Prólogo

17 2 0
                                    

Me encuentro en una habitación vacía, totalmente blanca, pero me da la sensación de que tiene toques azules debido a unas luces LED que rodean la habitación, que rodean el sillón negro en el que estoy sentada, me rodean. Y sobretodo, que rodean al señor que tengo delante al cual no puedo apreciar su cara, pero se que me está mirando, lo sé, porque yo también lo estoy mirando a él.

Y no me asusta, no debería asustarme. Lo oigo hablar, pero no le estoy prestando atención,se que me está haciendo preguntas, pero no sé que contestarle. Simplemente quiero salir de aquí, se que hay algo afuera que hay que arreglar, y nadie lo está haciendo.

Miro a mi alrededor, para ver si realmente estoy aquí sola, con el sillón, con las luces y... este señor. Y me doy cuenta de que no, no estamos solos, también hay tres cámaras de seguridad, una apunta hacia a mi directamente, otra hacia la puerta de salida, la cual  se encuentra a gran distancia de mi. Y la última, enfoca al espejo que tengo delante, justo detrás del señor que no para de observarme y hacerme preguntas. 

¿Porque estoy aquí? No sé, porque estoy siendo interrogada, en mitad de una sala vacía en la que retumba hasta el más mínimo sonido que se produzca en ella, yo no debería estar aquí, yo no he hecho nada para estar aquí. Yo...

--------------------------------------------------------

 Me despierto con la respiración agitada, que sueño más raro, no tenía sentido absolutamente nada. Miro la hora, las 7:15, será mejor que me levante ya, si no quiero tener problemas en el instituto, más aún de los que yo ya tengo. 

No me da tiempo a ducharme, así que voy directa a la cocina, y como de costumbre, mamá no está en casa, desde que pasó lo de papá, ella tiene que trabajar desde muy pronto hasta muy tarde y nunca consigo verla hasta la noche. 

Veo que me ha dejado una nota en la nevera, últimamente lo hacemos mucho, como no podemos hablar de muy seguido nos dejamos notas en la nevera, eso sí, cuando falta leche nadie lo apunta para que la otra la compre. 

En el mensaje de hoy pone: "Ánimo para hoy, estoy segura de que será un gran día"

Me encanta mi madre, sabiendo que nos están pasando un montón de cosas malas, ella siempre tiene una sonrisa que mostrarle al mundo, aunque sé, que por dentro tiene una tempestad de lágrimas. 

Desayuno lo más rápido que puedo, en mi situación escolar, hasta un simple retraso podría causarme varios problemas. 

Cojo las llaves de mi moto y mi casco y reviso que todo está en orden antes de irme. Últimamente, tengo que ser yo la que se ocupa de la casa, ya que mamá casi no está en ella, tengo que asegurarme de que todo esta en perfectas condiciones o en su defecto, que voy a tener que arreglar cuando vuelva de clases. 


El camino hacia el instituto es corto, demasiado corto como para olvidarme de los problemas que tengo hasta el momento para que no se me vayan acumulando. Y... Hablando de problemas, señoras y señores, aquí tenemos al Sr.Problema. Se llama Nathan, y me tiene mucho odio, demasiado odio, si digo esto parece que haya hecho algo muy malo para que se cabree tanto conmigo ¿verdad? Bueno pues, te tranquilizará saber que simplemente me odia porque le dije que no quería salir con él porque no lo conocía. Pero claro, él es Nathan Perfecto Problema, tiene un nombre muy bonito, eh. Pero el segundo nombre no le pega mucho, yo le habría puesto Nathan Creído Problema. Le habría definido muy bien.

Bueno pues Nathan Creído Problema me está esperando, ahí, justo en mi plaza de moto, se nota de lejos que quiere pelea, pero hago lo posible por intentar pasar de él, cualquier problema que tenga podrá causarme muchos más y peores como consecuencia, y no me conviene para nada.

Así que me limito a no mirarlo mucho y a aparcar la moto intentando no pisarle sus maravillosas zapatillas que deben de valer una pasta. Guardo mi casco y cojo mis llaves para guardarlas en mi bolso. 

Pero evidentemente Nathan no se iba a quedar callado, ¡hombre por favor!, que está con sus amigos, él tiene que quedar como un chulo engreído siempre. Lástima que yo no pueda enseñar todas esas llamadas en las que él estaba llorando intentado tener algo conmigo.

  ー Hola guapa, ¿me echabas de menos?ー  Me dice con tono insinuante mientras encarna una ceja, no puedo evitar ver como uno de sus amigos se gira para reírse sin llamar la atención, pobre, no sabe que causa todo lo contrario.

ー No, pero por lo que veo tu a mí sí, para la próxima vez que vengas a esperarme trae un ramo de flores, que es más bonitoー Hago ademán de irme pero el amigo que no se está riendo, me cierra el paso, apoyándose en uno de los coches que hay al lado.

ーYa sabes que yo no soy de flores.

ー Ya, tú eres más de llamadas llorando arrastrándote. Para la próxima intenta lo de las flores, a lo mejor te digo que si y todo. Ahora si me disculpas, tengo clase, hay algunos que queremos utilizar el cerebro para algo más que para adorno. 

Y me voy, sin mirar atrás, sin mirar su cara, sé que esto no quedará así, pero no tengo por qué estar aguantándolo todas las mañanas, que le aguante la Barbie de su novia que supongo que la tendrá para algo más que para...

Suena el timbre de entrada a las clases, y me dirijo a mi clase de historia y hago mi rutina, saco la libreta, tomo apuntes, veo como los compañeros duermen y me distraigo de vez en cuando mirando por la ventana. 

No hace buen día la verdad, el cielo está muy raro, las nubes no son ni blancas ni negras, tampoco son grises. Son de un color extraño, azul verdoso diría yo. Me recuerda mucho al azul de las luces LED de mi sueño. Pero debe ser impresión mía, no habré tomado suficiente café esta mañana. Entonces lo veo, un hombre vestido de negro, mirándome, volvemos a estar en la misma situación que en el sueño, yo sentada, siendo observada por él y por a saber cuantas personar de las cuales no me estoy percatando. Pero esta vez estamos a una distancia, una distancia respetable. Yo estoy en mi clase, en mi pupitre. Y él está ahi, bajo un árbol a decenas de metros de distancia respecto a mi. Estamos iluminados por una luz azulada, un tono que no parece natural, un tono que no parece real. Intento aproximar mi vista hacia el, y averiguar que esconden esas gafas, esas oscuras gafas. 

Ojalá no fuera miope, no distingo nada, siento necesidad de restregarme los ojos y volver a fijarme en él, es entonces cuando aparto la vista un segundo del hombre y ya no está. 

¿Me estoy volviendo loca?


Déjà VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora