Lo que nunca esperé sentir por ti

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Después del terrible primer juicio escolar y, la pérdida de dos de nuestros amigos, Komaeda desapareció. Tras todo aquel espectáculo que presenciamos, a nadie le parecía importar su ausencia. Aunque era algo bastante comprensible, en una parte, muy profunda, de mi corazón, unos sentimientos que jamás pensé que sentiría, y menos por alguien como él, florecieron.

Mis pensamientos estaban nublados con su imagen, su voz. Todo en lo que podía pensar era en él. En el momento en el que nos conocimos en aquella playa. Cuando me ayudó a presentarme ante el resto de mis, ahora, amigos. ¿Por qué me estaba ocurriendo esto a mí? ¿Por qué precisamente con él?

En ese momento, Koizumi entró en el restaurante. Parecía en un apuro, pero igualmente le llamé. Conseguí averiguar que ella se disponía a llevarle algo de comer a Komaeda. Asimilar el hecho de que algunos de nuestros compañeros lo habían atado y encerrado, fue difícil de asimilar. Aún así, me ofrecí a llevarle yo algo de comer. Debía comprobar con mis propios ojos su estado. Me encontraba demasiado preocupado, al no haberlo visto durante varios días consecutivos, como para dejar escapar esta oportunidad.

Abrí la puerta, tras la que se encontraba el hombre que nublaba mis pensamientos, para encontrármelo en un estado lamentable. Podía notar como mi pecho se oprimía al verlo en tales condiciones.

Me recibió con una sonrisa sombría. Me quedé congelado. Debería intentar mantener una conversación. Pero antes de que pudiera pensar en una, él se adelantó.

-Me alegro que haya sido Hinata-kun quien haya venido. No sabía cómo pedirle a Koizumi-san que me alimentase...

¿Estaba escuchando bien? ¿En serio iba a pedirle a ella que lo alimentase? Después de que esas preguntas pasaran por mi cabeza, me percaté de un detalle que había pasado por alto. Sus manos, estaban bien atadas tras su espalda. Eso le dificultaría a cualquiera la labor de alimentarse a sí mismo.

Mientras él seguía hablando, por mi cabeza sólo pasaban una gran diversidad de pensamientos. Hasta que de sus finos labios salieron esas palabras, que tanto deseaba oír.

-¿Podría Hinata-kun alimentarme...? Como ves, me es algo difícil hacerlo por mí mismo en estos momentos...- dijo mientras sonreía forzadamente. En aquel juicio, podría haberse vuelto loco, pero quería creer, que el Komaeda que conocí aquel día, existía dentro de la persona que estaba encarando en estos momentos.

Decidí hacer algo que contradecía totalmente mi personaje y acepté la oferta de alimentarlo. Se sentó como pudo y yo hice lo mismo. Cuando terminamos, comencé a levantarme, pero él me detuvo.

-Realmente... ¿realmente te vas a marchar...?- esos ojos de cachorrito, que me rogaban que me quedase con él. Era imposible negarme. ¿Por qué debía ponérmelo tan difícil?

Mi corazón empezó a palpitar más rápido y un bulto empezó a formarse dentro de mis pantalones. Verlo allí, tan indefenso, sin la posibilidad de que huyese de mí, estaba encendiendo una parte de mi, la cual, totalmente desconocía.

Mis ojos, hablaban por si solos y el pareció darse cuenta. Ya nada me importaba. No sabía si lo que estaba sintiendo, sería correspondido o no, pero no era algo que me preguntase en esos momentos.

Komaeda, a pesar de haber comido hace poco, aún no había recuperado una condición de fuerza normal y, me resultó muy fácil girarlo, consiguiendo así que su trasero quedase dirigido hacia mí.

-¿H-Hinata-kun...?- podía oírle decir mi nombre. No sé si el efecto que quería conseguir era el que me detuviese, pero definitivamente, conseguía el efecto contrario.

-Tan solo cállate...- susurré a su oído. Un leve gemido salió de su boca, posiblemente, provocado por un escalofrío. Incluso yo me sorprendí de lo serena que se escuchaba mi voz.

Empecé a bajarle los pantalones y su ropa interior. Como empezaba a hacer mucho ruido, desobedeciendo así mis órdenes, coloqué mi mano en su boca. Al principio parecía confundido, pero poco después empezó a darle pequeñas mordidas y a chuparlas después de hacerlas.

A pesar de que aquello sólo lograba encenderme más, desabroche mi pantalón y lo deslice hacia abajo, junto con mi ropa interior.

Mi miembro, que en aquel momento, estaba más que erecto y deseoso de entrar tuvo que esperar un poco más. Era la primera vez que hacia algo como esto, pero había oído que primero se debía de lubricar la zona que iba a ser penetrada, más que nada por el dolor que sentiría la otra persona.

Así pues, introduje un par de mis dedos de la mano libre en mi boca y los lamí un poco. Cuando creí que estaban suficientemente húmedos, los introduje en su obertura. Podía escuchar cómo se quejaba pero al mismo tiempo, notaba como la zona se humedecía cada vez más. Comencé a mover los dedos, sacándolos y metiéndolos, cada vez más deprisa. De reojo pude ver como su miembro se comportaba de la misma forma que el mio y como un poco de semen empezaba a fluir de él.

Con la mano, que, hasta ahora, había mantenido en su boca, buscó su camino hasta su miembro para rodearlo mientras lo acariciaba. Al haber liberado al fin su boca, este pudo balbucear unas palabras con la fuerza que le quedaba.

-N-nunca... pensé que... ser-ía... Hi...nata-k-kun quién... se lanza-...ría...- su voz entrecortada por el placer que lo inundaba, me hizo preguntarme lo mismo que él se preguntaba. Aunque ese pensamiento desapareció al darme cuenta de que, nada de eso importaba.

-Si querías haber hecho esto antes, tan solo debiste pedírmelo...- le dije acercándome hasta su oreja y depositando un pequeño mordisco en ella.

Sin esperar más tiempo y aún masajeando, aunque cada vez más rápido, su miembro, saqué mis dedos de su orificio y procedí a introducir a mi compañero, el cual me acompañaría en esta batalla para conseguir llegar al clímax del asunto.

Entre embestida y embestida, ya no solo Komaeda era el que estaba mareado, yo también y cada vez me sentía más acalorado. Mis mejillas se inundaban de un color más rojizo por momentos.

Sobraban todas las palabras. Tan sólo disfrutábamos de cómo nuestros cuerpos se estaban fundiendo en uno. No sabía si Komaeda también se sentía como yo; quiero decir, que no tan sólo nuestros cuerpos se estaban uniendo, sino que nuestros corazones eran uno sólo. En mi imaginación, estos latían al unísono, creando así, una maravillosa melodía. Aún si solo fuese en mi imaginación, quería, deseaba, que Komaeda pensase lo mismo.

Aún sumergido en mis pensamientos y en el sentimiento que inundaba todo mi ser, Komaeda reclamaba permiso para poder correrse, como si de un simple sirviente se tratase. En realidad, yo también estaba en mi límite y por supuesto accedí a que se corriese.

Todo mi esperma llenó el cuerpo de Komaeda y todo su esperma lleno mi mano, que seguía sujetando su miembro. Después de todo lo sucedido, nos tumbamos el uno al lado del otro, exhaustos por todo lo que acababa de ocurrir en aquella sala.

Nos estábamos mirando en silencio, pero en ese momento, Komaeda se acercó rápidamente y depositó un beso en mis labios, que después se convertiría en un beso ardiente, en el cual, nuestras lenguas recorrerían la boca del otro, hasta dejarnos sin respiración.

En algún momento que no consigo recordar, ambos caímos dormidos junto al otro.





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¡Aquí la autora!

Hace mucho que no publico ni actualizo nada, pero es realmente por falta de tiempo. ;A;

Este año empiezo bachiller y realmente absorbe todo mi tiempo, ahaha... :'D Matadme plz ;-; okno lol

Pues esta es una de mis mayores OTPs y realmente tienen pocos fics, why? ;w; ellos son hermosos <3 <3

Es la primera vez que escribo algo... así(?) so perdonen si hay algo que esté mal o raro lolol

Aún así, ¡espero que les guste!







You only have to tell me onceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora