Capítulo 1

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INTRODUCCIÓN:

La señora Reneé Swan tiene 4 hijas y está loca por casarlas con hombres muy ricos y guapos. Sus sueños parecen empezar a cumplirse cuando dos apuestos millonarios lleguen a pasar sus vacaciones en el pueblo de Forks.

CAPÍTULO 1

(Escrito por PatitoFanfics)

Es bien sabido que los hombres ricos atraen mucho la atención, más si son despiadadamente guapos. La señora Renée Swan sólo tenía un propósito en la vida: lograr que sus 4 hermosas hijas atraparan a uno de esos galanes con grandes cuentas bancarias.
Afortunadamente todas eran rubias y hermosas, vaya, no todas, Isabella era el patito feo de las Swan, tan parecida a su esposo Charlie. Pero lo compensaba su inteligencia.
"Al menos no es bruta, habrá algún tipo rico no tan bien parecido que le guste leer y esas tonterías" pensaba mientras las miraba jugar en la sala de su pequeña cabaña a las afueras del pueblo de Forks.
La señora Swan era una mujer terriblemente superflua, cualidad que habían heredado sus dos menores hijas, Lauren y Jessica.
"Harán buenos matrimonios, son tan risueñas y hermosas" los ojos se le humedecieron tan sólo mirar a sus dos pequeñas hijas de quince y diecisiete años.
—Mamá ya casi es hora de que llegue papá ¿Quieres que ponga algo a calentar?— preguntó Rosalie, su hija mayor y su eterno orgullo.
—No Rose, tu no. Bella, por favor pon el pastel en el horno— dijo mirando a la segunda de sus hijas, que apenas oyó la indicación de su madre abandonó el grueso libro que leía. Rosalie, su hija favorita, debía mantenerse alejada de la cocina, no era un lugar para un ángel como ella.
El teléfono sonó, Lauren y Jessica se empujaron mutuamente para alcanzarlo primero.
—Residencia Swan— dijo Jessica soltando una carcajada. –Oh si señora Weber, ya se la paso— y le extendió el teléfono a su madre.
—Eres una tramposa Lauren— chilló Jessica al regresar a la mesa de juegos.
—No peleen, Lauren, según la reglas del scrabble los nombres no están permitidos, y es Bieber con B no con V— corrigió la mayor de las Swan.
Afuera se escuchó estacionar un auto, claramente sabían que era su padre quien regresaba del trabajo.
El jefe de policía Charlie Swan era un hombre alto y fornido, de cabellos oscuros y mirada aguda. De poco hablar pero con gran paciencia para escuchar.
— ¿Hola pequeñas, que tal su día?— preguntó apenas vio a sus hijas. – ¿Y Bella?
—Todo muy bien papá, Bella está en la cocina— contestó Rosalie levantándose y acercándose a recibir la chaqueta de su padre.
—Papá, queremos ir a la playa, hoy salió el sol— se quejaron las menores.
—Pueden ir cuando quieran, Billy estará encantado de recibirlas— sonrió el buen hombre.
—Pero papá, el auto de mamá es muy viejo— se quejó Jessica.
—Y nosotras no queremos ir a La Push— agregó Lauren.
—Charlie, Sara Weber acaba de contarme algo realmente interesante— dijo Renée dejando el auricular en su lugar.
—Hola, amor ¿Qué tal tu día?— preguntó el jefe Swan temiendo que ese "algo interesante" le cueste algunos dólares que no estaban considerados en el presupuesto familiar.
—Esto es algo realmente importante Charlie. Un tal señor McCarthy dueño de una empresa de bienes raíces de Seattle se mudará esta semana a Forks, viene a pasar sus vacaciones aquí. Y es soltero— dijo mirando a sus dos menores hijas que le devolvieron una amplia sonrisa, muy interesadas en esta nueva noticia.
—Si algo oí sobre foráneos— respondió su marido con poco interesado.
— ¿No te das cuenta?— casi gritó la mujer.
— ¿Darme cuenta de qué?—preguntó el marido sin entender.
—Por dios. Mira a tu alrededor ¿Qué ves?
—La casa. ¿Vas a invitarlo aquí?— dijo él pensando que su mujer había perdido un tornillo.
—Claro que no. Esto le parecería una covacha en lugar de una casa. Me refiero a todas estas bellezas que tenemos— sonrió ella.
— ¿Qué tienen que ver nuestras hijas con que un tipo rico se mude cerca?
—Tiene todo que ver. Acá en Forks únicamente se casarán con perdedores o con algún nativo de esos amigos tuyos de La Push. No, qué horror, no quiero nietecitos indios.
— ¿Entonces el tal McCarthy se muda para casarse con alguna de nuestras hijas? Por favor, tengo hambre—se dio por vencido el padre de familia y caminó hacia la cocina para poder alejarse de su mujer.
—Hola papá, siéntate, el pastel está caliente, ¿Prefieres té o café?— preguntó Isabella. El orgulloso padre sonrió. Bella, era su preferida aunque jamás lo confesaría. Era la única que lo había acompañado de pesca a pesar que no le gustaba, no ponía reparos en limpiar los peces que traía cada domingo y tenía esa sonrisa tan encantadora.
—Café pequeña. Gracias. ¿Qué tal tu día?— preguntó.
—Muy bien. Conseguí trabajo en la librería de la calle principal, a modo de prácticas, sé que no me pagarán mucho pero puedo ir practicando un poco con lo de la literatura— sonrió la joven.
Su padre sin embargo cambió su semblante. Cuánto desearía poder enviarla fuera a estudiar en una gran universidad, ella era la más inteligente de todas, lo valía. Pero los gastos eran muchos con tantas mujeres viviendo en una casa. Rosalie tenía un puesto en el banco del pueblo y no daba problemas, sin embargo sus hermanas menores eran otro cantar. Tenían los armarios llenos de ropa y jamás encontraban que ponerse.
—Me alegro mucho hija— forzó una sonrisa.
—Este fin de semana habrá un baile por el inicio del verano, Rose está tan entusiasmada. Creo que podríamos llevar a Lauren y Jessica— dijo Bella algo dudosa, no sabía cómo se había dejado convencer por los ruegos de sus menores hermanas.
—Bella, Jessica apenas tiene 15 años, creo que es muy pequeña— dijo el padre algo fastidiado.
—Tienes razón, pero se pondrá muy triste, creo que es la mejor bailarina que he visto— dijo sentándose en la mesa a acompañar a su padre mientras tomaba sus alimentos.
—Bueno, seguramente irá tu madre, así que tendré suerte si logro escaparme de todo ese alboroto—le sonrió a su hija.
— ¿Mamá va a ir al baile?— preguntó Bella.
—Sí. Parece que un empresario viene a pasar el verano en Forks.
—Oh— suspiró Bella. Un empresario significaba que tendrían que ir de tiendas nuevamente.


—Espero que al señor McCarthy le guste Rosalie— decía la señora Swan arreglándole la corbata a su marido.
—Espero que mantenga sus manos donde pueda verlas. Rico o no si lo veo faltándole el respeto a alguna de mis hijas me lo llevo detenido— dijo secamente el señor Swan.
— ¡Charlie! El tipo es elegante, ya lo buscamos en internet. No es un depravado. Tiene fama de Don Juan pero ahora está libre— sonrió su mujer.
— ¿Lo han buscado en internet?— el señor Swan no salía de su asombro. Cuando una mujer se obsesionaba con algo podía parecer peligrosa.
—Sí. Y es verdaderamente atractivo— suspiró su mujer.
—No me fijé en esos detalles cuando lo vi— respondió él recordando haber parado su coche con la patrulla de policía. Las lunas ahumadas eran muy escasas en Forks y debía asegurarse de conocer a todos los pobladores.
— ¿Lo has visto?— casi gritó su mujer y de inmediato sus hijas menores aparecieron como invocadas por un hechizo.
— ¿Es alto?— chilló Lauren
— ¿Es rubio o castaño? el color de su cabello no estaba tan claro en la pantalla— preguntó Jessica.
—Era un tipo normal, bien vestido pero de carne y hueso— dijo Charlie molesto.
—Con más de diez millones en su cuenta no es normal— sonrió su esposa terminado de colocarse fijador en el cabello. –Rose, Bella ¿Ya están listas?— gritó la madre saliendo al pasillo.
Las hermanas mayores eran intimas amigas y confidentes. Rosalie estaba algo emocionada, sin querer había echado un ojo a la fotografía que sus hermanas habían estado buscando esa mañana en google. El tal Emmett McCarthy parecía un hombre bien formado y de sonrisa infantil.
— ¿Cómo me veo?— sonrió tímidamente Rosalie.
—Pareces una diosa griega— le animó Bella.
—Gracias. Ese vestido verde no te sienta tan bien Bella. Deberías mostrar un poco más— le sonrió a su hermana.
—Suficiente con lo que muestran Lauren y Jessica, además no tengo mucha pechonalidad si vamos al caso— le hizo una señal sobre sus pequeños pechos y ambas hermanas rieron de buena gana.

Los Swan llegaron al baile, Lauren y Jessica, no pararon de quejarse durante todo el camino. Habían crecido y ya no entraban las cuatro en la parte trasera de la patrulla de su padre. Ni siquiera esperaron a sus hermanas mayores o a sus padres al llegar, apenas el jefe Swan estacionó, sus dos menores hijas bajaron apuradas.
Emmet McCarthy era impresionante. Con 1.90 mts destacaba no solo por su altura sino por su atlético y elegante porte. No había dama en toda la fiesta que no volteara a verlo caminar. Aunque a su lado otro caballero atrajo la atención de todas las féminas. Alguien nuevo y misterioso. De seño adusto y mirada dura. Parecía mayor de lo que en realidad era.
—Ya relájate Edward, me vas a espantar a todas las chicas— le bromeaba Emmett.
—No sé porque me dejé convencer en acompañarte. Me siento abrumado— decía el apuesto joven de cabellos cobrizos.
—Entonces conversa con mi prima— Emmett soltó una carcajada y arrancó más de un suspiro.
Cerca de ellos estaba Heidi Volturi, hija de la tía de Emmett, quien también había venido a pasar el verano cuando se enteró que Edward Cullen estaría en Forks.
—Tu prima no quiere conversar... solamente. Es agradable pero siento que siempre espera más de mí— dijo en tono bajo.
—Es obvio lo que quiere Edward, ¿Por qué no le puedes dar lo que busca?— sonrió Emmett nuevamente.
—Porque yo no podría vivir con eso. No es lo mismo pasar un buen rato con alguien que apenas conoces que con alguien que siempre vas a tener que ver— objetó el guapo muchacho.
—Tienes razón. Oye hay muchas chicas bonitas aquí, pero me han dicho que la más hermosa de todas es la hija del jefe de policía— miró entre la multitud a ver si veía a la belleza de la que le habían hablado.
—Y el jefe de policía carga una pistola, que no se te olvide— le advirtió su amigo.
Pero era advertencia llegó tarde, los ojos de Emmett se detuvieron la puerta principal. Los Swan habían llegado. Se quedó absorto mirando al jefe de policía entrar seguido de una mujer atractiva que debía ser su esposa, y detrás de ella, con un coqueto vestido rojo estaba la mujer más hermosa que hubiese contemplado. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no correr a su lado y presentarse de inmediato.
— ¡Me enamoré!— dijo a su amigo entre dientes.
—Suele pasar con frecuencia— respondió Edward sin darle mayor importancia.
—No, es en serio. Es un verdadero ángel. Y que cuerpo. Santo Dios, debo conocerla— su amigo lo detuvo suavemente.
—Emmett con calma, mira cómo te señala su madre, de seguro estarán aquí en un momento.
Y así fue. La señora Swan, nada discreta se encaminó directamente al recién llegado, seguida de sus hijas y su esposo quien no pudo evitar la presentación de rigor.
—Buenas noches, usted debe ser el señor McCarthy— le sonrió Renée al forastero.
—Sí, encantado de conocerla— elegantemente Emmett besó la mano de la madre. Sus hijas detrás de ella no pasaron el gesto desapercibido.
—Déjeme presentarle a mis hijas. Ella es la mayor, mi hermosa Rosalie ¿no es encantadora?— sonrió al ver la cara deslumbrada de Emmett.
—Por supuesto que sí. Si parece sacada de un cuento de hadas— Emmett besó la mano de una sonrojada Rosalie.
—Ellas son mis otras hijas, Bella, Lauren y Jessica— dijo la madre en un tono más bajo para no romper el hechizo que se podía sentir entre Emmett y Rosalie.
—Encantado de conocerlas— McCarthy tuvo que apartar la vista de su ángel para respetar la cortesía.
—Permítanme presentarles a mi mejor amigo Edward Cullen— se hizo a un lado para dar paso a su conservador amigo.
—Edward Cullen a su servicio. Discúlpenme— saludó el aludido para luego salir rápidamente de allí, sofocado. Toda la noche había tenido que soportar docenas de padres prácticamente ofreciéndoles sus hijas a su amigo. Pero la señora Swan se llevaba el premio mayor. Y sus hijas eran igual a la madre. Al menos las rubias. Había entre ellas una morena que parecía indiferente a todo aquello. Bella, había oído mencionar a su madre. Era bonita, pero llamarla Bella era demasiado presuntuoso.

La noche avanzó y Emmett había preferido claramente a Rosalie a cualquier otra chica del pueblo. La gente había comenzado a comentar este hecho, era obvio que McCarthy estaba prendado de la mayor de las Swan.
—Se gustan, me alegro por ellos— suspiró Bella. Recostando su cabeza en Ángela, su mejor amiga.
—A McCarthy le gusta tu hermana pero Rosalie no parece tan convencida como él.
—Como que no. ¿No ves cómo brillan sus ojos? Lo que pasa es que Rose no es tan expresiva como Jessica por ejemplo, que poco le falta para lanzarse sobre Mike— ambas sonrieron. Cerca de ella Mike Newton, bailaba entretenidamente con Jessica.
La música dejó de sonar y Emmett volvió al lado de su amigo, quien no sólo no había bailado ninguna pieza sino que se veía profundamente aburrido.
—Ey Edward, anímate. Hay muchas chicas guapas— le bromeó Emmett.
—Tú tienes a la única que merece ese calificativo— le contestó mientras caminaban.
Cerca de ellos Bella y Ángela se escondieron para que no las vean.
—Anda, no seas así. Tú eres quien siempre me dice que prefieres el encanto de una mujer a sus atributos. ¿Qué me dices de Bella? Es muy bonita.
—No lo suficiente. Lo siento pero me iré en unos minutos.
—Tú te lo pierdes— sonrió Emmett regresando a la pista de baile.

— Bella ¿Oíste eso?— dijo Ángela, mirando a su amiga.
—Lo oí Ang, obviamente ese tipo es un presumido.
—Pero dicen que Edward Cullen es mucho más rico que McCarthy, tiene empresas en Europa y jets privados, su fortuna es de más de 50 millones.
—Pues yo no bailaría con él ni por la mitad de su fortuna. Es un estirado, no me gusta— Bella arrugó la nariz y se prometió a sí misma jamás aceptar una invitación a bailar de ese idiota. Debía reconocer que era muy atractivo. Pero su carácter lo hacía detestable.
Regresaron del baile cansadas. Renée Swan parecía una quinceañera en su primera cita. Sabía que muy pronto recibirían una invitación a la casa McCarthy. Estaba segura que el millonario no podría olvidar a la hermosa Rosalie. 

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¡Hola! Este fanfic lo escribimos en conjunto con algunas amigas en mi grupo, hace algunos años.

Gracias por leer

PATITO

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