Capítulo 4

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Me despierto tumbada en un banco. No se que hago aquí. Busco con la mirada alguna cara conocida, sin embargo solo encuentro oscuridad y sombras que se mueven de un lado a otro. Me giro para ver de que se trata, pero no consigo centrar la imagen. ¿Que hago aquí? Lo veo todo borroso a mi al rededor, intento levantarme del banco, pero en cuanto estoy de pie me desplomo. Siento un dolor agudo en la parte posterior de la cabeza. Necesito salir de aquí, ¿que es esto? pero no consigo moverme. Me duele demasiado. Oigo voces de niños cerca, e intento con todas mis fuerzas gritar. Pero no sale de mi garganta ni un solo sonido. Veo sus sombras a mi alrededor. ¿Es que no me ven? ¿Porque no me ven? ¿Porque nadie me ve?

Me despierto sobresaltada. Solo veo oscuridad, y por un segundo creo que todavía sigo en aquel banco. Respiro profundo e intento relajarme. Estoy sudando. Me toco la parte posterior de la cabeza para comprobar que de verdad solo ha sido  otra pesadilla. Consigo centrarme y recordar donde y con quien estoy. No se que hora será, pero yo ya no tengo sueño. No quiero moverme para no hacer demasiado ruido, porque oigo a Cris respirar pausadamente. Todavía duerme. Quizá... quizá Daniela esté despierta. Valoro la posibilidad de pronunciar su nombre lo suficientemente alto como para que me oiga, pero creo que no es la mejor idea. En su lugar me estallo los dedos de ambas manos, que producen un leve sonidito a modo de señal de humo. Y funciona.

-Eh Paula, ¿estás ahí?- Me pregunta Dani.

-Mmmm si, buenos dias.- Le respondo mientras me desperezo.

-Pásame mi móvil, por favor. Está cargando en la mesita. Llevo un rato despierta pero no quería molestarte...

-Bueno, no te preocupes. Si yo también llevaba un rato despierta.- Miento.- Toma.

¿Estará hablando con su novia? Seguro, parecía que tenía urgencia en que le pasara el móvil. Quizá hayan discutido o simplemente la eche de menos. Supongo que es bonito tener a alguien que se preocupe por ti.

-Que, ¿que te cuenta tu novia?- ¿¡Pero que cojones?! ¿¡ He dicho eso en voz alta de verdad?!- O sea, perdón. Creo que no es de mi incumbencia. 

-Tranquila.- Sonríe y eso me tranquiliza. Parece que no se ha molestado.- Pero, no has acertado... lo dejamos hace un par de meses. 

-Oh mierda, soy super poco oportuna

-No, no te preocupes. Está bien.- Su atención vuelve a centrarse en el móvil, y yo me quedo en silencio. Pero no lo puedo soportar demasiado.

-Em... yo no es por ser pesada ni nada, ¿eh? Pero... tengo hambre.- La verdad es que la cena de ayer no me llegó para nada y me he levantado casi desnutrida.

-Si, normal. Son las 14.15.- Se ríe Dani.- Venga, vamos a comer. Abre la persiana.

Sigo sus órdenes y a duras penas encuentro la cinta para subir la persiana.  A Cris le gusta dormir completamente aislada de la luz, así que el cambio me deja casi ciega. La oigo refunfuñar.

-¿Porque hace tanto sol ya desde por la mañana?- Pregunta medio adormilada.

-Porque es la hora de comer, cariño. -Le digo sonriendo.- Venga, vamos, que Dani ha dicho que nos hace la comida ella.- Le guiño un ojo a Dani que finge ofenderse. O por lo menos espero que lo esté fingiendo.

Para mi sorpresa, Dani toma las riendas de la cocina de verdad. Por lo visto, le gusta cocinar y según me cuenta Cris no se le da nada mal. Coge unos filetes de lomo y de ternera y un poco de aceite y se retira al fondo de la cocina. Mientras Cris cuece un poco de arroz blanco. Yo me siento en una silla y ofrezco mi apoyo moral, pero me siento completamente inútil. Decido rebuscar en la nevera a ver si encuentro algo más para comer. En un cajón del congelador se esconde una bolsita de croquetas precocinadas. La saco orgullosa y se la muestro a ambas, que me miran perplejas.

Nubes con sabor a tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora