EL MUCHACHO

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Llevo horas mirando la pintura. ¿Cómo puede aparecer algo así en el cielo? Debería dejar de pensar esas cosas y concentrarme mas en que falta poco para media noche. 

El día no ha sido para nada llevadero. Pintar, hacer bocetos, dibujar, no me distraen lo suficiente. Tampoco puedo hablar con nadie. No tengo vecinos, el centro esta un poco retirado para ir caminando. Siempre iba con Dall y su extravagante auto. 

Si solo pienso en él terminare amargándome cada día mas. Debe haber algo mas para hacer. Puedo ir a nadar o escalar. El agua no es mi mejor amiga pero no me retirare mucho de las orillas. Llegue a creer que... bueno en realidad el agua me aterra. 

Tomo la pintura y la recuesto sobre la puerta de mi habitación. Me siento sobre la cama intentando fingir que nada pasara. Ya lo  siento asomarse. Pero no quiero ir. Me lastima, no soporto el dolor. 

Todo es tan blanco, como si limpiaran cada media hora aquí. Las paredes son de un color beige claro tan hermoso. Pero lo mas impresionante es el piso color blanco perla que mis pies pisotean. Solo mi pies. 

-Hola, sabes que si te resistes dolerá 5 veces mas... entonces ¿por qué lo haces?- odiaba escucharlo, cada vez que me hablaba sentía puro sarcasmo en cada frase.

-Déjame en paz y dime cuanto durara esto. No quiero estar aquí, no me agradas-.

-No debo agradarte Alanis, ese no es mi trabajo-.

-Termina de una vez y déjame volver-.

-¿Para que quieres volver?-.

-Oh ¿esa es la primera pregunta?-. Dije acercándome a ERIC.

-Ya no eres una niña, no debo explicarte todo lo que tenes que hacer o si Alanis. ¿Recuerdas la primera vez que entraste aquí?- todo lo que decía movía mi ser, removía sentimientos y odiaba eso. Detestaba tener que recordar cuando empezó todo. Llevo 913 días haciendo esto. Lo se porque hay un contador digital justo al lado de la camilla en la que me recuesto por horas hasta que ERIC decida si sabe todo lo que necesita saber. Imagine que solo eran pesadillas. Pero carajo, no puedo tener las mismas pesadillas en el mismo lugar... hasta que llegue a creer que ERIC es real. Los números rojos se reflejabas sobre la camilla, literalmente la atraviesan. Es de un material muy transparente, pero se que no es vidrio. Tienen un color rojo intenso que refleja en mis ojos cafés. 

La camilla esta fría, helada. El techo tan blanco como esas nubes que pinte durante el día. Luego comencé a pensar de nuevo en esa grieta. Sentía a lo lejos la voz insoportable de ERIC pero no llegaba a entender lo que decía. Quiero volver. Me hundo en mi mente, nado en mis inquietudes, como si nada pudiera sacarme de ahí. Luego una descarga... sentí como todo mi cuerpo se estremecía, cielos, agarraba las esquinas de la camilla tratando de tirar de ellas y soportarlo. Tome con fuerza los cinturones que me amarraban. Los estiraba tanto que se marcaban en mis muñecas.

Segunda descarga...

-¡NOOOO! ¡RAYOS! ¡DUELE ERIC!-.

- Sabes que las descargas no hubieran sido necesarias si contestas mis preguntas-.

- No mientas, las descargas están siempre, cada vez que pienso, cada vez que llego aquí, pero ahora son mas fuertes, mas intensas. ¿Cómo quieres que te responsa si no me dejas respirar? No entiendo por que haces esto, que es lo que quieres de mi, por que provocarme tanto dolor...- mi corazón late tan fuerte que apenas puedo oír mi voz. -¿Por qué haces esto? ¿Qué eres?-

- No estoy autorizado para responder tus preguntas Alanis. Limítate a contestarme y podrás irte al finalizar-. Su voz es seca, sin ningún remordimiento 

- ¿Quien puede autorizarte? ¿Hay alguien mas aquí?- de nuevo otra descarga, no pude soportarlo. Al abrir los ojos ya estaba en mi habitación. Tenia varias heridas. No podía moverme bien. Me asomo por la puerta, llamo a mi madre, aunque no se como voy a explicarle todo esto. 

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2017 ⏰

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