capítulo 4

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Narra Beth:

La cabezonería de Sarah terminó convenciéndome. Después de discutir durante horas, llamé a Bill.

Parecía que el corazón se me saliese por la boca, y noté un sudor frío. Estaba de los nervios.

Tras 4 tonos, Bill contestó.

-¡Hola Beth! ¿Cómo andas? - me dijo Bill alegremente.

Intenté no parecer nerviosa.

-Hola Bill... estoy bien, ¿y tú? Bueno... con que el otro día me invitaste al estudio, he pensado que ahora podría invitarte yo a un sitio. - respondí yo más que nerviosa.

-Vaya, esta semana he ido a París, pero el viernes vuelvo. ¡Acepto tu propuesta! Pero...¿dónde iremos?- me preguntó...¿alegremente?

-Tranquilo, en ese sitio no hay gente, ni paparazis. No te preocupes - dije soltando una carcajada.

-Bien pues... ¡hasta el sábado! - me dijo él suavemente.

Narra Bill:

Llegó el día. No tenía ni idea de dónde me llevaría Beth. Claramente tenía mucha curiosidad.

Mi guardaespaldas me dejó en la puerta de casa de Beth. Muy mona, pensé. La casa era grande, pero sencilla. Llamé al timbre, mirando hacia los lados para ver si alguien me espiaba.

Salió Beth y estaba preciosa. Me saludó sonriendo como siempre.

-¡Hola Billa! - me dijo soltando una carcajada.

-¡Hola Beth! No paro de preguntarme dónde me vas a llevar - contesté yo, haciendo una mueca de curiosidad.

-Ahora lo sabrás. Sígueme - me dijo sonriéndome.

La seguí y entramos en el garaje. Había un Audi A4.

-Realmente me encanta este coche. Yo lo tenía en negro.- dije entrando en el coche.

-Lo sé, cuando lo compramos, Sarah me dijo que lo teníais. Nunca quería bajarse del coche. - me explicó riéndose.

Yo sonreí, y Beth encendió el coche.

El viaje fue entretenido. Beth y yo conversábamos sobre las casas que veíamos, los coches. Finalmente, aparcó en frente de una casa de campo muy grande.

Narra Beth:

Cuando llegamos a la casa de campo, aparqué enfrente. Bill miraba la casa con mucha curiosidad.

-Es una casa de campo abandonada - expliqué. - Sé que habrás visto muchas más, pero esta está al lado del lago. Ya verás, ven.

Bill me siguió. Pasamos por al lado de la valla y cruzamos un campo enorme.

Finalmente llegamos donde se encontraba el lago. Yo sonreí.

-Esto es precioso - me dijo Bill - Increíblemente precioso.

-La verdad es que sí. Cuando me enfado a veces vengo aquí, para pensar - expliqué yo.

Narra Bill:

La tarde pasó rápidamente. Nos habíamos subido a una barquita de madera, y habíamos estado navegando por el lago. Realmente, fue muy divertido.

-Ten cuidado ahora - me dijo Beth.

Queríamos bajar de la barquita. Teníamos que saltar para llegar al suelo, y primero me tocaba a mí.

Pero cuando fui a bajar, me resbalé y la barquita se volcó. Beth y yo caímos a la helada agua.

Los huesos se me helaron al entrar en contacto con el agua. Al sumergirme, nadé rápidamente hacia la superficie. Busqué a Beth y la vi saliendo del agua. Estaba temblando.

-¡Vamos Beth, hay que salir de aquí! - dije yo intentando dejar de tiritar.

Beth vino nadando hacia mí como pudo, y los dos salimos del agua.

-C-creo q-que tengo u-u-una to-alla e-en mi c-co-coche - dijo Beth, con los labios morados a causa del frío.

Fuimos corriendo el coche, y cogimos la toalla que tenía Beth en el maletero. Entramos en el coche y puse la calefacción a tope.

-Lo siento, Beth. Hemos caído por mi culpa. Tendría que haber saltado mejor...- dije yo decepcionado de mí mismo.

-N-no te preocupes, Bill. P-por suerte hemos dejado los móviles a-aquí- me respondió ella con una sonrisa.

Me daba tanta pena que la abracé. Tenía que entrar en calor. Me preocupaba verla con los labios morados y ver cómo le repiqueteaban los dientes. Pobrecita.

-Vamos a-a mi ca-a-sa- me dijo Beth. - Ya ha si-do suficiente por ho-y-y.

Me reí. Era increíblemente genial.

 

Narra Beth:

Cuando llegamos a casa, fui corriendo a buscar ropa cómoda y seca para Bill y para mí. Le dije a Bill dónde estaba el baño para que se pudiese cambiar.

Cuando salió del baño, no pude contener la risa. Estaba muy gracioso con la bata rosa de mi madre.

-¿Qué pasa?- preguntó Bill- ¿A que estoy genial?

-Hombre... marcas estilo - contesté yo con lágrimas en los ojos.

-Te importaría... ¿podrías prepararme un café, por favor? - preguntó Bill tímidamente

-¡Claro!- contesté yo

Le preparé un café a Bill y estuvimos un rato hablando. Me explicó que de aquí un mes saldría de gira por Europa. Ojalá pudiese ir a todos sus conciertos, pensé.

La ropa de Bill ya se había secado y la fui a buscar.

Narra Bill:

Beth fue a buscar mi ropa, y cuando me la trajo, me acerqué a ella.

-Beth, muchas gracias. Me has llevado a un sitio precioso, me has preparado un café y ahora vas a buscar mi ropa...- dije yo mirándola.

-De nada, Bill. Gracias a ti - me contestó con las mejillas rosadas.

Entonces clavó su mirada en la mía. Sus verdes ojos estaban brillantes, y mi corazón palpitaba con más fuerza. La rodeé con mis brazos, y sin pensarlo dos veces, nos besamos.

La besé con pasión, con fuerza. Y ella me devolvió el beso. Sus labios suaves se mezclaban con los míos. Nuestras lenguas jugueteaban, y poco a poco, nos íbamos relajando más. El beso duró más que el primero.

Beth se separó de mí.

-Bill, no sé qué es lo que estamos haciendo - susurró con cara de preocupación.- Esto no debería de estar pasando, no...

-Beth, si está pasando es por algo. Hay algo que nos conecta. Todos necesitamos ser amados, y todos tenemos que amar a alguien. Es ley de vida.- dije yo seriamente

-Pero yo soy una fan, no soy famosa, Bill. Esto no puede llegar lejos. - dijo ella escrutándome con esos bellos ojos.

La besé de nuevo. La amaba. Me hacía sentir bien. Sabía que la amaba. Estar tanto tiempo sin enamorarme de alguien me enseñó mucho.

-Te quiero, Beth. - dije yo sonriendo

-Yo también, Bill. - contestó ella abrazándome.

The pain of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora