Capítulo 2

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El único día de la semana que Víctor amaba y esperaba con ansias era el viernes. La primera razón era porque casi no tenía que dar clases, y la segunda, era porque podía desperdiciar el resto de su tarde en lo que se le diera la gana. Por lo general aprovechaba las tardes para ir al gimnasio y sacar todo el estrés con los diversos aparatos que el lugar le brindaba, aunque también a veces prefería quedarse en casa a ver una buena película y a tomar una cerveza muy fría.

Por suerte, aquel día era viernes y Víctor estaba más ansioso que nunca. Pensó en hacer la misma rutina de siempre, pero luego de pensarlo muy bien, decidió que invitaría a Daniel a hacer ejercicio con él a un parque que quedaba cerca de las casas de ambos. Probablemente Daniel pondría algún pero al principio, pero aceptaría a fin de cuentas, así que Víctor caminó hacia el cubículo de física con paso lento para ver si ahí se encontraba su amigo y, por suerte, así era.

Daniel se encontraba sentado frente a un escritorio leyendo y tomando té de una taza bastante grande. No se había dado cuenta de la presencia de Víctor, hasta que este se sentó en la silla que estaba frente a él, al otro lado del escritorio. Su vista se iluminó de emoción al ver a su persona favorita y dejó a un lado su taza de té para poder hablar, mientras que Víctor se ajustó las gafas distraídamente.

—Oh, hola Víctor —Saludó Daniel con una sonrisa —No esperaba verte por aquí.

—He venido de sorpresa —Respondió Víctor guiñándole un ojo —¿Qué lees?

—Es sobre la materia oscura —Daniel le enseñó la pasta del libro, pero Víctor no la leyó, sólo fingió hacerlo.

—Que bien, suena interesante —Dijo Víctor mientras tomaba sin permiso la taza de té de Daniel y se la llevaba a la boca para darle un buen sorbo —Que delicioso, amo la menta.

—También yo —Daniel dejó el libro en el escritorio y entrelazó sus manos —Iba a llamarte, ¿sabes?

—¿En serio?

—Sí, pero me ganaste,pues ya estás aquí —Daniel rio suavemente y Víctor sólo sonrió.

—¿Para qué ibas a llamarme?

—Bueno, en la mañana publiqué algo en la red social y no comentaste nada... se me hizo raro, ya sabes.

—Oh, no he tocado mi celular en toda la mañana, lo siento —Se disculpó Víctor.

—No hay problema.

Un silencio se hizo presente en el ambiente y aprovechó Víctor para clavar su mirada en su amigo. Ya era costumbre que siempre sucediera algo así, pero Daniel aún se seguía sintiendo intimidado por aquellos ojos tan penetrantes.

—Y... —Habló nuevamente Daniel para romper el silencio —¿A qué venías, Vic?

—Cierto —Víctor se acomodó en la silla —Venía a invitarte a que en la tarde fueras a correr conmigo al parque.

—¿A qué parque?

—Ya sabes cuál, Dann —Víctor volvió a tomar un poco de té —¿Qué dices?

Daniel hizo graciosas muecas que indicaban que estaba tenendo un debate mental acerca de si aceptar o no. Él no era muy devoto al ejercicio, pero siendo Víctor quien se lo pedía, trataba de consderarlo.

—¿Cómo a qué hora? Es que tengo que llegar a casa a calificar unos exámenes que no terminé anoche —Respondió Daniel rascándose la nuca.

—A las 7 pm, para que no haya sol y podamos hacerlo más a gusto...

—Bueno... —Daniel continuó haciendo muecas por unos segundos más y finalmente habló —Está bien.

—Genial —Víctor estiró su mano y le palmeó el brazo a Daniel —¿Quieres que pase por ti?

Daniel, quien en esos momentos tomaba algo de té, se quedó mudo. <<¿Pasar por mí? ¿Por qué habría de hacerlo? No soy una niña tonta o algo por el estilo, yo sé cuidarme solo... aunque es un muy bonito detalle>>, pensó con una sonrisa, pero al darse cuenta de lo que acababa de decir en su mente sacudió la cabeza en negación para deshacerse de esas ideas locas y tragó el líquido que aún permanecía en su boca.

—No es necesario, gracias —Dijo sin tratar de sonar nervioso, pero Víctor lo notó.

—¿Seguro? Sabes que conmigo estás protegido, nena.

Daniel tomó su libro y le pegó en la cabeza a Víctor.

—Cálmate Ortega, ¿quieres? —Dijo Daniel con el rostro pintado levemente de carmesí —No me digas así.

—¿Cómo? ¿Nena? Pero eso es lo que eres... una nenaza —Continuó Víctor burlándose, ganándose unos golpes más en la cabeza —¡AY! ¡YA ENTENDÍ! ¡BASTA!¡ME DEJARÁS IDIOTA!

Daniel le dio el último golpe y dejó en paz el libro sobre el escritorio otra vez. El que Víctor se comportara así le ponía muy nervioso y no le gustaba que no tuviera nada con lo que contraatacar.

—Síguete portando mal y verás como te va, perro infeliz —Daniel se levantó y tomó sus cosas, dispuesto a marcharse.

—¿A dónde vas? —Víctor lo siguió con la mirada.

—Qué te importa.

—Dime... —Víctor se limpió una lágrima falsa del rostro, haciendo rodar los ojos al otro.

—Tengo que dar clase, dah.

—Bueno, ¿entonces te veo a las 7 pm?

Daniel comenzó a caminar y lo ignoró, frustrando a Víctor como sólo él sabía hacerlo.

—¡Daniel!

—Ten listas tus zapatillas deportivas, Víctor —Fue lo único que dijo Daniel, dándole a entender que su encuentro seguía en pie.

<<Y te tengo algo más preparado, mi querido Daniel>>, pensó Víctor mientras sacudía su trenza con una sonrisa torcida... casi malvada. 

Un Amor VectorialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora