En un asilo psiquiátrico se encontraba Paige, una chica de dieciséis años de edad. Ella fue ingresada a ese lugar a la edad de doce años. Sus padres creían que estaba loca solo porque veía cosas que ellos no podían, solo porque ella era más especial que ellos.
Se encontraba en su habitación, sola, como siempre. No recibía visitas, después de llevar un año encerrada en ese lugar, sus padres decidieron que no valía la pena ir a verla. Paige nunca perdió la esperanza de que sus padres volvieran a visitarla. Todos los días de visita, esperaba con ansias que un enfermero llegara a su habitación y le dijese que sus padres habían llegado. Pero nunca lo hacían.
Solía llorar todas las noches por sus padres, por el dolor que le causaba su ausencia. Después de esperar mucho tiempo se rindió, y jamás volvió a ilusionarse. Con el paso de los días aprendía esta nueva lección: Nunca esperes nada de nadie. Siempre espera el amor de sus padres, su comprensión, su cariño, su apoyo. Pero nunca lo tubo; lo único que le daban, era todo lo que ella no quería, desprecio, resentimiento, dolor.
Otra semana, otro día de visitas. Estaba sentada en su cama, golpeando su cabeza contra la pared. Una vez más, volvía a escuchar las voces. Voces que la hacían sentirse mas sola de lo que ya estaba. Nuevamente veía las sombras. Aquellas por las que estaba ahí.
Quería dejar de escuchar las voces y dejar de ver las sombras, pero no sabia como hacerlo. Los doctores decían que se irían con el tiempo si tomaba su medicamento. Pero Paige, se dio cuenta que no lo hacían, no se iban. Siempre eran una molestia constante.
Se llevo las piernas al pecho y las envolvió con los brazos. Empezó a mecerse hacia adelante y hacia atrás. Diciéndose una y otra vez, que ya pasaría. Se irían, quizá no ahora, pero quería creer que algún día lo harían.
Alzó su cabeza hacia la ventana y lo vio. Una cometa roja. Veía como ondeaba en el viento, cono describía círculos por el cielo azul. Nunca había visto algo tan hermoso como aquello. No había tomado su medicamento ese día. ¿Era real o era solo su imaginación? ¿Como saberlo? Ya no tenia sentido de la realidad.
Había llegado a un punto en el que ya no sabia diferenciar lo real de lo fantasioso. Es curioso se dijo, ¿que sentido tiene estar aquí metida si no se diferenciar?.
Todavía seguía observando la cometa. Debe ser real, se decía, no puedo imaginar algo tan bello. La cometa empezó a trazar figuras en el cielo. Un triángulo, un cuadrado, una estrella. Y de repente, estaba trazando letras, como si quisiera entregar un mensaje a Paige. Primero ponía la letra "F" y después la "E".
¿Fe? ¿Ese es el mensaje? Se preguntaba. ¿Como puede serlo? Y luego recordó.
Mucho antes de terminar en este horrible lugar, solía tener una amiga. Era una mujer de 50 años, lo cual hacia que a sus padres no le agradara.
Es una mujer mayor, reprochaban sus padres.
Para la amistad no hay edad, se defendía ella.Siempre entendió la inquietud de sus padres. Las niñas de su edad tenían amigas que eran de su misma edad, mientras que ella tenia una amiga de 50 años. Pero había algo que sus padres no veían. Y era que esa mujer le traía mas alegría y felicidad que cualquier niña de su edad.
Recordó lo que le dijo una vez, mientras comían juntas una última vez.
- ¿Sabes lo que dicen de la fe, niña? - ella negó con la cabeza.
- ¿Que dicen? - preguntó.
- ¿Que mueve montañas? - ella la vio con desconcierto.
- ¿Por qué dirían eso? ¿Alguna vez han movido alguna montaña?
La mujer ignoro las preguntas de la niña, sonrió y asintió, como si hablara consigo misma.
- Lo curioso de la fe - dijo - es que no puedes verla. Y aun así, no hace hacer cosas maravillosas.
- ¿Como puede algo que no vemos...
La mujer no la dejó terminar su pregunta y dijo.
- No se trata de verla y creer en ella. Sino, de creer en ella para poder verla. Un libro muy famoso decía: "Solo con el corazón se ve bien. Lo esencial es invisible a los ojos". ¿Sabes lo que quiere decir, niña?
- No, señora.
- Entonces, es tu deber aprenderlo. Y cuando lo hagas, entenderás la fe.
La mujer murió unos días después. A pesar del tiempo transcurrido desde ese suceso. Paige aún no entendía el significado de esas palabras. Volvió a enfocar la vista en la cometa, y solo entonces compendió.
Fe. Algo en lo que solo podemos creer para verlo. Algo esencial que es invisible a nuestros ojos y que solo vemos con el corazón. La cometa no podría haber trazado esas letras en el cielo. Pero Paige si pudo hacerlo. Con su corazón describió esas palabras en el cielo, para recordarse que siempre hay algo mas grande que nosotros.
Esbozo una pequeña sonrisa. Tenia razón, si entiendes la frase, entiendes la fe. Pero la fe, tampoco es algo que se deba comprender. Sino, algo que se debe creer.
Viendo como la cometa alejaba hacia el abierto cielo, se permitió tener fe. Fe, en que algún día saldría de ahí, que mejoraría, que sus padres la volverían a amar, que seria libre, así como lo era la cometa.
Mientras la cometa se alejaba, hacia la inmensidad del cielo, dijo en voz alta.
- Puedo ver la cometa volar.
Esas palabras que significaban nada y todo al mismo tiempo. Jamás sabrá si esa cometa era real o no. Pero, había algo que si sabía, esa cometa le había dado una lección de vida. Lo que quiere decir que: a veces las cosas más insignificantes y las menos esperadas, son las que más tienen qué enseñarnos.
No debemos olvidar que esas cosas pequeñas no hacen grandes a nosotros.
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Puedo ver la cometa volar
Espiritual¿Como saber la diferencia entre la realidad y la fantasía cuando la línea que separa a ambas es tan delgada?