Cuento corto

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A veces, cuando me aburro o me piden que lo haga, suelo escribir unos cuentos cortos o algo parecido; y siempre los dejó en privado para mostrarlos únicamente a aquellos que son cercanos. Hoy, por alguna razón, quise hacer público esto, sólo para mostrar que no todo son novelas.
Creado como parte de una tarea de economía, la idea era escribir una historia corta que mostrará la vida antes de la propiedad privada.
Ya sin más, les dejo esto que llamó "Cacerías en el amanecer"

Con la luz del sol filtrandose por la montaña y el astro rey trayendo iluminación a aquellas heladas cavernas, el fuego se veia innecesario; aquel fornido hombre tomó algo de tierra y apagó las llamas, que ya no necesitaban.
Con el paso del tiempo, uno a uno, todos los integrantes del grupo fueron despertando, y con esto, iniciando un nuevo día.
Las actividades que programó el líder para ese día eran las mismas de siempre, pero se dieron cuenta de algo, se les acababa la reserva de alimentos y las fresas que venían encontrando en los arbustos cercanos no serían suficientes para todos.
El líder se preparó, y bajo muchas ramas de los árboles cercanos, con las que, junto a unas piedras del suelo, crearon unas cuántas lanzas que iban a usar, sólo faltaba el personal.

Llamó a cada uno de los habitantes de su grupo, y los puso en fila de tal forma que podía evaluar sus características, las mujeres y los niños quedaron atrás, pues no se veían lo suficientemente fuertes para lo que habia planeado.

Se llevó consigo 12 hombres, los más fornidos, altos, robustos y fuertes. Y les pasó a cada uno una lanza de las creadas hace un rato. Les dibujó líneas en el rostro y cuerpo con la pintura ceremonial y esperaron al anochecer para empezar el rito.

Con los últimos rayos de luz pasando por las montañas, una fogata quemandose y dando luz, y unos cuantos cráneos de vaca que habían guardado para usarlos después en este tipo de ritos. El chamán lanzó unos cuantos polvos sobre el fuego y la llama creció bastante, luego arrancó unos cabellos de los muchachos y también los lanzó al fuego. Cantaron y bailaron la mayor parte de la noche, haciendo el rito de fortificación.

Al otro día, partieron temprano, los hombres se despidieron de sus familias, y caminaron por el Valle buscando lo que los habia hecho aventurarse fuera de los límites conocidos. Rastrearon un rato y siguieron las enormes pisadas, al final, junto a un río que separaba el Valle del bosque, encontraron una manada de mamuts, la única fuente de carne que conocían por el área. Sólo uno era necesario para alimentar al grupo, así que cada uno se organizó en las posiciones que habían discutido antes. Cuando el grito se dio, el grupo salió en caza, pero la mayoría de las presas huyeron al bosque, sólo quedó el más fuerte y grande de la manada, el líder de la misma, los hombres tomaron las lanzas y la lanzaron, pero estas rebotaron sobre el cuerpo del animal y cayeron; tres de ellos murieron cuándo el animal embistió contra ellos para descargar su furia.
Cuando el líder vio que tres compañeros habían fallecido contra el animal, no se midió y saltó de una roca, aterrizó en el lomo del animal y sacó el cuchillo de su cintura, para trepar por el pelaje de la bestia y clavarlo justo en medio de los ojos.
Saltó antes de caer al suelo.

Cuando regresaron al establecimiento, cuatro de los hombres llevaban el cuerpo de la bestia por las patas, las mujeres y los niños se alegraron cuando vieron a sus padres regresar, pero los que no lo hicieron tuvieron tristeza en el alma.
Esa noche todos se alimentaron bien, y hubo una celebración enorme alrededor de la hoguera, con el fin de liberar los espíritus de los caídos y para pedir que ninguno caiga nunca más.

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