-Pronto hablaremos. Nos sentaremos con un trago y nos diremos todo, Catalina.- Dijo Tin.
-Bueno, corazón.- Respondió irónica y con una sonrisa pícara.
Pasaron los días y no se presentaba la oportunidad de concretar el encuentro. Hasta buscaron un lugar para estar a solas, o por lo menos lo pensaron así.
Dos semanas más tarde se vieron en el jardín. Estaban solos, los dos solos en la casa y ese gran parque sería testigo de su conversación.
-Acá estamos, ¡por fin!- Dijo contento Tin.
-¡Si! ¡Al fin solos! -Suspiró ella.
-¿Por qué te fuiste? Preguntó.
-¡No quería hacerte daño, ni enfrentarme a vos!-
-Te parece que no me heriste, yéndote de esa forma, de noche, bajo la lluvia, con lo puesto...sin dejarme una nota...- Exclamó Tin con lágrimas en los ojos.
-Sé que no quise hacerlo, pero..._
-Pero, ¿qué?- Gritó él.
-Tuve que hacerlo. Habíamos perdido un hijo, no tenía nada en la casa...pensé mucho tiempo antes de marcharme. Tenía que encontrar poder, dinero, un buen pasar. A tu lado sólo había amor...
- No puedo creer que buscaras todo y lo cambiaras por la pasión que nos unía...
-Así fue que conocí a mi marido. Él me da tranquilidad económica, libertad para hacer lo que quiera, cuando quiera...
-¡Ya basta Catalina!
Cuando escuchan un crujido de hojas entre los árboles...
Se cruzan las miradas, conteniéndose, creyendo que es un animal el que provocó ese ruido, pero es el marido de Catalina.
Fuera de sí, con los ojos inyectados en sangre, furioso, se avalanza contra Tin, que se corre y éste cae en el suelo, no sin antes herirlo con el cuchillo que llevaba en su mano derecha. Tin se le tira encima y se trenzan en una lucha cuerpo a cuerpo.
Desesperada, Catalina se pone a gritar y a llorar pidiendo ayuda. Los dos hombres creen pelear por ella, pero el recién llegado lanza el cuchillo hacia ella, dándole un el medio del pecho.
Catalina cae, lentamente. Ellos cansados, sudados y sangrando, se ponen de pie, jadeando; se acercan a ella y la miran como les entrega su última mirada y su último suspiro.
Llega un vecino cercano. Desde lejos había observado la escena mientras se acercaba.
-Tenía que terminar así. Dijo con calma pero agitado por la corrida.
_Ella es mi hija. Jamás, nunca quiso que le dijera la verdad, Señor. Es verdad que primero estuvo con este hombre que usted encontró, ayudó y quiso matar, pero él no sabía del paradero de Catalina, el destino los juntó sin querer.
-Está bien, entiendo, pero no comprendo como pude amar a una persona así, tan embustera, mentirosa, que ni siquiera supo valorar mi amor.
-Disculpen- Dijo y se alejó tristemente del lugar hacia su casa.
-¡Gracias por aclarar este entuerto, Señor!- Dijo Tin sin aliento. Caminó hacia la entrada de la finca y se perdió en el horizonte.
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Tín Ferro. Un hombre.
AventuraTrata de la venganza de un hombre que quedó solo en su patria. De acuerdo a la situación económica devastada, tratando de sobrevivir, se enfrenta a varias situaciones que tiene que resolver. Conflictos, roturas, amores. Ésta es la historia de...