Mi Luz, Mi Muerte

Érase una vez, una luz, que, ciertamente no sabría reconocer de donde provenía.

Quizás estaba muy lejos.

Una luz tan deslumbrante que te podría dejar ciego. Cada vez más y más cerca de mí, pero sigo son poder reconocerla.

Un cúmulo de recuerdos vagan por mi cabeza. Mi madre dándome un abrazo, mi padre regalándome unas zapatillas... Recuerdos de los que nunca me habia acordado hasta ahora. Y mientras, esa luz sigue brillando, con la misma o incluso con más energía que antes. Y cuánto más cerca, mas atraído me siento hacia ella.

Recuerdos y recuerdos siguen pasando por la oscuridad de mi mente. Ahora sólo hay uno que me persigue. Soy yo hace dos días.

Hay dos hombres grandes y fuertes, fornidos y gruesos, dos hombres a los que jamás me gustaría haber conocido. Pero, por mala suerte, estoy hablando con ellos, hablando no, discutiendo. Probablemente porque me han tirado las gafas ya que a estas les falta una pata.

Entre discusión y discusión, uno de los hombres, o gigantes, ambos sinónimos en este caso, saca una pistola, gesto por el que retrocedo. Intento salir corriendo pero ¡Pum! Me han disparado. Y ahora lo entiendo todo.

Este suceso no ha pasado hace dos días, sino ahora mismo. Y esta luz tan brillante y deseable solo es el equivalente a la muerte.

Mi luz, Mi muerte.