2

13 0 0
                                    

Estaban compartiendo unas cervezas en casa de su amigo Nicolás. Ese amigo que siempre le llamó poderosamente la atención, ese amigo musicólogo que tanto sabía de muchos temas, que hacia clases en una universidad, donde al principio sus alumnos al verlo lo confundían creyendo que era un alumno más, por su estatura y su forma de vestir; un ratón de biblioteca, el que veía Neon Genesis Evangelion y un montón de otros animes, ese hombre bien maduro de pensamiento, con convicciones fijas, con sentido crítico agudo, pero que gustaba de las películas como niño, amando todo los  episodios de Star Wars, que disfrutaba viendo How train to your dragon, siendo coleccionista de blockbuster.
Su departamento era un museo - biblioteca, un paraíso para los amantes de los libros, de la música, del anime, del manga, del cómic, de las películas y de cuanta chuchería relacionada a ello; y por supuesto, su infaltable conejo negro que tenía por nombre Conejo.
Después de unas cuantas cervezas y tras tomar un manga totalmente decidida a leerlo, se quedó dormida en el futón. Despertó totalmente alerta, cuando Nicolás se había agachado a su lado, habiéndole tomado un mechón de cabello  y diciéndole al oído que se lo cortaría. Ella tomó la tijera rápidamente y la puso en el cuello de él, diciéndole en tono amenazante que jamás osara hacer tal cosa, pues tendrían serios problemas. Él soltó una carcajada, pues como siempre, Nicolás le había hecho una broma.
Tras levantarse, fue a ver al estante un otro manga que le llamó poderosamente la atención, era uno que ella quería leer hace tiempo pero que no había tenido la oportunidad de encargarlo; cuando lo tuvo en su mano reaccionó como niña con juguete nuevo, se lo mostró a Nicolás diciéndole si se lo prestaba y el responde que si, pero que tiene que leer el primer manga que tomó.
Después de un rato, ella le entrega el primer manga que había sacado del estante y cuando él se acerca para recibirlo, la tira de la mano para acercarla más a él y le dice, tomándole el mismo mechón de antes:
-Si hubieses sido hombre, me habrías gustado-
Ella estaba roja por la vergüenza, pero no le respondió nada, pues ya todo se sabía. Ella sabía de antes que él era gay y Nicolás sabía que ella estaba enamorada de él.

EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora