Capítulo 32

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    - Si quieres al final te regalo la cinta. – le dijo divertido. Aiyana no quiso mirar lo que hacía. Cada cosa que escuchaba de su boca solo le provocaba nauseas. Sus pequeñas lágrimas no dejaban de salir. – eh... ¿Por qué lloras? – le preguntó fingiendo estar interesado. Fue cuando se acercó a la butaca en la que Aiyana se encontraba sentada. - ¿tienes miedo?

Ella levantó la mirada. Encontrándose con los ojos negros y profundos de James. Llenos de odio, de rencor, de ganas inmensas por hacer daño.

- ¿Crees que mi hermana no lo tuvo? – gritó esta vez. La piel de Aiyana se erizó de nuevo, supuso que sus manos estarían sudando frío. Pero no lo sentía. No, no podía. Sus propias manos estarían a punto de dejar de circular sangre por la forma en la que James las había amarrado. - ¿crees que ella se sintió feliz cuando Ian y sus amigos le dejaron marcas en el cuerpo para violarla? ¿Sí? – le preguntó de nuevo, está más cerca de su boca.

Aiyana se sintió asqueada. – así vas a sentirte tú, nena...así y mejor... porque Ian lo verá todo. – miró a la cámara. – saluda. – sonrió.

- Ella no estaría feliz con esto... - murmuró Aiyana. Casi no se le podía escuchar.

- ¿Perdona? Ella me ha pedido esto. Ella me ha dicho que quiere observar como cada uno de esas lacras sufren tanto como yo sufrí...

- ¡Ella está muerta! – gritó Aiyana. Impulsiva. – Está... - intentó decir algo de nuevo, pero las manos de James volvieron a golpearle el rostro. Esta vez logrando romperle el labio inferior por la intensidad del golpe. Ella no lloró esta vez. Escupió la sangre al suelo.

- Está muerta por Ian. – inició él. Sabiendo que eso sería lo que más le dolería a Aiyana. Escuchar la verdad. – porque Ian le abrió la malditas piernas y la folló como a ti, como a todas las putas a las que se ha tirado. – la fricción volvió. Necesitaba llorar. Descargarse. Los ojos se le llenaron de lágrimas al más mínimo segundo de escuchar su nombre, el nombre de Ian. – tú no era más que el montón. Déjame adivinar... ¿Cuántas veces te han abierto las piernas? Tal vez... ¿siempre?

Ella lo escupió esta vez. Él se abstuvo para no golpearla de nuevo. No ganaría nada con eso. Al contrario, solo le dio fuerzas para comenzar con su verdadera venganza.

- Ian ama ver porno... - se rio. – y esto le encantará. – se bajó los pantalones. "D^[1

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