Capítulo 2.

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Sinceramente, odio caminar. Llevaba casi media hora andando por varios pasillos del instituto para encontrar a los dos alumnos nuevos, ya que según Diana los dos son muy guapos y esta vez no se le escapa uno. Me tenía agarrada del brazo con su brazo, no merezco esta tortura.

-Diana, vámonos a clase -dije con fastidio. Ella se paró y antes de que volviera a decir nada me tapó la boca con su mano. Enfrente nuestra un chico de cabellera oscura se estaba morreando con mi hermana.

-Puta se nace, no se hace -dijo Diana con mucha rabia en sus ojos, me agarró de nuevo el brazo que posteriormente lo había soltado y me acarreó hacia la planta baja.- No entiendo cómo lo hace.

-Yo tampoco, pero es patética. Ni siquiera lo conoce bien, se lanza sin más.-solté de la nada, mi hermana era una persona que hacía las cosas sin pensar y a mí no me agradaba su forma de ser, ya que a veces no sólo hacía daño a los que la rodean, si no que también se hacía daño a ella misma y no se daba cuenta.

Mi hermana y yo somos muy distintas, ella es dos años más grande que yo, tiene una cabellera rubia impresionante, es alta, tiene un cuerpazo jodidamente envidiable. Mientras que yo soy algo diminuta, mi cabello es oscuro y mi cuerpo, bueno, es mi cuerpo.

Al tocar la sirena que indicaba el final de las clases me apresuré para salir inmediatamente de ahí con Diana detrás mía. Una vez fuera esperamos a que llegara la madre de Diana en su coche, se estacionó enfrente de nosotras y tocó el claxon.

-Hola, mamá -saludó Diana a su madre mientras nos subíamos al coche.

-Hola, Bárbara -saludé mientras me acomodaba en la parte de atrás, conocía a Diana desde los tres años por eso tenía suficiente confianza con su madre para llamarla por su nombre.

La familia de Diana era bastante concurrida, tenía tres hermanos gemelos de seis años y un hermano de nuestra edad, pero él era amigo de mi hermana así que no hablaba mucho con él, pero para las pocas veces que hemos hablado parecía un buen chico con malas amistades. En la familia de Diana todos son pelirrojos y tienen unos ojazos  esmeralda, que te caes al suelo.

-Ya hemos llegado -dijo felizmente la madre de Diana, repentinamente aparecieron tres cabelleras pelirrojas correteando por la sala.

-Ab -me dijo Jaxon, uno de los tres gemelos. "Ab" es como me llamaba siempre Diana.

-Hola chicos -saludé a cada uno desmelenándolos. Después de un buen plato de costillas con salsa barbacoa decidimos subir a la segunda planta para terminar los deberes que teníamos de matemáticas, literatura e historia.

Una vez arriba, sacamos los libros y acto seguido empezamos a hacer los deberes, sin distracción alguna. Por mucho ruido que estuvieran formando los tres renacuajos. Después de media hora terminamos de hacer todo.

-Creo que me voy a ir ya -dije mientras me tumbaba en la cama de Diana.

-Yo también, tengo clases de francés -dijo haciendo lo mismo que yo, reposando su cabeza en mi pecho mientras mirábamos el techo.

Soltamos un suspiro de cansancio a la vez provocando risas por parte de ambas, estuvimos un rato más juntas y me dispuse a deambular hasta mi casa, una vez que llegué llamé al timbre.

-¡Tío, que te jodan, Ab! -bramó desde adentro mi hermana, abrió la puerta airada y semidesnuda. Una mueca de repulsión apareció en mi rostro al saber lo que la repelente de mi hermana estaba haciendo.

-Das asco -dije pasando por al lado de ella intentando no tocarla con ninguna parte de mi cuerpo. Cerró la puerta fuertemente y volvió a subir.

Empezaron a escucharse demasiados gemidos, viré los ojos, tenía que salir de aquí rápidamente, no lo pensé dos vecea y subí a mi habitación. Cogí mi móvil con los cascos puestos y mis llaves.

Ya había anochecido bastante, eran las diez de la noche y aún faltaba media hora para que mis padres llegaran de trabajar. Creo que mi hermana me odia un poco, por el simple hecho de que no somos hermanas por parte de madre, es decir, cuando Bridget tenía dos años, mi padre dejó a mi madre, su secretaria, embarazada y la madre de Bridget al enterarse los abandonó a los dos, por eso creo que me echa a mí la culpa de todo, si yo no hubiera nacido su madre no la hubiera abandonado.

-¿Por qué tan sola? -esa voz me hizo estremecer. Giré un poco mi cabeza y ahí parado un chico de cabellera negra y ojazos azules, se sentó a mi lado. Era el chico nuevo.

-Necesitaba estar sola -respondí mientras notaba el frío que hacía y metía las manos en mi bolsillo.

-Todos necesitamos estar sólos algunas veces -sonrió mientras sacaba una bolsita de plástico, un olor bastante raro salió de ese elemento.

-¿Qué es eso? -pregunté inocentemente, me daba mucha curiosidad, se sacó un papel, empezó a reírse un poco, creo que por mi inocencia.

-No me he presentado, me llamo Carter -dijo dándome la mano, se la cogí estrechando lazos.

-Abigail, para los amigos Ab.

-Esto es droga -dijo sinceramente para no dar rodeos, me quedé un poco impactada.- Tranquila, es marihuana.

Suspire aliviada, había escuchado hablar de la "maría", pero nunca había estado tan cerca de ella. Empezó a liarse un cigarrillo de marihuana. Inhaló tres veces y empezó a mirar a la nada.

-Me han hablado de ti -dijo sin más, por soltar algo.

-¿Quién? -pregunté dubitativa, ¿quién se pondría ha hablar de una empollona friki?

-Bridget -respondió mientras quemaba la punta del cigarrillo.- Que torpe soy, tiene la boquilla floja.

-¿Qué te ha dicho? -pregunté mientras le miraba atentamente.

-Que eres muy friki -respondió volviendo a inhalar de su cigarrillo.

-¿Y qué pasa?

-Nada, que eso es bueno.

-¿Por qué?

-No sé, yo sinceramente prefiero una chica friki a una chica popular que se acuesta con lo primero que ve.

...

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2016 ⏰

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