Amanecer

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Faltan cinco minutos para las 8 de la mañana. Segun yo acabo de despertar. Que difícil es cuando no puedo ni explicarlo.
Tomo mi sueter del armario, unos zapatos comodos, preferentemente bajos. Saldre a caminar y hacer algo de ejercicio para evitar que mi mente se encierre otra vez.  Tomo mi mp3 de la mesita de luz donde rescato un cuadernillo y lo meto rápido al cajon. En eso tocan la puerta. Seguro es Dall... casi siempre me viene a buscar para ir a correr. Arranco mis mañanas, no mis dias, con una persona increíble.  Muchos dicen que parecemos gemelos. Nada mas lejos de la realidad. Solo deben mirarnos a los dos. Pero lo quiero tanto. Es un angel de persona.
-Pasa Dall... estoy con los zapatos-. Escucho casi silenciosamente el crujido de la puerta de mi habitación.
- ¿Estas bien?- pregunta asomando la cabeza por la puerta. Lo miro y me regala una mueca.
-¡BUENOS DIAS!- dice exaltandome para luego tirarse de lleno sobre mi. Me deposita un beso fugaz en la frente y se levanta.
-Uno de estos dias vas a quebrar uno de mis miembros haciendo eso...-digo tratando de ajustar mis zapatos que se salieron por el susto -...y buenos dias, estas muy alegre hoy ¿hay algo que no sepa y que olvidaste contarme?- cuestiono esperando una respuesta. Solo agita la cabeza mientras lo veo recorrer la habitación. Entre cierro los ojos con actitud intimidante y dice:
- Eso no funciona conmigo cariño-
- Tienes razón- digo derrotada, pero ya me lo dira, lo se, pienso.
-Antes de irnos debemos cargar las botellas... el otro dia no nos basto la unica que llevamos. No quiero deshidratarme ...siiii- dice exagerando el prolongado acento en la "i".
- Anda, ve y cargalas- contesto. Creo que pasaron 0,2 segundos y ya lo vi bajar por las escaleras con una destreza impresionante. Ese muchacho me sorprende de muchas maneras digo en mis adentros.
Me encamino al pasillo... agarro la manija de la puerta con la mano derecha, doy vuelta para cerrarla y veo el cajon de mi mesa abierto. Me detengo. ¿No estaba cerrada ya? Entro rápidamente y la cierro. Ajusto el candado y guardo la llave. Dall esta gritando desde la planta baja. Valla esta mañana esta muy ansioso.
Bajo las escaleras y lo veo trotando en su lugar, suelto una carcajada. Me mira.
- Vamos cariño debemos irnos...-
Asentí y tome la botella que me paso. Nos dimos a la fuga.

Salimos por la acera en dirección a las montañas que se encontraban a lo lejos. El lugar en donde vivo es realmente hermoso. Mi madre me contó que es toda una leyenda. Una noche alcance a escuchar susurros en medio de la cena.  Todos estaban en silencio para tratar de oir pero fue en vano.
Mi madre sabe mucho del lugar,  pero no me puse a investigar.

-Son tres kilómetros hasta esa señal- escucho a Dall que me señala a lo lejos un enorme cartel verde con letras blancas.
- Adelante - me limito a contestar.
Generalmente cuando salimos a correr no hablamos mucho pues cansa mas y no te permite mantener un ritmo. Le encanta hacer deporte.  Es todo una escultura pero no quiere admitirlo... ademas mi apariencia física es gracias a él. Me ha ayudado mucho. No soy una escultura pero me siento bien como estoy.


-¿Descansamos allí?- pregunte algo agitada. Luego vi a Dall asentir. Fuimos parando de a poco.  Luego caminando.  Luego mas lento aun.
-Acá esta bien ...- dice invitándome a estirar y relajar los músculos.

Nos apoyamos hombro con hombro para sostenernos y no perder el equilibrio. Llevamos la pierna contra el muslo estirando levemente de la punta del pie y sostenemos. Lo miro y cierra los ojos, intensificando la concentración en sus piernas. Me acerco lentamente a su rostro y...
-¿EN QUE PIENSAS?- Mi repentina pregunta lo exalta y pierde el equilibrio, parece caer en cámara lenta cuando se sostiene de mi brazo y caemos los dos al suelo.
-Ya me hiciste caer- dice haciendo muecas con la boca.
-Lo siento Dall... pero ¿en que pensabas?- su mirada se clavo en mi mientras yo intentaba comprender que lo tenia tan contento y que tan pensativo.
- ¡Te cuento si me alcanzas!- se levanta y derrapa mejor que un ferrari alejándose de mi. Rayos, debía seguirlo y aun estaba cansada. Dall me las pagarás. 

Corrimos hasta mi casa. Llegando lo tomo del brazo desprevenido.
- Se que no me lo dirás- digo algo frustrada.
- Por eso te adoro encanto... vamos invítame una ducha por favor...-
- Claro, ve ... puedes ir arriba o aquí... también hay una ducha. Yo iré al de mi cuarto...- termino y lo veo subir por las escaleras suponiendo...
- ¡Noo Dall en mi pieza no! - tarde, ya lo escucho entrar a mi habitación cerrando de sopetón la puerta, ahora me toca bañarme aquí, abajo.
-Quiero mi bañera... - suspiro.

Las duchas rápidas no son lo mío. Mi mente aprovecha e invade de pensamientos ocurrentes que acaban de suceder. Necesito distraerme con algo, pero que podría pensar en un cuarto con azulejos blancos que dan pie a cualquier tipo de pensamiento. Caramba esto es cada vez mas difícil. Deja de pensar por favor.

El agua es exquisita.  Fría cae sobre mi piel. Observo como el vapor se desprende de mi por la temperatura de mi cuerpo. Me encanta sentir esas lineas de agua que recorren mi cuerpo mientras el jabón dibuja espumas sobre mi. Veo la luz del sol entrar por la pequeña ventana del cuarto de baño.  Refleja sobre el espejo trazando destellos en el interior. Siento mucha paz. Pero una paz inquietante que pronto se desvanecerá al anochecer. Todos los días igual. Pero tengo el consuelo de que aun son las 11 y el día sera largo. Me limito a veces a no pensar pero mientras mas me lo repito mas pienso. Intento mantener latente esta sensación de que el día aun es joven pero no puedo... quisiera detener mi cabeza y de una vez controlar lo que me sucede.

InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora