☆Había una vez...

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Una luz se prende en medio de la habitación iluminando a Piper McClean sentada en un sofá negro de aspecto muy cómodo. Tenía puesto un vestido de floreado y había un libro posando en su regazo. Sus manos entrelazadas encima del libro de aspecto muy, muy antiguo.

Detrás de ella crepitaban las brasas de la chimenea y sonaba música de ambiente de una radio de los noventa.

Frente a ella estaban los semidioses, algunos sentados en el suelo y otros acostados sobre aua barrigas.

Con una taza de chocolate caliente y malvaviscos color azul flotando en su interior. Percy Jackson está recostado por el hombro de Annabeth Chase con una dulce sonrisa en el rostro. Repasa con la mirada a todos lo semidioses, contento de qué estén todos compartiendo un pasible momento..., cuando de repente. Su rostro cambia a una atónita por alguien en particular.

-¿Apollo? ¿Qué haces aquí? - Susurra Percy.-Solo se permiten semidioses. -Le frunce el ceño con aire gruñón.

-Es que salgo en la historia. -dice un Apollo de aspecto mortal. -No me lo puedo perder, se va poner bueno. Estoy seguro, ya que, estoy en ella obvio. -

-¿Pero qué no debías ir a cumplir tus misiones y todo eso para tu libro, tus travesías y esas cosas? - Susurra Annabeth.

Apollo chita. -No me acusen con padre. Ish. -

Piper carraspea llamando la atención de todos.
Mira hacia los semidioses.

-Buenos días semidioses, hoy les contaré una de mis historias favoritas. - Agarra el libro y la apreta contra su pecho. -Trata de un Sultán que convoca a los hijas más hermosas del Reino más cercano. Para que una de ellas se case con su único hijo. Pero solo una.- Piper alza un dedo.- Puede ser la esposa del príncipe heredero al trono y compartir con él sus riquezas.

-Qué romántico. - mumura Drew a sus hermanas.

-Shh- Piper le hace un gesto con los dedos como de "cierra el pico"

Carraspea de vuelta.
-Ahora bien, presten atención problemáticos semidioses.- abre el libro y pasa página delicadamente como si tocará cual telaraña. -Había una vez, en un reino muy, muy lejano...

Un Sultán muy, muy feo con una pata de palo, qué vivía en un gran palacio majestuoso a las afueras de su reino. Era un palacio tan, pero tan grande. Qué el mismo Goliat pudo haber entrado ahí sin problemas.

El Palacio... era la fascinación y la admiración de tooooodooos, en el reino. Miraban esas tierras lejanas como un sueño imposible.
Pero era un sueño algo casi no tan extremadamente imposible para las señoritas del Reino. ¡Qué sabían! Qué el sultán tenía un ¡HIJO! un príncipe gallardo, apuesto ¡y bien soltero!

Más, sin embargo por más que intentaron crear hasta alas de metal para volar sobre los muros y fisgonear para echarle un vistazo al príncipe. Jamás pudieron ni alcanzar a ver su cabellera.

Pero un día, el sultán envío a uno de sus caballeros para dar un aviso a los plebeyos.

-Eju, eju.- Jason Grace vestido de Caballero del Palacio carraspea llamando la atención de todos. Tiene una camisa con un gran moño 80% medieval y una calza azul bien ajustada por dónde debe apretarle a un caballero que se respete de esa época.

-Por orden del Sultán, se creará un concurso dónde las doncellas más bellas del Reino, podrán competir por la varonil y candente, ejem, mano del príncipe. Las interesadas mamasitas ejem, doncellas, disculpen, deberán presentarse mañana con puntualidad frente las puertas del palacio donde serán presentadas frente al Sultán quién dará las indicaciones del concurso.

Luz, Cámara, ¡Acción Semidioses! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora