Just a summer... Right?

92 12 3
                                    




—¡No puedo creerlo! ¡Simplemente no puedo creer esto!— exclamaba furibundo, sin prestar atención a nada de lo que nos rodeaba; no me importaba estar discutiendo frente a la puerta del departamento y no haber esperado para decirlo en la intimidad de la casa, tampoco me importaba que la pareja de nuestros vecinos se encontraran subiendo las escaleras en ese mismo instante, Mucho menos me iba a importar el que fueran las 9:45 pm. Lo único que podía interesarme era encontrar una respuesta que agradara a mis oídos saliendo de su inexpresiva boca.
¿Cómo no pensé en esto antes? ¿Cómo pude creer que él iba a ser dependiente de mí? Si él nunca actúa según los demás, siempre hace lo que él quiere sin siquiera detenerse a pensar en cómo repercutirá sobre otros.
—Makoto, por favor, abstente de hacer un drama en público. Sabes bien que detesto llamar la atención de forma innecesaria.— Su voz gélida y calmada resonó en mi mente. Bajando la mirada y tristemente busque la llave del departamento en mi chaqueta, mis dedos estaban temblorosos, así que me costó un poco el encontrarla y asirla; rodé mis ojos en dirección al pelinegro que se encontraba a mi lado, pero lo único que vi me destrozó aún más. No me miraba siquiera, me exhibía ese hermoso perfil del que me encontraba prendado, posiblemente para siempre.
Deje mi sufrimiento de lado y abrí la puerta con pesadez, sabía que lo que vendría una vez estando dentro no sería nada agradable. Me hice a un lado para permitirle la entrada primero a él, quién pasó por delante de mí con un aire de huracán en miniatura. A pesar de que yo le sacaba justa estatura su molestia era intimidante. Entré después de él y espere unos segundos antes de abrir la boca.
—Haru, yo...
—¡Cállate! —me espetó de repente, sus ojos azules estaban clavados en el verde de los míos ¿ya había comentado lo intimidante que era lo frío de su mirada?— solamente cállate y déjame hablar. Muy probablemente tú piensas que el frío que solo está lastimando soy yo, pero te estás equivocando Tachibana, ¡te estás equivocando terriblemente! Todo este tiempo que llevamos juntos siempre has sido tú el agradable, cálido y amable Makoto que siempre se preocupa por los demás, pero te has detenido a pensar ¿por qué Nanase Haruka se quedó en Japón en lugar de haber ido a Australia? —tuve tantas ganas de responderle, pero su mirada furiosa, sus puños apretados y la ausencia de luz que le daba un Aura mucho más siniestra me indicaron que guardara silencio.— ¡Lo hice por ti Tachibana! ¡Me quede en Japón por ti! Y ahora que voy a hacer algo que quiero, ahora que puedo salir del país para poder mejorar, tú esperabas que yo...
—¿Qué tú me consultaras? ¿Yo esperaba que me preguntaras mi opinión sobre alejarte? No sé por qué pensé en ello, si siempre has sido igual, Haruka Nanase siempre actúa por sí mismo ¡Claro que iba a querer que me comentaras antes de tomar la decisión! Soy tu pareja, ¿no es así? — ya no me era posible controlarme, sabía que debía de callarme y escucharlo, sabía que debía de haber esperado que se calmara y abrazarlo, debí de hacer muchas cosas y estaba a punto de hacerlo, pero entonces el sonido de su celular comenzó a turbar mi mente. Él miró la pantalla y no se detuvo ni un segundo para contestar.
—¿Rin?... Sí, salgo mañana, el avión parte a las 6:00am ¿cuántas horas de viaje son de Japón a Australia? Lo he olvidado... Está bien, nos veremos en el aeropuerto. Gracias por recibirme.

Finalmente había colgado, esa charla de solo unos minutos a mí me había durado horas, y cada segundo había sido un golpe para mí tonto y enamorado corazón. Di un paso al frente, mi corazón caía a sus pies, dos pasos, no quería entender el significado de esa llamada, tres, comenzaba a sentir la garganta seca. Cada vez estaba más cerca de Haruka y más lejos de su mente. Tome sus brazos entre mis manos y ya sin tener control entre mi mente, mi lengua y mi corazón hable, hable hasta cansarme, hasta que él me interrumpió y no pude expresar nada más debido al ahogo que sentía desde los dedos de los píes hasta la garganta.
—Entonces... Entonces vas a irte ¿no es así? Vas a irte a Australia y vamos a cancelar los planes que teníamos para este verano, ¿verdad? Y después de todo... Después de todo, siempre tuvo que ver y siempre estuvo presente Matsuoka ¿no es verdad? Finalmente nunca lograste olvidarte de él y todo lo que habían hecho y pasado ¿cier...?
—¡No metas a Rin en esto! — escuchar el nombre de quién había sido mi amigo por tanto tiempo saliendo de sus labios, que antes habían sido míos, me rompía el alma. Lo estaba defendiendo y eso sólo confirmaba el hecho de que Haru nunca había sido totalmente mío, Rin siempre había estado presente en su mente y en su corazón, yo no había poseído a Haru arrancando cada fragmento de Rin, si no que lo había compartido con el todo este tiempo.
Deje de escuchar las palabras de el azabache y me dediqué a oír su voz, aquella a la que yo tanto amaba, la que podía tranquilizarme y siempre era monótona; excepto ahora que estaba alterado y furioso.
Me arriesgué y solté sus brazos, lo deje libre un par de segundos antes de volverlo a atrapar, ahora en un abrazo, sentí como se desvanecía algo de tensión de su cuerpo y como una de sus manos se posaba en mi espalda. Teniendo el rostro escondido de su vista comencé a llorar. No era un llanto escandaloso e irregular, si no uno callado que de vez en cuando dejaba ligeros espasmos en mi respiración. No sé cuánto tiempo duró ese abrazo triste en medio de la oscuridad, tampoco recuerdo cómo llegamos a la cama y nos dormimos uno al lado del otro, sin hacer nada, sin tocarnos, simplemente esforzándonos en escuchar los latidos del otro. Poco a poco fui desvaneciéndome en su rostro, su hermoso y envenenado rostro.

El despertador sonaba tenue en mi cabeza, comencé a abrir los ojos pesadamente, albergando la esperanza de que lo sucedido la noche anterior hubiese sido únicamente un mal sueño, un horrible y realista mal sueño.
Cuándo abrí por completo los ojos y busque mis anteojos en el mueble que teníamos al lado de la cama me di cuenta de que no había sido un sueño, era la cruda realidad. La cama únicamente estaba ocupada por mí, estaba solo en la habitación. Así que desperezándome me levante del lecho y fui al guardarropa, al abrirlo me percaté de que hacían falta prendas de Haru y eso no hizo más que lastimarme. Tomé un par de jeans rotos de color azul claro y una camisa negra a manga corta un poco ajustada. Salí descalzo de la habitación y dirigí mi mirada hacia la puerta dónde se encontraban apiladas un par de maletas. Rápidamente voltee la vista al desayunador de la cocina y lo encontré ahí parado, bajo el humbral de la puerta de la cocina mirándome. Iba vestido con una camisa azul a cuadros desabrochada sobre de otra blanca, un par de jeans azules y zapatos blancos. No pude evitar pensar en lo atractivo que se veía ese día.
— ¿Y bien? ¿Me llevarás al aeropuerto o no?
Sonreí sin ganas ante su pregunta, fui de nuevo a la habitación a calzarme y a buscar uña sudadera, un par de zapatos deportivos y la sudadera negra estarían bien.
Salimos del departamento, cada uno con una maleta en manos. Coloque el seguro a la puerta de la casa y bajamos las escaleras para caminar hasta la parada del autobús; ninguno de los dos habló en el trayecto. Cuando llegamos al aeropuerto Haru sacó su boleto ¿en qué momento lo había comprado? Ya no tenía importancia cuándo había sido. Solo importaba el hecho de que se iba, habíamos terminado hace unas horas y aquí estábamos, como una pareja feliz y sin problemas, aparentando que no iba a pasar nada y no teníamos el corazón roto.
Pasaron un par de horas, su vuelo iba con retraso y eso que habíamos llegado horas antes de la salida; cuándo al fin llamaron por los pasajeros del vuelo de Haru solté un suspiro y deje caer mi cabeza hacia atrás, entonces me di cuenta de que él estaba mirándome, me volví en su dirección y me dedicó una sonrisa antes de abrazarme con fuerza. Respondí a su abrazo y oculte la cabeza en su hombro, poco después y sin que se me permitiera darme cuenta de lo que pasaba, Haruka Nanase colocó sus labios sobre de los míos, regalándome un último y amargo beso antes de alejarse por el andén.
Y ahí me quedé solo, con la mano sobre de los labios mirando cómo se alejaba, despidiéndome de él con una lagrima cayendo por mi rostro.
—Me mentiste cuándo dijiste que iba a ser solo un verano Haru.

Esta noche sin duda alguna iré a embriagarme en algún bar, encontraré algún chico y me iré a la cama con el, probablemente lo llame Haru toda la noche y no vuelva a saber nada de aquel con quién me encuentre.
Este fue mi último pensamiento antes de salir del aeropuerto y alejarme caminando de ahí, viendo un avión despegar e imaginando que en ese avión Haru iba a encontrarse con su "Destino".

Just a Summer (SouMako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora