EL ENCUENTRO

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Era un día normal de marzo, aquí donde empieza el otoño en éstas fechas, vientos frescos, lluvias repentinas, y calores húmedos.

Acabo de terminar la secundaria en el verano, estoy de paso por una ciudad extraña en una especie de meses sabáticos a ver que hago de mi vida ahora que soy mayor de edad y dulcemente mis padres me mostraron la puerta de salida en búsqueda de una vida. Siempre puedes contar con nosotros, dijeron, pero ve a buscar tu norte, si se pone muy difícil, estaremos allí para ti.
Agarré mi mochila, unas ropas, dinero ahorrado y un poco de dinero que mis padres me dieron como regalo de despedida, en realidad estaba todo junto en una cuenta, con la tarjeta y un poco de efectivo, un abrazo y un hasta pronto cerré la puerta.

Volviendo al día en cuestión, comiendo maní de ésos que tienen cáscara, tomando uno a uno entre mis dedos, apretandolos y comiendo uno a uno, se cae uno en mi muslo y se queda ahi sin seguir su camino al suelo. reflexionando en todo y nada a la vez, mirando el río como no dejaba de fluir, sentí que algo estaba por cambiar, algo importante iba a suceder, todavía no estaba segura si buscaría un trabajo, si tal vez podría seguir por el mundo, una decisión, no sé. Quedé con ese sentimiento el resto del día, la tarde, hasta que el lucero más cercano empezó a brillar y me percaté de que llegaba la noche.
Me dio hambre, y una hamburguesa picante con papas aplacaria éste estómago sin fondo. Lo sé, muy mala alimentación.

Volví al hotel dónde quedaba, me bañé , cambié, y salí en busca de mi hamburguesa picante con papas, se me hacía agua la boca. Pasé por la peatonal de la costa del río, no sé que tiene el ruido del agua corriendo, pero lo amo!
Ok! Por fin cené ese manjar de dioses, bocato di cardinale, Maná del cielo, jajaja como una comida te puede elevar así el ánimo? No sé, creo porque una hamburguesa nunca me lastimó.

Volviendo con una sonrisa de oreja a oreja a mi hotel, a las 23:00 hs exactamente empieza a caer una lluvia torrencial, fresca, y renovante, aunque debo decir un poco incómoda ya que quedé empapada hasta los zapatos, la gente corria a refugiarse, como si fuera que ya no se hubieran mojado completamente. En fin poniendo buena voluntad a la situación seguí mi camino, al pasar por una calle un poco oscura, les confieso que realmente estaba asustada, sola, mojada, no es de las partes más buenas de la "libertad". Una pequeña luz brillaba en lo alto, me dio curiosidad y desconfianza, ambos por igual, un dolor punzante me atravesó el abdomen, seguro mucho picante y enormes cantidades de helado de menta con chispas, y papas muchas papas.
Me acerqué a la luz, esa luz en la oscuridad, miré detrás y no había nadie como testigo, estaba alucinando?
-ven. Escuché, no puede ser...
-más cerca. Dijo nuevamente
Mis ojos como platos, mis manos en mi abdomen aguantando el dolor de estómago más fuerte de mi vida, tan fuerte que me hizo caer al suelo. La tormenta seguía, el dolor partiendome en dos, y esa extraña luz cada vez más cercana., me dejé caer totalmente, apreté mis dientes, me cego totalmente y luego... lo vi.

Era una figura azulada, con risos oscuros, esbelto, de grandes ojos marrones café y piel trigueña.
Me tomó la mano, ayudándome a levantarme, en muchos sentidos, en ese momento que vi sus ojos encontré mi norte.
Mirándome con los ojos más dulces me dice:
— A partir de éste momento, yo seré tu compañero. Andaremos juntos por la vida, estaré para ti seré lo que necesites que sea, tu Pilar, tu fuerza tu compañero incondicional. Me pediste con los pensamientos, con el corazón, con el alma y alguien te escuchó.
Aquí estoy, me llamo «Gabriel».

GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora