Capítulo 1

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Era un día bastante frío. Las nubes no dejaban entrar los rayos de sol y el viento parecía querer romper las ventanas de la gran aula. Alrededor de 60 alumnos se encontraban tomando nota apresuradamente, alternando la vista del pizarrón a sus libretas una y otra vez. A decir verdad les fastidiaba mucho esa clase, pues era complicada de comprender, además de que el profesor no ayudaba mucho.

—Bien, ahora sólo sustituyen la ecuación y... —El profesor garabateó unos cuantos números más en el pizarrón y se giró para mirar a sus alumnos —¡Listo! ¿Todos entendieron?

Los chicos y chicas exclamaron un "Sí" al unísono, aunque no habían entendido ni la cuarta parte de lo que había dicho.

—De tarea quiero... —El profesor fue interrumpido por el sonido del timbre que indicaba que su clase ya había terminado y suspiró de mala gana —Quiero que hagan el ejercicio 6.13 del capítulo 6.

Algunos alumnos se quejaron, pero no les quedó de otra más que escribir la tarea y guardar sus cosas en las mochilas para largarse a otra clase.

<<Bola de ineptos>>, pensó el hombre mientras borraba el pizarrón, sin darse cuenta de que alguien lo observaba desde el marco de la puerta.

— ¡Daniel!

El nombrado dejó de ejecutar su acción y miró alarmado hacia la puerta, tranquilizándose después al ver de quién se trataba.

—Víctor, pero que susto me has pegado —Dijo Daniel sonriente —¿No tienes clase que dar o algo?

—No realmente —Respondió Víctor adentrándose al aula mientras se ajustaba los lentes —¿Y tú?

—Tampoco, estoy libre.

—Genial.

Hubo un silencio incómodo que hizo que Daniel prosiguiera a guardar sus cosas en el maletín marrón que siempre llevaba con él para tener algo que hacer, mientras que Víctor sólo se le quedó viendo atentamente, incomodándolo aún más.

—¿A qué viniste, Víctor?

—A verte, obvio.

—Ah.

—Y a invitarte un café, ¿vienes? —Víctor sacudió su trenza —El día lo amerita.

—No sé... ya sabes que tengo gastritis.

—Uno no te hará daño.

Daniel lo pensó por un momento y finalmente asintió.

—Está bien, pero yo pago.

—Cómo crees, yo pago —Víctor le cargó su maletín con una sonrisa —No te niegues.

Daniel experimentó un vértigo muy agradable al ver que su mejor amigo le cargaba el maletín y comenzó a caminar a su lado. La verdad no sabía que significaba, pero siempre que el otro hacía cosas como esas por él le hacían sentirse... feliz.

—¿Cuándo harás los exámenes para evaluar a los chicos? —Preguntó Daniel mirando de reojo a Víctor —Ya debes sobre que hacerlos, ¿no?

—Sí, ¿pero de qué sirve si de todas maneras van a reprobar?

Ambos rieron al mismo tiempo con complicidad. Amaban torturar a los alumnos más que nadie en el mundo.

En fin, continuaron riendo por unos segundos más hasta que Daniel paró de hacerlo.

—¿Qué pasa? —Preguntó Víctor preocupado pero Daniel no contestó, pues estaba muy concentrado quemando con la vista a una persona en particular: Alberto, el profesor de química.

—¡Ola ke ase! —Preguntó Alberto con un tono tonto e infantil mientras se acercaba a los dos hombres.

—¡Alberto! —Víctor lo abrazó cálidamente, haciendo que el odio de Daniel se desatara aún más.

—¡Vicky! —Gritó Alberto emocionado mientras hacía gestos raros.

—¡¿Dónde estabas?! —Víctor le palmeó el hombro —¡Te estuve buscando durante toda la mañana!

Aquel comentario hizo que el corazón de Daniel se apretujara dolorosamente. ¿Acaso Alberto era la prioridad de Víctor? <<¡Se supone que somos... amigos! ¡Yo debería ser su prioridad! >>, pensó molesto, sintiendo que iba a explotar si esos dos seguían gritando con tanta efusividad.

—¡Estaba en el cubículo de matemáticas buscándote!

—¡Pero no te vi!

—¡Tontito!

—¡¿QUIEREN DEJAR DE GRITAR?!

Víctor y Alberto miraron sorprendidos a Daniel, ya que casi nunca explotaba de esa manera.

—¿Qué te pasa ahora, Dann? —Trató de calmar Víctor, pero sólo recibió una fea mirada de vuelta.

—Si, ¿qué te pasa Danno? —Alberto rio por cómo le había dicho a Daniel, pero este sólo comenzó a caminar de vuelta a su aula.

—¡Daniel! ¡Espera! —Víctor gritó pero no recibió respuesta —¡Te dejo Alberto, luego nos vemos!

—Bueno...

Gracias a la buena condición física que poseía, Víctor alcanzó a Daniel antes de que entrara al aula y lo tomó del antebrazo para detenerlo.

—Hey, ¿qué te pasa?

Daniel resopló irritado y se zafó de golpe del agarre de Víctor. <<¿Qué acaso no te das cuenta, animal?>>.

—Nada.

—A ti te pasa algo, dime.

—No.

—Anda —Víctor le picó las costillas para hacerlo reír, haciendo que pareciera una escena bastante extraña pues ambos ya rebasaban los 40 años.

—¡Nada! ¡Déjame y vete con tu Alberto! —Gritó Daniel explotando de nuevo, dándose cuenta después de que había sido un error hacerlo —No quise decir eso... o sea...

—Estás celoso —Dijo Víctor con cara divertida —¡Awww!

­—¡Cállate! —Daniel le jaló la trenza y Víctor se quejó —Vete, déjame solo.

—¿Qué hay del café? ¿Me dejarás plantado? —Víctor hizo carita de perro, sabiendo que eso siempre convencía a Daniel de que dejara de estar enojado con él.

—Quizás otro día, debo ir a crear sistemas de fuerzas —Daniel trató de no mirarlo, sabiendo el plan del otro.

—Por favor...

—No —Daniel vio la cara de su amigo y no pudo más —Que no... ¡Ay, está bien!

—¡Yuju! —Víctor se acomodó el maletín en el hombro y tiró de la camisa a Daniel —Vamos pues.

—Con una condición —Daniel lo miró serio, alarmando a Víctor.

—¿Qué cosa, eh?

—Bueno... —Daniel se dio su momento de drama y desvió la mirada, intrigando más al otro.

—¡¿Qué, Dann?!

—Que me compres unas donitas también.

—Está bien —Contestó feliz Víctor, comenzando a caminar.

—Pero no sólo donitas normales —Daniel le siguió el paso —Sino de esas que tienen extra chocolate.

—Sí, sí, ya entendí, pero tendrás que darme también.

Daniel sonrío y volvió a jalarle la trenza como muestra de afecto, disfrutando del maravilloso momento de amigos... ¿o no?


Un Amor VectorialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora