tres

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Dentro de mi lado soñador y terco me sorprendí poniendole nombre a las mariposas oxidadas en mis costillas.

Lancé un puñado de cenizas al sitio donde nacen las olas mas inofensivas y me eché a reír para justificar mis lágrimas.

Y vi como la tierra empezó a tragarse al olvido, llenando el momento de recuerdos torpes y moribundos.
Sellé el momento para ponerle nombre. Eso se llamaba soledad.

(Foto multimedia original)

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