La niebla hacia crujir la rústica casa, el invierno apenas se habían ido pero las constantes lluvias del lugar mantenían el ambiente frío, no era algo inusual incluso en el mismo verano el clima no pasaba algo más allá de los 20°, algo perfecto para Minho, la taza llena de café y un buen partido lo acompañaban con la calefacción de su hogar, no se sentía sol a pesar de estar viviendo sin nadie que abrigara su lecho, era una decisión que había tomado.
Hace unos pocos meses vivía en la llamada selva de semento, el caos, ruidos las peleas fe los conductores no estaban echas para un hombre como él, amaba la naturaleza siendo que siempre estuvo inserto allí, pero algo le había llevado a ser veterinario y con esfuerzo logro serlo. Ya a sus veinticinco años se sentía demacrado, necesitaba un respiro, sabia que algo no andaba bien. Fue hasta entonces que llego una manada de lobos que debió supervisar en el zoológico donde trabajaba, la ampolleta se le había prendido, claro, era un chico bastante organizado, tenia unos buenos ahorros, en menos de medio año pidió la renuncia, vendió su departamento y se mudo hacia otro país, sus padres, bueno ellos no lo querían desde que supieron su condición sexual, la gente de Corea era un tanto anticuada, no le dio mucha importancia, total tenía más hermanos.
Fue así como al norte de continente viejo encontró el lugar al que siempre perteneció, las colinas y el frío lo abrigaban hasta los huesos, se mantenía teniendo una clínica en un pueblo a una hora de su casa, los lugareños de los alrededores ya le habían acogido cariño pues ahora si tenían alguien que le revisara las hermosas Vestías que vivían con ellos.
Minho se sentía completo, pero quedaba camino, quería hacer un granero en su terreno, una fuente y en si una sala más grande de su trabajo pues la que tenía estaba muy pequeña. Todas eran ideas a futuro, aunque con su perseverancia no demoraría en hacerlo.
— ¡Gol!
Su grito retumbo por toda la casa mientras celebraba el partido que transmitían, su equipo iba ganando por dos a cero. Casi se le había caído el café que bebía pero no causo ningún accidente, era un buen fin de semana.
Cuando acabo, apago la televisión y se coloco su abrigo para salir afuera a cortar algo de leña, en algún momento pensó hacerlo sin camisa por el calor que producía pero tampoco era tan idiota, no quería un resfriado, eso seria ir con la vieja enfermera del pueblo y terminar manoseado como la ultima vez, claro que no. Se reía de sus mimas anécdotas llevando el hacha hasta uno de los arboles que había talado para comenzar a talar, escuchando de fondo los aullido de los lobos que le hizo sonreír, le debía mucho a esos animales, quizás nunca los vio en ese tiempo en el que había llegado pero sabía que estaban ahí, miro al cielo ya estaba oscureciendo así que decidió entrar, cargo los tres pesados grandes que encontró dejando el hacha aun lado, aquellos le serviría para poder calentarse. Dentro de la casa y ya habiendo colocado los palos en la caldera se desabrigo para poder secarse la humedad pero un chillido extraño se le paso por los oído, extrañado le bajo el volumen al televisor y el chillido lo volvió a escuchar, demonios, era un animal herido.
Se debatió entre salir y no salir por si podía ser alguna presa de un animal o algo, no quería toparse con los lobos en plena noche mucho menos con algún otro animal, pero al escuchar de cerca fue mas el quejido de un lobo que de una presa, se armo con la chaqueta y la escopeta en un lado, si bien era veterinario también debía cuidarse, saliendo de la casa se adentro al oscuro bosque. Sin duda alguna que el animal debía estar muy herido para quejarse así porque llevaba diez minutos adentrándose y no lo encontraba. El sonido estaba más cerca entonces decidió tomar mayor velocidad, entre unos podridos troncos salto cayendo en algo semejante a una trampa con ramas, ahí lo vio. Le dio un poco de tristeza, era a penas un pequeño lobo, casi un cachorro de un año que jadeaba por su vida a pesar de tener las dos patas traseras rotas en una vieja trampa, el animal ya había desistido de jadear y parecía que había aceptado su destino, trato de ser sigiloso en acercarse sintiendo como el pequeño lobo no nacía nada, con cuidado puso encima de este la chaqueta tras habérsela sacado, no quería mordidas, debía ser rápido, quito la trampa liberando al asustado animal que se removió bruscamente tubo que atravesarle la escopeta por encima para poder inmovilizarlo, la trampa la tomó cerrada y con esfuerzo para no ser mordido saco al animal de allí corriendo rápidamente a su casa, como odiaba aquello.
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Aullido a media noche
FanfictionMinho adora los climas fríos, luego de trabajar un tiempo en la ciudad, decide irse a los remotos bosque de nueva zelanda. Una noche escucha a un animal aullar cerca de su cabaña, conocía a los lobos y sabía que ese no era un típico aullido. Cuando...