CUATRO

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Pasaban los días y mi despertar era cada vez más amargo, intentaba sonreír, pero mis sonrisas no lograban que mis ojos se achicaran, como lo hacían siempre.
Tal vez me esforzaba demasiado en hacerle al mundo parecer que estaba bien, que yo misma empezaba a caer en la mentira.

Me decía que estaba bien, que todo saldría perfecto y que eras pasajero, pero todo aquello no tenía sentido. Es claro que yo no sabía en ese momento que el amor no correspondido es solo un reto de superación, una lección que todos debemos aprender al menos un vez en nuestras vidas.


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