Prólogo.

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- ¡Te entregué mi corazón!- Grité mientras intentaba con todas mis fuerzas el evitar llorar.

Si soltaba una maldita lagrima significaba que había perdido.
Y aunque era más que obvia mi derrota, mi orgullo se aferraba a mi destrozado corazón para sanarle con la impericia de un odio venenoso.

-...No merezco esto. No merezco las sobras de un amor patético... No valgo ser el consuelo de alguien que ama a una persona que le importa una mierda el amor que ésta le profesa.

Sin dejar de observar aquellas obres miel, reprimí cada parte del amor que sentía por ella.
Todo esto me dolía como el infierno.

¡Sabía que terminaría así!

Sabia que me rompería el corazón...
Sabía que sacarla de mi piel me dolería en demasía...

Sin embargo, el dolor no era ni la mitad del que había pensado.
El dolor me arrastraba, me envolvía y me enloquecía.

Al final, todo se resumía a que hecho de que ella nunca fue capaz de sostener sus ojos sobre los míos por más de cinco segundos.

-Lo siento... Sé que nunca fui totalmente honesta contigo y comprendo que me odies, pero si pudieras verla como yo le observo entenderías, tú realmente entenderías porque las personas se enamoran de ella...

No pude evitar reír a carcajadas para ocultar toda la rabia y tristeza que sus palabras me provocaban.

-Creo que tengo una idea sobre lo que es enamorarse de la escoria.












O eso era lo que pensaba en aquel entonces.

La chica que me rompió el corazón ese día, fue solo una pequeña parte de lo que ahora es ella para mi.

Ella..

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