz fuera melodía para ti. Luego decidí callarme. Te miré. Seguías callado. Concentrado. Te veías fascinante. Luego miré por la ventana. Cerré mis ojos y dejé que la brisa siguiera golpeando mi rostro. Me recosté nuevamente al asiento. "Que delicia es sentirte en paz y tranquila ¿no?" dice mi mente. Sonreí. A lo que le respondí "Si, amo esto".

50 cartas y el alma rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora