La piedra que hablaba

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Una de las cosas que más complacía a Moctezuma Xocoyotzin era que su pueblo construyese monumentos en su honor para resaltar su fama. Decía que las construcciones que los antiguos emperadores habían mandado alzar no eran lo suficientemente bellas, y con el paso de los años llegó incluso a dudar de la gigantesca piedra redonda donde eran sacrificados prisioneros para Huitzilopochtli. Así que un día Moctezuma decidió ordenar la construcción de una nueva piedra. La piedra que él deseaba debía ser de un antebrazo de ancho y dos antebrazos de alto.

Los cortadores de piedra del país buscaron durante mucho tiempo una roca de tales características, y finalmente la encontraron en un lugar llamado Acolo. Mandaron llamar a jaladores y levantardores de seis ciudades aztecas, quienes trajeron cuerdas y palancas para sacar la piedra de la colina y luego arrastrarla a un lugar plano donde pudieran cortarla más cómodamente.


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