¿Secretario?

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Todos los mejores trabajos se consiguen con muuucho esfuerzo, claro que al ser gerenta lo peor que podía pasarme es que ya estaba sobrelimitada de tareas por lo que no tenía practicamente tiempo para nada; menos para mí.

El no tener tiempo para mi me estuvo estresando por varias semanas, estoy sofocada. Miré de reojo mi escritorio, horas extra, vivir para el trabajo. Soy antisocial creo... Bueno, no realmente. Unos toques resonaron en toda la habitación como eco. - Pase. - Indiqué, cansada. Paulatinamente me dan cambios de humor, hoy por suerte no es uno de esos días.

Genial. Lo que me faltaba. Niall me miró desde el otro lado del cuarto, se veía tan recto como siempre: con su traje negro y resplandeciente, sus lentes bien puestos como inteligente de la clase. Este, también, es uno de los muchos motivos por los cuales me bajan las ganas de venir a trabajar.

Cada vez que lo veía la sangre me hervía y no precisamente de enojo, una punzada en la parte baja de mi vientre bastaba para que sintiera la necesidad de acostarme con él. ¡Qué pecado! Otra vez una fantasía se cruzaba por mi cabeza.

- Eh... Discúlpeme usted, necesito que me tome la llamada de un tal John Webber. - A ti te tomo lo que quieras. Tranquila ___, sé formal, recta. Algo se activó en mí.

- ¿Es muy importante? - Inquirí un tanto molesta, lo último que necesito son quejas o indicaciones de organización de los productos exportados.

- No lo sé, olvidé preguntarselo. Deme un minuto. - Bien eso, vete. Déjame. Suspiré aliviada al ver su partida, baño, baño, baño. Algo punzaba en mi entrepierna, era muy fuerte. Necesitada, parezco eso y lo estoy. Mi ausencia de sexo se ha prolongado por un año y medio aproximadamente.

Abrí la puerta, jadeante. Me introduje en él, lavé mi rostro con el agua fría. Mi carne estaba tiesa, me senté en la tapa del baño. Inpira, exala. Se hace peor, necesito hacer algo. Bien, optaré por pecar a mi suerte. Bajé mi falda azul marino junto con mi ropa interior, abrí lo poco que podía (y con dificultad) mis piernas, mi carne yacía caliente e hinchada.

Dos de mis dedos se rebuscaron que la parte más fina de mi cuerpo los envolviera, como en los viejos tiempos. Yo, viendo en la comodidad de mi cuarto un hermoso vídeo porno. Sí, yo, alguien digna, respetada, valorable, entre otras; se comportase como zorra al estar en su casa.

Gemí al sentir un contacto íntimo con mis dedos, mis fluidos recorrieron mis dedos y luego guié mis dedos a proseguir con un vaivén, empuja, mueve, saca, empuja, mueve, adelante, atrás. Suspiré y seguí. Tomé la curva de mi trasero como suelo hacer, imaginando que era la mano de alguien más.

De un momento a otro ya no tenía a mis dedos llenándome, me alarmé y abrí mis ojos. Oh... que lindo... Tenerlo aquí enfrente motivaba mi deseo sexual de manera estruendosa. Me estremecí al sentir sus dedos aparcar mi carne me tomé de los lados de la tapa, inquieta.

Se movió mientras me quejaba, su cabeza se movió impaciente. Tomó mis caderas para luego cargarme y besarme. Su beso era tan posesivo y ardiente. Me estampó suavemente contra la pared de azulejos posando su erección. - Oh... Niall... Sigue... - Rogué, lo pegué más a mí. Gruñó.

Frotó su masculinidad haciéndome agonizar, tomé su chaqueta bajándola hasta caer. - Eso solo no... - Carraspeó, soltó mi cintura para bajar sus pantalones y su ropa interior. Oh... Se ve grande. Mis caderas se movieron impacientes.

Tomé su cuello y lo besé con premura, con desespero. Llename. Sus besos fueron a parar a mi cuello, se acomodó entre mis piernas y se abalanzó sobre mí. Mi carne se estiró a sobremanera. - Oh... Niall... - Enredé mis dedos en sus hebras doradas.

Empujó, mi vagina se cerró sobre él. Gimió. - Haz eso, nena, se siente rico... - Me seguí cerrando, él empujaba con fuerza arremetiéndome mientras sollozaba.

- Acaricia mi trasero. - Sentía la necesidad de que me estrujasen mientras. Me humedecí más, la humedad recorría mis muslos. Su mano se acopló a mi trasero me sentía llena, mis piernas colgaban a sus costados.

- Eres tan suave, tan húmeda, estrecha. Oh... Pequeña, como he fantaseado tanto con tu cuerpo. - Me sentía elástica, vibrante. Me gustaba su verga, era tan gruesa.

- Fóllame, Niall. Fóllame más fuertemente. - Me embistió una y otra vez, parece que va a venirse. Cada vez estaba más grueso, sus ojos se cerraban, su miembro estaba caliente; sudaba, me exalaba su aire cálido. Me nalgueó con firmeza y grité. - Sigue, sigue.

Sentí el fondo de mi vientre vibrar, estaba construyéndose la base de mi orgasmo, algo que anhelaba. Desabrochó los botones de mi camisa dejándo a la vista mi sostén negro, lo acarició, acto seguido me lo quitó. - Son tan redonditas... - Me dijo con ternura, son pequeñas. Acarició mis pezones dándome más placer, mis uñas encontraron su piel encajándose en esta. - Vamos, preciosa. Vente. - Pero él acabaría primero... La electricidad corrió por mi anatomía. Jadeo. Besé sus refinados y suaves labios.

Ya lo siento, oh... si sabe cómo me gusta que me acaricien. Consumida por el placer me preparé para venirme, sus empujes brutales me incitaban. Como mi orgasmo era el más próximo seguí concentrada sintiendo su anatomía, aquella unión me contraje varias veces y el orgasmo me poseyó. Lo envolví como nunca lo hice, mi fluido corrió libre, gemí su nombre y me dejé caer en su hombro. Él me embistió una vez más a su gusto y me llenó de semen haciéndome estallar. Se mezcló conmigo.

(...)

Después de aquel día no hablamos del tema, solo seguí lidiando con lo que sentía realmente y con lo que no. Tal vez lo quería, pero nunca se lo diría porque el amor no siempre es posible.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2017 ⏰

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