Había una vez en un mundo muy, muy lejano y sin nombre, (ya que a la escritora le dio flojera inventar un nombre para este) existió un gigantesco castillo, con múltiples habitaciones y un grandísimo jardín para supuestamente tomar el té con las amigas. (Y decía "supuestamente" porque ninguna amiga nunca, había venido hasta este lugar).
En el castillo, vivían cinco personas. Una madre amorosa, hermosa y muy ricachona; un padrastro borracho, grosero, exageradamente feo y con labios tan inflados como si fueran besados por el trasero de una abeja; y un par de hermanastros que además de compartir la misma sangre en las venas, también compartían la fealdad y lo orangután.
Y finalmente, estaba, Percicienta. Un joven dulce, apuesto, sencillo, y tan monísimo que sí te lo encuentras por la calle, inmediatamente lo secuestras para el sótano de tu casa y allí, claro está, te aprovechas de su inocencia y le haces tanto cariñitos lujuriosos que el hermoso hombre, nunca, JAMÁS en su vida podrá olvidarte. (Porque lo has traumado, ojalá vayas a la cárcel, pinche loca).
Bien, a lo que íbamos.
Un día cualquiera, Gabe, el padrastro de Percicienta; envenenó a su madre, Sally, causándole irreparablemente... La muerte. Al día siguiente fue el velorio, y luego enterraron el cuerpo de Sally en la parte trasera de la casa; y cuando los invitados se hubieron ido... La vida llena de esclavitud y escasez de galletas azules de Percicienta... Inició.
—Dime amo... — Percicienta respondió al llamado de Gabe, cuando hubo llegado a la sala, en donde el asqueroso Gabe, estaba tomando cerveza y jugando a las cartas con sus amigos y sus hermanastros. Comenzó la humillación frente a los demás:
—Preparar la comida o lavar la ropa, tú elige. —Le desafío Gabe, no obstante, Percicienta ya estaba acostumbrado a esta clase de juegos, y él sabía, que el imbécil solo era sarcástico y en realidad quería que hiciera ambas cosas, para verlo destruido y cansado.
Además, con toda la suciedad, el polvo y la ropa desaliñada, llena de agujeros que llevaba, lo hacía lucir un poco menos atractivo, y por consiguiente, no hacía sufrir demasiado de envidia y repugnancia a sus inquilinos.
—Enseguida, amo. — Respondió Percicienta a regañadientes, y acto seguido, fue a la cocina a preparar galletas-no-azules, como su castigo eterno le obligaba cumplir.
Y así fueron los días del azabache. Durante muchos años. Como cinco desde la muerte de su madre, ¿oh? ¿Es demasiado tiempo? OK, cambiemos a solo tres años; en donde Percicienta fue el sirviente de su padrastro y hermanastros, hasta que pasó tanto tiempo limpiando el suelo, que parecía que su espalda nunca más volvería a enderezarse como antes. Pero lo bueno fue, que sus hombros se pusieron anchos y más musculosos.
Un día mientras estaba limpiando como siempre, escuchó:
—Viéndote limpiar me estremezco, — exclamó uno de sus hermanastros, los maltratos de estos y su padrastro eran tan repetitivos que se convirtieron en algo rutinario para nuestro princeso sin corona.
Todo iba bien, un poco de insultos, limpiar baños aquí y allá, blah, blah, hasta que otro día...
Toc Toc. La puerta se abrió mediante el segundo hermanastro feo, y afuera, había un mensajero real que traía una invitación del príncipe para un baile, en donde desposaría a un bello jovencito. Porque claro, es un príncipe y puede hacer lo que quiera, incluso acosar a menores que él sin temor a represalias legales por pedofilia.
¿A dónde iba...? Ah sí. Se anunció que iba a haber un baile en el palacio y Percicienta quería ir. Y sí, como lo habrán adivinado, su padrastro y sus hermanastros no le dieron permiso de asistir a la Gran fiesta. Por ser supuestamente "muy fea" y "mal portada", pero la verdad era que, el dulce azabache era demasiado sensual y perfecto y si aparecía allí, se robaría todas las miradas con sus hermosos ojos verde mar, los cuales probablemente atraparían al príncipe al instante.
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Luz, Cámara, ¡Acción Semidioses!
FanfictionPercy Jackson y sus amigos tendrán que escribir y actuar en las obras de teatros más locas que sus mentes hayan creado. Impulsados por una deidad oscura y malvada. Ellos tendrán que esforzarse para hacerla feliz porque las consecuencias... Las conse...