Supongo que sería una tontería comenzar por el principio, porque poco me importa lo que pasó hace años. Hace lo que ahora mismo me parece una eternidad. A nadie le interesaría.
De todos modos, no creo que aun así le interese a nadie lo que siento. Ni yo misma sé explicarlo, pero el vacío es cada vez más y más grande.
Escribo esto porque las palabras en un papel ya no me parecen tan dolorosas como decirlas en voz alta. Puede que sea una ridiculez, aunque eso es algo que ya me da bastante igual.
Tengo miedo de casi todo lo que me rodea. Lo cual es absurdo, porque nunca antes he tenido tanto miedo. Creía que las cosas, por muy mal que fueran, nunca podrían ir a peor. Y luego, a base de un golpe tras otro, te das cuenta de que siempre habías estado equivocada.
Me encuentro atrapada en una especie de telaraña de la que no sé cómo salir. Atrapada en una maraña de sentimientos que no llego a comprender. Del amor al odio hay solo un paso. De la amistad a la nada, uno todavía más pequeño e imperceptible.
Me di cuenta de eso hace relativamente poco.
No puedo decir que esté exactamente sola, aunque es lo que siento muchas veces. Sola ante situaciones que no me veo capaz de afrontar, porque la realidad me hace daño. Ayer, hoy, mañana, y pasado mañana.
Cualquiera que me conozca al menos un poco diría de mí que soy una chica extrovertida, transparente, que habla a todas horas. Sin embargo, mucha gente se sorprendería de las cosas que guardo conmigo. De las cosas que o nunca he contado, o jamás contaré. Todo el mundo tiene secretos. Los míos no son tan oscuros como algunos podrían pensar, pero sí que son extremadamente complicados de entender. Nunca lo diré todo, aunque la gente lo crea imposible.
Tengo miedo de decir la verdad. Miedo de lo que puedan pensar algunos. De lo que puedan llegar a hacer otros. Miedo de perder a personas importantes para mí y de hacerles daño a otras a las que no les importo más que a ratos.
Miedo a que me odien por no saber controlar mis sentimientos. Miedo a traicionarme, a traicionarle, a traicionar lo que mi corazón quiere y lo que mi mente siempre dice que es imposible de conseguir.
Y me estoy volviendo loca, porque digo y hago cosas que no me pertenecen, porque soy como una marioneta manejada por una "yo" que no me gusta, y que no quiero ser, pero que sé al mismo tiempo que es mucho mejor que la "yo" que era hace unos meses, la que hacía las cosas mal todo el rato, la que metía la pata hasta el fondo y no se daba cuenta de lo graves que eran las consecuencias hasta que era demasiado tarde.
A veces me sorprendo hablando sola, conmigo misma. Como si yo pudiera decirme todas aquellas cosas que alguna vez pretendí que me dijeran los demás. Y me odio, porque solo me descubro cosas malas, y si me descubro alguna buena, que supongo que también tendré, por descarte, una parte de mí me convence de que puede que no exista. Porque, si nadie ha advertido eso en mí, si nadie me lo ha reconocido nunca, ¿realmente es verdad, o es simple autoconvencimiento?
Tengo que aprender a cerrar la boca. A no decir cosas que no quiero decir. A no decir cosas que me muero por decir. Resumen, a intentar esconder aún más mis sentimientos. Los mismos sentimientos que me ahogan, que me oprimen, que me oscurecen el alma y que me hacen desear apagar la luz un día, sin que nadie se percate.
Ya estoy regresando al lado pesimista del que siempre estoy tratando de escapar. Error. A partir de ahora pienso proponerme ver el lado positivo de la vida.
Voy a ser la reina del optimismo. Vaya que sí.
ESTÁS LEYENDO
Si pudiera escoger, te escogería a ti
Teen FictionNovela a dos, sobre las vueltas que da la vida y todos esos errores que se cometen y sirven para aprender.