Capitulo 3

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Carmen tan radiante y hermosa, se encontraba caminando las calles de New York pero ser tan encantadora no siempre era una ventaja, «Carmen nunca tuvo el placer de disfrutar de una amiga de verdad, todas las que tuvo fueron corrompidas por su belleza, la envidia que sentían sus "amigas" por su belleza sobrenatural, las llevaba a odiarla, sin decir que varias de ellas tuvieron que pagar con sus novios ya que al ver a Carmen caían en su hechizo» así Carmen aprendió a no confiar en nadie.

Mientras caminaba rumbo a Central Park «donde siempre iba cuando las clases se ponían más aburridas de lo normal» y el primer día de clases no era una excepción, salir del instituto no era un problema el conserje ya la conocía muy bien «la primera vez que Carmen deseo salir del instituto tomo las llaves del bolsillo del conserje, claro pero antes lo distrajo con un baile exótico, cuando consiguió lo querido se fue caminando como si nada a la salida y se fue, desde ese día Carmen tiene la salida del instituto garantizada con la promesa de que saldrá un día con Ruber (el conserje).

Cuando llego a lo más profundo de Central Park se sentó en el frío suelo bajo un árbol de roble blanco, ese era su lugar favorito alejado de todas las personas, solo con la compañía de los pájaros que entonaban sus cantos al cielo, el silencio era el justo y necesario para aclarar sus ideas y leer sus libros más deseados « el libro favorito de Carmen era orgullo y prejuicio de Austen Jane, le encantaba la personalidad de Elizabeth tan única para su época y tan premeditada para analizar a las personas, y aunque su belleza no era tan excepcional como la de Jane ( su hermana mayor ), pero tampoco carecía de está, su forma de ser era lo mejor de ella. Lizy como la llamaban sus seres queridos y amigos íntimos quedaban encantados con su educación y cortesía, aunque a diferencia del Sr. Darcy, ella no era engreída u orgullosa por lo que sabía y comprendía, Elizabeth sabía que las personas que más alardeaban de sus conocimientos eran las personas que menos sabían, cuando veía a personas como Darcy podía oír a su padre ( el Sr. Bennet ) contarle la parábola de la carreta vacía, cuenta la historia de que un día un padre llevo a su hijo a una de las calles de Inglaterra y le pidió a su hijo que cerrara los ojos este obediente a su padre lo hizo, que oyes - dijo su padre, el niño respondió - oigo algo muy ruidoso y aturdidor, el padre le pidió a su hijo que abriera los ojos y contemplará lo que oía, cuando el niño abrió los ojos contempló a una carreta que pasaba por ahí y de donde cuyo ruido tan aturdidor provenía, al ver que había en su interior que provocaba tan insoportable ruido observó que no había nada, detrás de aquella carreta pasaba otra cuyo ningún ruido procedía de ella, al observar que traía por dentro vio una gran bolsa de mercancía oro, plata y piedras preciosas se hallaban dentro. El padre se dirigió al hijo y le dijo ves mi querido hijo que una carreta vacía no hace nada más que alardear lo poco que lleva adentro mientras que una carreta llena no emite ningún ruido así mismo son las personas, las carretas vacías representan a esas personas que no saben nada y de lo poco que conocen lo quieren gritar a los cuatro vientos al contrario de las carretas llenas que representan a las personas que son prudentes al hablar y que solo expresan lo necesario.

Así cuando Carmen oía a esas personas orgullosas y prejuiciosas recordaba las dulces palabras del padre de Elizabeth diciendo: "las carretas vacías son las que más ruido harán". Carmen estaba sumergida en su nuevo libro "Hielo Negro" de Becca Fitzpatrick le resultaba excitante el miedo y la pasión que sentía Britt por Mason o debería decir Jude, su sexy e intimidante secuestrador, las horas pasaron tan rápido como siempre cuando Carmen leía un libro, al ver la falta de luz que había en su entorno y que le impedía leer provocó que se percatara que ya era de noche, Carmen saco su teléfono y observo la pantalla 9:15 PM junto con más de 10 llamadas perdidas de su padre, había estado leyendo durante 8 horas seguidas, se apresuró en coger rápido su bolso y meter de nuevo el libro en este, salió caminando hacía la salida de Central Park pero estaba tan obscuro gracias a que se había metido muy profundo en el bosque, que no podía distinguir más que ramas y tallos de árboles, intento ubicarse pero fue inútil estaba perdida no veía nada que le dijera donde estaba, el frío se fue volviendo más notorio a raíz de como pasaban los minutos, la falta de ropa que cubriera verdaderamente su piel le hacía estremecerse al pasar oleadas de aire frío por donde ella, empezó a caminar despacio, el silencio era abrumador podía oír las hojas al pasar sobre ellas, y aunque fuera imposible podía sentir como unos ojos en la oscuridad la observaban detenidamente, Carmen nunca había sentido tanto miedo en toda su vida, se sentía vulnerable, el silencio se vio interrumpido por las pisadas de una persona acercándose a ella, su primer instinto fue correr, corrió tan rápido como pudo, tropezó varias veces pero eso no la detuvo, vio una luz al fondo, era uno de los faros del camino de Central Park, esa era su meta si llegaba ahí estaría a salvo, no sabía por qué pero lo presentía, sus piernas ya estaban muy cansadas de tanto correr pero no se podía detener, podía oír como esos pasos la seguían, "lo logre" -pensó Carmen al llegar al faro pero se volteo al escuchar que los pasos cada vez se oían más cerca.

De las sombras surgía una persona encapuchada con una chaqueta de cuero negro, Carmen se quedo paralizada al ver que se acercaba...

Carmen ¿Alguien como tu? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora