Dejar, para bien ajeno

Renunciar...

Varios de los libros en mi biblioteca hablan sobre lo importante que es dejar ir a la otra persona para que está pueda ser felíz lejos tuyo, lejos de los problemas que estar a tu lado le ocasionan, lejos de sentimientos negativos que son fruto de la desconfianza, la traición y la falta de atención. Pero en todos ellos hay algo en común, la negación en soltar, la oposición a dejar ir. Muchos califican a esta acción como un sentimiento negativo, propio de una persona egoísta, maligna. Pero, no, no es así.
No es así porque el hecho de soltar implica dejar ir a la persona más importante en tu vida, a quien le resultaría lógico dejar ir a la única persona capaz de hacerte felíz?
Cuándo estás en esta posición aprendes verdaderamente lo que es sufrir y mucho peor: lo que es causarle sufrimiento a alguien. Y es ahí cuando te das cuenta de la verdadera clase de persona que sos, la culpa, la pena, ambas juntas te consumen por haberle hecho daño al ser mas influyente en tus sentimientos. Y ahí es cuando entras en duda, es lo correcto liberar al ser mas bello que mis ojos han visto? Soy su dolor más que su consuelo y no quiero verla sufrir más.
Entonces entra en juego el corazón, ya te diste cuenta de todo y de la importancia que ese ser magnífico tiene en tu vida y ahí te negas, no querés soltar. No querés soltar nada Y ESTA BIEN. Soltarla sería de cobarde, como los que no se animan a ponerse del lado de sus sentimientos y cambiar con tal de ver bien a la persona que quieren. Por eso yo no la suelto, por que admito que sin esa persona yo no soy nada, soy solamente un ente perdido entre dudas y penas. No la soltaria por nada. Por que la quiero y se que puedo hacer que sus alegrías sean mayores a sus penas y que estás últimas se extingan entre amor, cariño y respeto. Estando para ella siempre que me necesite, sin volver a equivocarme nunca y darle toda la atención que una persona de su importancia en mis sentimientos se merece.