Cartas de amor. || [ Golden x Freddy ]

|❀| Primer beso |❀|

El de mechas castañas le daba vuelta una y otra vez a sus pensamientos, pensaba si hacerlo o no, y luego de muchos rodeos, decidió que ese mismo día se declararía.

Lo único que importaba luego de tomar la decisión era hacer que Golden no le odie después.

[...]

—Eh. Hola, Golden. —Entre palabras dejaba pausas, las cuales se creaban por planear lo que diría.

Estaba asustado, se notaba en su tono de voz. El miedo de saber lo que haría le mataba lento su interior.

—Hola, Freddy —respondió, tranquilo.

—Uh. Yo —tartamudeaba como nunca el castaño, aunque continuó—, te quiero decir algo. —Y su nerviosismo aumentó.

—¿Qué cosa?, no creo que sea tan malo como para enojarme. —Estaba calmado, indiferente ante la situación.

—Golden, yo te. —Se equivocaba al formular una oración coherente—. Tú me. —Un suspiro se adueñó de sus labios, para luego decir rápido—: ¡tú me gustas!

Freddy cerró los ojos con fuerza. Apretó sus puños como si tuviera miedo, y claro, era su forma de autodefensa, esperaba el rechazo.

Estuvo segundos así, minutos, los logró sentir hasta como si fueran horas. Pero algo le sorprendió, no sintió un golpe, no sintió algo duro sobre su mejilla.

Al contrario, sintió algo tan suave y húmedo sobre su mejilla izquierda, lo que describí como unos labios. Luego, en un camino de leves toques, los sentió sobre su boca.

En todo ese tiempo, no se atrevió a abrir los ojos, hasta ese momento.

Golden le estaba besando, sólo un inocente roce.

El de ojos celestes como un día soleado, con aquel brillo, descubrió que el rubio correspondía sus sentimientos.

Supo que el de ojos gris-brillante también sentía sus mejillas calientes al verle, que también sentía su abdomen doler, y su boca hacerse agua de tan sólo verle.

Tan rápido como logró pensarlo, intentó corresponderle el beso, aunque sólo pudo con dificultad, ya que, claro, era su primer beso.

Estuvieron horas juntos, en las que hablaban sobre ellos, además de besarse más de una vez.

Y Freddy no se fue de su lado hasta escuchar algo que le alegró el día, hasta quizá la vida.

—A mí también me gustas, Freddy.