Prólogo

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—Sé lo que le hiciste—dijo la persona que se encontraba al otro lado de la pantalla.

—Yo no he hecho nada.—Le respondió Cate.

Los chats anónimos son armas de doble filo: puedes conocer tanto a las mejores como a las peores personas que pisan la tierra. Aún así, la vida de Cate estaba siendo sacudida por una serie de mensajes anónimos por medio de chats y facebook.

"Brrr" sonó el chat. "Don-Aristo te ha enviado un mensaje".

¿Será Aristo por Aristóteles? No lo creía. Su experiencia en la plataforma le había enseñado que prácticamente no había gente culta en aquel lugar, que era un vacío de conocimiento a excepción de ella, que trabajaba como editora de novelas en Derdill Press.

Tras diez minutos pensando en si responder o no, lee el mensaje.

—Hola Lady_Cat73—decía el mensaje de Don-Aristo.

—Hola—respondió Cate—¿Cómo estás?

Tras la separación de su marido, Cate se había dedicado a ingresar a chats y páginas para ligar y conocer personas nuevas con las cuales podría iniciar una relación amorosa. Sin embargo, se había encontrado con una serie de degeneraciones dentro de los chats en línea.

—Bien, ¿Tú?—su respuesta había llegado en menos de un minuto.

—Bien.

Esperaba haber cortado la comunicación con ese hombre. Realmente ya no le interesaba el hecho de conversar con personas por aquel medio, pues ya había revelado demasiado de si misma.

"Brrr"

"Don-Aristo te ha enviado un mensaje"

—Perra.

<<¿Que mierda le pasa?>>

Cerró nuevamente el chat con Don-Aristo. Pero los nuevos mensajes no se hicieron esperar.

"Brrr"

"Brrr"

—Perra. Te estoy observando.

Eran las cinco de la tarde y la suave brisa primaveral corría afuera. Pese a ello, Cate enmudeció ¿Realmente la observaba?

"Brrr"

—Sal al porche.

Cate, como si le hubieran pagado, cerró la laptop y salió al porche.

El pavor que sintió al ver aquello es indescriptible: había un gato negro muerto en la alfombra de la entrada.

Exilio InteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora