Capítulo 1

24 1 0
                                    


¿Por qué ningún niño nunca quería jugar conmigo?

Eso me preguntaba mi último día en mi vecindario. El cual dejaríamos en unos 10 minutos aproximadamente y nos iríamos al infierno de una nueva casa, lejos de mis "amigos". Los cuales no tenía, pero con tal de no mudarnos los inventaba.

"Saturia, ¡apúrate o llegaremos tarde!" mi madre dijo mientras subía los paquetes al camión de mudanzas.

"¡No quiero ir madre!" dije yo desde el columpio del patio trasero de la casa que abandonaríamos.

Me gustaba este lugar. Aquí hay un árbol, donde se encuentra un nido de unos hermosos pájaros azules como zafiros. Mientras vivimos aquí mi padre me subía a sus hombros para que pudiera ver a esos pequeños pájaros indefensos, y cuando los veía quería ser como uno de ellos. Ocultos bajo las ramas, indefensos y cantores.

Mi madre nos arruinaba esos pequeños hermosos momentos, golpeándolos con la escoba para ver si se iban a otro lugar a "molestar". Así trataba a todos los que vivían allí, golpeándolos.

"¡Saturia, hablo en serio! ¡¿O no querrás que vaya a por ti?!"

Me levanté de inmediato al oír esas palabras, "a por ti". Bajé del pequeño columpio rojo que siempre me había gustado desde el día que llegamos a ese hermoso lugar.

Pero... Tenía que irme, porque si no me volverían a encontrar y no quiero que eso pase de nuevo.

Volteé por última vez al patio trasero de la casa. Allí se quedarían todos los recuerdos bonitos, mi papá y toda la historia de mi familia, antes de que pasara lo que pasó.

Me subí al camión con mi madre, la cual estaba hablando con el conductor de una manera muy seductora. El miraba a mi madre como si fuera un chocolate con chispas de colores, en otro modo "deseándola". Mi madre ya me había contado cómo se hacían los bebés, aunque yo tenía 15 años y yo no creía tener la edad apropiada para que me lo hubiera contado.

Pero, bueno... me contó todo con detalle, y ahí fue cuando mi niñez con inocencia añadida terminó.

---

Ya habíamos llegado al infierno del nuevo hogar. Era una casa muy grande y parecía que tenía por los menos 100 años sin residentes, porque había como un zoológico dentro de la casa. Lo peor de todo es que la casa estaba aislada de todo. Lo cual significaba que no había nadie alrededor de ella.

Era un bosque oscuro sin fin, un buen lugar para esconderse, supongo.

Mi madre y el conductor comenzaron a bajar todas las cajas del camión mientras yo subía las interminables escaleras para poder ver lo que iba a ser mi nueva "habitación".

Cuando abrí la puerta vi una hermosa cama con una colcha blanca muy esponjada, que combinaba con el color de la habitación. Al lado de ésta había una pequeña mesa de noche muy antigua con una vela que ya estaba completamente usada y una carta con una rosa. Me acerqué con mucha curiosidad hacia la mesita. Quería saber que contenía ese pequeño pedazo de papel. Decía:

Querida Rosanela:

Quería decirte cuanto te amo en estos momentos. Pero creo que no se

podrá. Pronto tendrás que irte a un nuevo lugar, y créeme, no fue tan fácil dejarte ir en esos momentos de locura y pasión. Pero... no puedo imaginarme con otra mujer que no seas tú, Rosanela. Quería saber si tú, desde el cielo y la luz eterna me podrías proteger como mi ángel guardián. En estos momentos de guerra y compasión. Protégeme Rosanela, y seré tuyo por siempre.

Con amor,

Tu dulce amado.

Cuando terminé de leer la carta me preguntaba ¿quién podría ser el "dulce amado"?

Bajé las escaleras para poder preguntarle a mi madre si sabía algo sobre esta carta.

Cuando bajé las escaleras, sólo escuché el camión de mudanzas arrancar. Salí corriendo para ver qué era lo que sucedía, lo único que vi fue la cabeza del conductor y una mano diciéndome adiós por la ventana del copiloto.

Lo único que sabía ahora, era que me habían abandonado.

---

Caminé dentro de la casa, desconcertada de lo que acababa de ocurrir. ¿Por qué mi madre me había abandonado?, y lo peor de todo, ¿por qué en un lugar tan oscuro, vacío y aislado?

Ahora confirmaba la frase que decía, "No puedes confiar, ni en tu propia sangre".

Rápidamente me acordé que si me habían abandonado en un lugar como éste, por lo menos me tuvieron que haber dejado comida o cosas provisionales para vivir. Fui corriendo cerca de las cajas, y, definitivamente me habían dejado comida, ropa, cobijas y otras cosas esenciales.

Mientras sacaba las cosas que iba a ocupar los próximos tres días encontré una carta junto a una caja.

Esta vez me dio miedo de que me echara a llorar en momentos como éste, porque de seguro, mi madre, no habría dejado nada sentimientos en esas pequeñas letras.

Así que me cambie en mis pijamas, puse una cama improvisada cerca de la "sala" de la casa, y me dormí.

Allí dejé la carta, esperando a que la abriera, para que pudiera ver lo que tenía que decirme mi madre, pero no lo quería ver. Porque ella de seguro siempre ha querido abandonarme, en un lugar donde no podría haber salida.

| Nota: ¡Hola a todos! Esta es mi primera novela así que espero que les guste. Me basé un poco en el videojuego "Beyond Two Souls" de Quantic Dream © y Sony Interactive Entertainment ©. Así que espero que apoyen esta novela y sobre todo ¡QUE LES GUSTE! Los veo en el próximo capítulo. |

Todos los derechos reservados©

Paulina Tuñas D.

Oscuridad EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora