II

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El tiempo entre ellos avanzó de manera lenta, para el gusto de ambos. Se perdieron en sonrisas, miradas, toques y risas llenas de amor que adornaban cada uno de sus días. Tanto fue, que sus amigos quedaron un poco excluidos por la burbuja que se encargaron de construir. Así de fuerte es el asunto.

También estaban esas cosas pequeñas que debemos destacar, como: la primera cita, la vez que JongDae presentó a MinSeok a sus padres y viceversa (para JongDae fue todo un reto mirar el ceño fruncido del señor Kim), el primer besito en el cine, en el parque, en el bus, en la cama.

Ah, la primera vez juntos.

Para JongDae fue algo mágico, y para MinSeok fue como apreciar el ángel más hermoso del cielo. Todo fue romántico, lento, bien suave y con un toque de pasión que los dejó completamente satisfechos. Los gemidos cantaditos de JongDae, los cortos y gruesos de MinSeok, sus pieles sudando, los miles de besos que aterrizaron en diferentes zonas del cuerpo, los te amo entrecortados y a veces susurrados... simplemente fue algo maravilloso. Esa noche JongDae se sintió la persona más afortunada del mundo pese a que sabía el dolor de caderas que le esperaba al día siguiente.

Luego de terminar se miraron a los ojos, uno estando más cansado que el otro. MinSeok sonrió tan hermoso que JongDae se pudo permitir corresponder la acción cerrando sus ojos y tomando sus mejillas gorditas para besarlo profundamente, de esos que revuelven las tripas del gusto.

Después vinieron: Fiestas de cumpleaños, universidad, graduación, un nuevo empleo, aniversarios, mudarse juntos...

Porque sí, a medida que sus vidas crecían el amor también lo hizo. Obviamente hubo miles de peleas, ya sea por la miraditas que el tal LuHan le lanzaba a su MinSeok, las manos de ChanYeol sobre la cadera de JongDae, y cosas dignas de unas personas completamente celosas.

Pero nada de eso fue un impedimento para que una tarde cualquiera, en medio de un picnic improvisado y un MinSeok que no podía con los nervios, descubrieran el conocido hilo rojo del destino en forma de anillo que se aferraba fuertemente en el dedo anular de JongDae. Cuando éste gritó el sí lo más fuerte que pudo, MinSeok se prometió a sí mismo hacer los días de su —ahora— prometido los más felices de su vida.

Se abrazaron, rodaron en el césped en medio de risas y, cuando cayó la noche, ambos miraron el cielo justo a tiempo para ver pasar a una pequeña estrella fugaz.

—Rápido, pide un deseo —Dice MinSeok, tomando la mano del otro para entrelazarla con la suya.

JongDae desvía la mirada y se centra en su hermoso perfil, pensando a su vez en lo afortunado que era.

Sin pensarlo dos veces, se incorpora en sus codos para tirarse sobre el cuerpo de Minseok, quien deja de mirar el cielo para centrarse en su pedacito de universo, el cual le sonríe y mira con un brillo travieso en los ojos.

—Deseo que me hagas el amor. —Planta un pequeño besito sobre sus labios y se sienta a horcajadas sobre sus muslos. MinSeok lleva las manos hasta la estrecha cadera de JongDae y sonríe también—. Aquí.

—Estamos en un parque, Chennie —Ríe—. ¿No prefieres esperar hasta llegar a casa?

—No —Sonríe más—. Quiero que sea aquí.

Y cuando JongDae menea ligeramente la cadera, ya no hay nada que pueda detenerlos.

Esa vez MinSeok pudo detallar su hermoso cuerpo en todo el esplendor posible, siendo éste iluminado por la luz de la luna y las pequeñas estrellas que parecían titilar con más intensidad a medida que un pequeño gemido salía de sus finos labios. 

Estrella fugaz [XiuChen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora